Irene Moray, la ganadora al Mejor Corto el pasado sábado 24 en los Premios Goya dio un discurso para enmarcar tras recoger su premio en la gala. El cortometraje ganador Suc de síndria trata un tema del que pocas veces se habla, el orgasmo femenino tras haber sufrido una violación. A pesar de que cada vez sale más a escena todo lo relacionado con el placer de la mujer, es raro que se hable de algo así, y la cineasta y fotógrafa Irene Moray lo hace a la perfección en su corto protagonizado por la – también – cineasta y actriz Elena Martín (Jùlia Ist).
“Quería dedicárselo a todas las supervivientes. Y hacer un recordatorio de que estas mujeres tienen derecho a hacer ruido, a triunfar, a coger espacio en el mundo, disfrutar de la vida, de su cuerpo…tienen derecho a correrse y a ser quien ellas quieran ser”, dijo Moray con el cabezón en la mano.
La cineasta retrata en el corto, parco en palabras, la situación que vive la protagonista tras haber sufrido una situación tan traumática como puede ser una violación. Refugiándose en su pareja y en la naturaleza, intenta dar rienda suelta a su placer para volver a sentir. Suc de síndria tiene una sensibilidad que pone la piel de gallina, una mirada cargada de crudeza y una forma de narrar tan visual que no necesita nada más.
Moray, que ya había trabajado el formato del corto en Bad Lesbian, quería centrarse en que una experiencia horrible también se puede contar desde la sanación, desde el renacer sexual después de haber vivido un trauma tan fuerte. «Quería poner sobre la mesa que se puede aprender si nos escuchamos», relataba para Tardeo de Radio Primavera Sound. «Pasé muchos años trabajando de foto fija en cine y pensé que podía hacer un corto con amigos cuando vivía en Berlín. Fue muy divertido y me di cuenta que era lo que quería hacer».
«En el corto no busqué para nada el morbo sino la naturalización total, al igual que cuando se muestran la comida o la naturaleza. Llegué a la temática porque es un tema que me escandaliza bastante, el guion vino como inspiración divina, pero también de mucho poso anterior y tenía ganas de mostrar que estas mujeres son divertidas, ríen, lloran se enfadan, tenía ganas de hacer un personaje que fuese así y romper con la estigmatización que se vive cuando se habla de ello».
Moray ya está inmersa en su nuevo trabajo, un largometraje lleno de tintes de realismo mágico, lo esperaremos con los brazos abiertos.