Esta pregunta que se plantea aquí arriba genera muchas dudas a quien la escribe. Mudarte a una isla hace que te tengan que caber bastantes cosas en una maleta, ya sabemos que están los servicios de mensajería, etc. pero de primeras quieres llevarte lo máximo posible ahí dentro. Haber visto los rituales de ¡A ordenar con Marie Kondo! en Netflix tampoco ayuda mucho y entonces es cuando empiezas a pensar que quizás tengas demasiadas prendas que no usas o que utilizas muy poco.
No es la primera vez que hablamos por aquí del fast fashion y de otra forma de consumir, (como el reto de pasar un año sin comprar ropa), al fin y al cabo, esta corriente viene en el marco de miles de iniciativas, como reducir el consumo de plásticos, comer más local o el reto #zerowaste.
Who made your clothes?
Desde Fashion Revolution plantean esta pregunta a los consumidores, ¿sabes quién hace tu ropa? Desde el desastre ocurrido en el edificio Rana Plaza en Bangladesh, las formas de consumo de esta industria del fast fashion se tambalean a pasos agigantados. Una industria en la que los propietarios de marcas globales piensan que es aceptable pagarle a los trabajadores de las fábricas una miseria. El movimiento ha cobrado tal impulso que, alternativamente, se están utilizando carteles con textos como #Imadeyourrothes por parte de los trabajadores de la industria. Durante una semana en el mes de abril, se celebra la Fashion Revolution week con acciones por todo el planeta, pero se trata de que sea un proceso de aprendizaje continuo, donde cada persona lo va interiorizando poco a poco.
¿Es posible el zero waste también en la ropa?
Si el consumir con «residuo cero» comenzó como una forma también de alimentarnos, de elegir en el supermercado los envases con menos plástico o de llevarnos el tupper a la carnicería, ahora también lo vemos como una forma más de vestirnos. Las premisas son muy sencillas, tampoco hace falta cumplirlas al 100% pero el solo hecho de tenerlas en cuenta hace que estemos en alerta cuando en una etiqueta pone «made in PRC».
El primer punto es el reciclaje: darle una nueva vida a una prenda haciéndole algún arreglo suele ser una forma bastante efectiva de asegurarnos que va a seguir en nuestro armario. Otro punto a tener en cuenta son los intercambios: antes de tirar una prenda, la puedes llevar a un mercado de segunda mano, puedes dársela a otra persona, o intercambiarla por otra prenda; por ejemplo: desde el Colectivo MODAlogía en Murcia hacen intercambiadores a modo de mercadillo.
Los materiales siempre son importantes, si son biodegradables y reciclables van a suponer menos impacto. Gracias a aplicaciones como Chicfy o Vinted, nuestras prendas pueden tener una segunda vida, al igual que las de otros, y la ropa vintage de marcas como Neko o Limonade también está haciendo mucho por nuestros armarios y economías. Ahora solo falta tu granito de arena. Más personas vistiendo de segunda mano significa menos desperdicio.