Manuel Pérez estrenó Frontera el pasado 8 de noviembre. Una película que recibió el premio a la mejor fotografía en el Festival de Cinespaña (Toulouse), al igual que dos premios en el Festival de Málaga, en la sección ZonaZine: mejor director para Manuel Pérez y mejor actor para Christian Dolz. Este largometraje de ficción tiene una particularidad: la cárcel. Rodado en un único espacio, los muros de una prisión, está realizado y protagonizado por un grupo de presos del Centro Penitenciario de Quatre Camins (Granollers, La Roca-Barcelona) y profesionales del sector audiovisual. En Frontera, un grupo de teatro de una prisión ensaya una versión de 12 hombres sin piedad cuando suena una alarma. La señal indica el aislamiento de los módulos. El grupo de teatro, formado por seis personas presas y ocho personas del exterior, tendrá que permanecer aislado por causa de una epidemia desconocida. La falta de información y el temor de un posible contagio serán los factores desencadenantes de los conflictos dentro del grupo.
Nokton Magazine: ¿Por qué frontera y no fronteras?
Manuel Pérez: Realmente el significado de frontera es plural pero abordábamos cada una de las fronteras de forma individual: la frontera propia de la persona, la frontera espacial y la frontera de suponer todo este peso. Las abordamos en la película de una forma común, una única frontera.
N.M.: También es una película que está en la frontera entre la ficción y el documental.
M.P.: En esta película esos límites entre la ficción y lo que se puede denominar documental o fase documental están más próximos. Esto sucede sobretodo en películas que pueden tener un componente social. En Frontera invertimos el proceso lógico o normal de una producción donde tú escribes un guión y a partir de ahí buscas el elenco de actores. Nosotros hicimos al revés. Elaboramos el guión durante el proceso de creación de la película. Teníamos a unos actores y a partir de ahí determinamos a los personajes. Eso hace que la película esté muy cerca de la realidad de ese contexto.
N.M.: ¿Cómo fue tu experiencia con la administración/ la institución penitenciaria?
M.P.: Es un proyecto que parte de un grupo de teatro que lleva trabajando en la prisión 4 años. Sí que es cierto que por parte de la prisión, lo que hemos vivido nosotros como productora cinematográfica, ha sido de una disposición muy grande a rodar una película con todo lo que ello suponía. Es una película rodada de forma normal: 4 semanas de rodaje, entrando 40 personas del exterior con gran cantidad de material técnico y era muy complicado y muy arriesgado por parte de la dirección de la prisión, el asumir este proyecto.
N.M.: ¿Para ti la idea de integrar a presos en el equipo artístico y técnico de esta película era una condición absoluta para realizar esta película o detrás tenías la intención de que estas personas pudieran reinsertarse más fácilmente?
M.P.: La integración de los chicos, tanto actores como técnicos, era una de las bases del proyecto. El proyecto nace de hacer cine con ese grupo de personas, independiente del resultado que hubiéramos tenido. Más allá de eso, no creo que sea directamente una parte integradora el hecho de que ellos pudiesen trabajar como técnicos dentro de la película, sino de que en ese espacio, en ese tiempo, ellos se sientan útiles, que puedan desarrollar actividades de forma más o menos “normal” o dentro de una normalidad. Creo que ese es el gran reto de la película o de la producción de la película y del trabajo cooperativo que se instiga entre profesionales que venían de fuera y los chicos de dentro que trabajaban de forma profesional en la película. Ese intercambio, es uno de los grandes retos de la película.
N.M.: ¿La película ha sido financiada con crowdfunding?
M.P.: Una parte de la financiación de la película provenía del crowdfounding. Pero el crowfunding no puede sostener el cine, es imposible. Los presupuestos que se necesitan en cine no lo permiten, o al menos en películas de esta dimensión, porque no tienes una red de contactos para tener una aportación que pueda sostener la producción de una película. Yo creo que el crowdfunding es una herramienta interesante no sólo para conseguir parte de la financiación, pero para dar a conocer tu proyecto previo y a generar una sinergia entre un proyecto y el público. En eso sí que es importante.
