Tus mejores amigos son esas personas que nunca deberían fallarte, aquellos en los que confías incluso más que en tu propia familia, a los que te atreves a contar esos secretos casi inconfesables y con los que, supuestamente, deberías compartir todo, ¿verdad? Alex así lo creía hasta el día de la muerte de su primo. De pronto, abatido por la sensación de que éste último estaba realmente solo y de que era un gran desconocido para todos, le entra el miedo de que a él le pase lo mismo. Por este motivo decide proponerles a sus dos mejores amigos, el sensible Raúl y el juerguista Hugo, y a su novia, Pilar, una idea absurda y disparatada: recrear su funeral para saber cómo lo despedirían de este mundo y saber qué es lo que piensan realmente sobre él. Al principio todos se lo toman a cachondeo, pero poco a poco los personajes se dejan llevar por la propuesta y acaban recreando la muerte de cada uno de ellos. El resultado, unos velatorios ficticios en los que van saliendo a la luz verdades que permanecían ocultas y que afectarán a todo el grupo, poniendo en entredicho el vínculo que los unía.
Partiendo de esta disparatada idea, Amor, ¿y si lo hacemos antes de morir?, obra de la joven compañía Mudanzas y Portes Teatro (creada en 2012), nos habla de cosas tan reales y cotidianas como el valor de la amistad o la sinceridad de la mano de cuatro personajes que rondan los treinta años y que comparten ante el público una hora (la hora más reveladora de su amistad) en un salón decorado con muebles hechos con cajas, en lo que parece ser un guiño al nombre de la compañía.
Escrita y dirigida por Marta Sánchez Guillén (guionista en series como 7 Vidas) y Álvaro Doñate, también parte del reparto, (de gran vis cómica en su papel de Raúl) la obra bebe de las comedias de situación americanas del estilo de Friends (como Doñate explica en alguna entrevista) o Cómo conocí a vuestra madre, tanto por la problemática que toca como por unos diálogos rápidos en los que los gags (algunos más acertados que otros) sirven para romper los momentos más tensos y mantener entretenido al espectador durante toda la función. Un objetivo que se cumple, las carcajadas resonaron en la sala, sobre todo, gracias a unos actores encargados de mantener el ritmo que requiere este género en todo momento.
El director, Samuel Señas, ha sido el encargado de poner en escena una obra que describe como “un descubrimiento. Un aprender quién es el de al lado. Ese día, estos amigos descubren quiénes son los que han estado tanto tiempo a su lado. Y lo más bonito es que el público siempre sabe más que los personajes”. En definitiva, un espectáculo sencillo y ameno que nos hace plantearnos una cuestión: ¿conocemos realmente a nuestros amigos o son en realidad unos auténticos desconocidos? ¡Pensad en ello!