Arte para no ser visto (también en Las Vegas)

'City', obra de Michael Heizer.
'City', obra de Michael Heizer.
La obra City es ejemplo del arte para no ser visto. Un concepto peculiar, más aún cuando esta instalación se ubica en Las Vegas.

Hablar de arte creado para que lo vean solo unos elegidos no es ninguna novedad.  Siempre han existido coleccionistas privados que han preferido guardar obras en lugares privados, incluso hace poco saltaba la noticia de un restaurante de Nueva York, Casa Cruz, en el que para cenar entre obras de Warhol o Keith Haring los socios pagan hasta 475.000 dólares anuales. Sin embargo hasta en los palacios renacentistas el arte estaba para ser visto. Y si pensamos en la actualidad es difícil imaginar que exista un arte que no quiera ser fotografiado, pero existe. Se acaba de inaugurar en Las Vegas City, un parque de esculturas que no permite visitas masivas ni que se realicen fotos.

El hecho en sí de crear una obra, que además ha llevado al artista cincuenta años de trabajo, para no ser vista resulta novedoso por sí mismo. Pero lo es aún más si se tiene en cuenta dónde se ha instalado. Nada menos que en el desierto de Las Vegas, la ciudad hecha para la exhibición, la arquitectura ideada para el placer más pop, la meca del postmodernismo y de la iconografía urbana (como muy bien explicaba en 1977 el arquitecto Robert Venturi en su libro Construyendo Las Vegas). Ahora, cerca de la ciudad del pecado surge un nuevo concepto de arte; el que no quiere ser popular. Aunque precisamente el hecho de no querer serlo es el que consigue hacerlo aún más notorio.

La obra City es creación del artista californiano Michael Heizer que ha dedicado gran parte de su carrera a trabajar instalaciones artísticas en entornos naturales con grandes bloques constructivos. Y en esta creación ha dado aún un paso más con una obra al aire libre que compone un gran parque de esculturas minimalistas para dar forma a una especie de ciudad que busca inspirarse en las construcciones del Antiguo Egipto. Una influencia también de su padre, arqueólogo que investigó la zona.

Tras cincuenta años de trabajo (y más de 40 millones de dólares de inversión, aunque  a Heizer no les gusta hablar de dinero y reconoce que su obra es cara) la obra realizada con materiales locales juega con las cavidades y las rocas, la arena y la vegetación para generar diferentes sensaciones y variados puntos de vista. Aunque no van a poder ser muchos los que los disfruten, ya que por el momento (quizás se amplía el aforo este año) solo pueden visitarla seis personas al día.

Conformada como una especie megaescultura, City mide casi dos kilómetros y medio de largo y 800 metros de ancho. Y sin embargo es un espacio para no ser visto. Dando pie a la creación por la creación, sin afán de su disfrute.