N.M.: El aislamiento dentro del aislamiento, la prisión que hay dentro de cada uno, el teatro como espacio cerrado y paradójicamente la gente de fuera es la que parece menos libre que la de dentro.
M.P.: Sí, queríamos trabajar sobre el encierro dentro del encierro pero el punto de partida no lo teníamos claro cuando arrancamos el proyecto. Trabajando los primeros días con ellos estas líneas argumentales, nos dimos cuenta del peso del encierro o de las personas que están habituadas al encierro. Cómo gestionábamos nosotros la despedida, por ejemplo, a cómo la gestionaban ellos. Ellos la gestionaban mucho mejor que nosotros, puesto que ya están muy acostumbrados a ello. Nos pareció una línea muy interesante de abordar, al final somos animales de costumbres.
N.M.: Siempre existe una tensión, la sensación de que a cada momento todo puede estallar.
M.P.: Yo creo que el encierro genera egoísmo y es muy difícil hacer crecer una sociedad que vive encerrada (…) El sistema de votación que se genera en la película es la trampa de la sociedad real. Al final lo que hacemos es generar nuestras manipulaciones (…) Todo ese grupo ha estado manipulado por una esfera, líneas ya marcadas y establecidas conforme se va cerrando y apretando ese espacio por la falta de información. Al final la libertad también es información y hay una gran parte de esa perdida de libertad que es la perdida de información. Eso genera ese estrés. El tema de los votos es constantemente recurrir al elemento que nosotros consideramos democrático pero que realmente está manipulado. Realmente la película no reflexiona sólo desde el mundo interior de una prisión, sino que son esas situaciones extremas las que nos hacen reflexionar sobre cualquier actitud de cada uno ante la vida.
N.M.: La música, forma parte del encierro siendo áspera y paradójicamente calmante.
M.P.: He de decirte que el compositor de la música forma parte del grupo de teatro y no tuve que trasladarle yo, es perfecta para la sensación que película quiere transmitir porque viene de allí.
N.M.: Uno de los actores, Christian Dolz, que es un preso, fue elegido mejor actor en el festival de Málaga. ¿El jurado lo sabía?
M.P.: Yo creía que el jurado conocía que los chicos que actuaban de presos eran presos pero hablando con el jurado en la entrega de premios me comentaron que no sabían que era preso. Habían buscado información sobre este actor y no habían encontrado ninguna película suya. Fue una sorpresa y una gratitud muy grande por pensar: esto no ha sido valorado de forma subjetiva porque este chico es un preso. Se ha valorado su trabajo como actor. Eso para mí es el premio, que no existan fronteras en el trabajo interpretativo.
N.M.: ¿Si le pudieras pedir tres deseos al cine cuáles serían?
M.P.: Yo creo mucho en el trabajo, en la suerte y en la casualidad. Si pudiera pedir tres deseos: que no me falte trabajo, que tenga mucha suerte y que las casualidades me aporten cosas tan bonitas como esta.
httpv://vimeo.com/71111228
Dirección: Manuel Pérez
Guión: Carles Vidal
Prod. Ejecutiva: Mikel Mas
Prod. Del. transFORMAS: Eva García y Thomas Louvat
Dir.Producción: Isaac Pérez
Dir. Fotografía: Oriol Bosch Vázquez
Dir. Artística: Laura Luna
Sonido: Sergio Rueda
Ayte. Dirección: Adela Batiste
Script: Itati Moyano
Montaje: Marta Forné
Interpétes: Cristian como OSCAR, Aida como HELENA, Juan Carlos como JARO, Alicia como BERTA, Ildefonso como EDDIE, Gisela como MARTA, Carlos como QUINI y Eva como OLGA.
Foto Banafcheh Pérez y fotos oficiales de la película.