Tras los pasos de Julio Cortázar

Cortázar, cumpleaños del cigarro sempiterno
En el aniversario de su nacimiento, recordamos la obra fundamental de Julio Cortázar, así como el legado que ha dejado para la actividad cultural posterior.

102 años cumpliría hoy uno de los escritores más importantes de las voces hispanas: el argentino Julio Cortázar: Oliveira, Cronopio o el protagonista del sueño francés. Nos quedamos esperándolo a las puertas del cielo, y hasta allí se han acercado numerosos artistas que han intentado deslizar su pluma sobre la figura del humanista. Ningún género literario escapó al escritor, contando en su bibliografía con antologías poéticas, cuentos, novelas, ensayos y hasta epistolarios. Pero no interesa la cantidad sino la calidad, y aquí es donde nos acercamos a unas letras que sin duda ya son eternas. La mayoría conocerá esa romántica dedicatoria que versa “andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”, incluso sin saber que tiene su origen en una de las obras cumbre del escritor, Rayuela.

Este título aparece reiteradamente en la cima de la literatura en español y la historia que aquí se nos narra es, cuanto menos, particular. Lejos de encontrar la típica historia de amor que muchos lectores esperan, la obra es un híbrido entre la novela y el género ensayístico, una historia del jazz y del arte y un plano que nos transporta a la vida bohemia del París de los años 20. Es la emergencia de unas vidas cualesquiera en este gran universo cortazariano, donde sí tiene lugar la experiencia amorosa y pasional con la Maga tras el cruce constante y los encuentros, casuales y causales, entre vidas remotas. Si por algo se caracterizan sus textos es por su ambigüedad y ruptura de límites, nos acercamos a lo real maravilloso sin ser tampoco exactamente la definición del término que acuñara Alejo Carpentier. Es el universo donde todo se vuelve verosímil, aunque inesperado.

escrito en la pared-cortazar-nokton magazine

De mano de Julio podemos saltar del romanticismo al surrealismo con solo pasar unas páginas de su antología de cuentos Bestiario. Eso sí, no pretendan comprender, pretendan disfrutar, sentir y emocionarse, como ocurre sin duda con ‘Las puertas del cielo’. Siendo muy distinto, ‘La noche boca arriba’ nos traslada al choque cultural entre un continente desgajado y su nueva civilización; el surrealismo, por su parte, aflora en cuentos como ‘Carta a una señorita en París’ y ‘Casa tomada’, como pequeños ejemplos de su vasta producción.

Nos encontramos ante uno de esos intelectuales que tienen don no solo para escribir literatura sino también para debatir sobre este arte. Así, Cortázar se convierte en un crítico fundamental y a día de hoy son muy apreciadas sus observaciones sobre el género cuento, entre muchas otras. A pesar de ser sobre todo literato, se atrevió a introducirse en otros mundos, como el de la fotografía y el cine, y precisamente en ellos se ve hoy reflejado. Y es que si sus relaciones con sus contemporáneos fueron amplias y de distinta índole, también el arte posterior lo ha sabido apreciar; la Maga se ha convertido en un personaje eterno que inspira a muchos, así como el universo volátil que habita en la novela, con esa frescura y disidencia frente a su alrededor. Cortázar creó un nuevo género, el de esa novela alborotada cuya trama se encuentra en los pasos de sus protagonistas y en la combinación perfecta de estos con su entorno, un entorno atrevido y de inmensos contrastes.

En cuanto a otras manifestaciones culturales, han sido diversas las adaptaciones cinematográficas que sus escritos han protagonizado. Este es el caso, por ejemplo, de Blow up, película de Michelangelo Antonioni basada en ‘Las babas del diablo’ en la que el director capta a la perfección la esencia de las narraciones del argentino y se aparta en gran medida del argumento. Además, su gran pasión por la fotografía hace que a día de hoy podamos sentir muy cercano el rostro del autor, al que también se han acercado diversos ilustradores, como es el caso de Fernando Vicente o Felipe Elgueta. Casi un siglo después, el mejor regalo de cumpleaños que se nos ocurre es revivirlo en la lectura de cada una de sus líneas.

Fotografías de Fernando Sotelo Castro  (cc) y de dominio público