¿Quién es Ángel Stanich?

¿Quién es Ángel Stanich?
Te presentamos a nuestro misterio preferido de la música española que viene, que, con 25 años, ya cuenta con un universo propio y perfectamente reconocible.

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¿Es, como dicen, un cruce entre Albert Pla y Quique González? No. “Mi nombre es Ángel Stanich. Ch, ch”,  suele aclarar, fonéticamente, él mismo cuando se presenta sobre el escenario. Un tipo con barba y guitarra al que no le gustan ni las etiquetas ni la promo ni las entrevistas, pero que suena cada vez más fuerte y que lanzará disco en breve.

Si eres un habitual de las ondas de Radio 3, es difícil que no te hayas topado todavía con él, como difícil resulta, también, no cruzárselo en la gira con la que ahora mismo recorre España, que, desde noviembre, le ha llevado por más de diez ciudades y escenarios diferentes.

Pese a ser de la verde Santander, la música de Stanich suena a puro desierto. En sus canciones conviven guitarras áridas, cactus y coyotes con tipos que se la juegan en cruces de caminos. Un léxico de carretera y manta, de calma tensa y tablas que crujen en el porche, que, en otros, sonaría forzado, o quizá tópico, pero que sienta a las letras de Stanich como un guante, y le ha servido a su autor para contar ya, a sus 25 años, con un universo propio y perfectamente reconocible.

Cuando le preguntamos que por qué le gusta tanto la ley del desierto, el músico nos explica que “en el desierto es el sol quien hace justicia”, y que allí “las leyes son más blandas para los coyotes”. En un panorama en el que “independiente” se ha convertido en una etiqueta para vender más, Stanich, del que se habla como un ermitaño y un freak –eso dice Sony, su discográfica- recluso en su bohemia y sus canciones, parece no querer apuntarse a ningún carro, y defiende que, en realidad, los cactus son los verdaderos outsiders.

Su álbum de debut, Camino Ácido, producido por Javier Vielba, de Corizonas y Arizona Baby, saltó a la calle la primera semana de febrero de 2014– pero, antes, Ángel Stanich ya contaba con una fiel comunidad de acólitos, que incluye un divertido perfil de groupies en Twitter, las Chicas Ácidas (dicen por ahí que ese punto vulnerable que tiene el músico despierta el eterno «sueño húmedo de protección materna»). Ellos eligieron, desde el principio, un himno de entre todas sus canciones: “Metralleta Joe”.

“Metralleta Joe” retrata a un asesino a sueldo pragmático y sin complejos, de esos que, como Tony Soprano  -a quien Stanich también ha dedicado un tema-, consiguen caer bien a pesar de todo. Las hazañas de Metralleta Joe son coreadas en los conciertos del cantautor, que cree que a Joe no le gustaría ver que se ha convertido en un emblema, ya que “no sería bueno para el negocio”. Mucho se teme Stanich que Joe diría algo así como: «El emblema ese te lo voy a hacer yo como no apagues la radio…».

El material que circula en la red de este cantautor lisérgico, como el álbum Camino Ácido, ya en Spotify, constata que las canciones de Stanich han sido bendecidas con un súperpoder: les sienta tan bien ir de traje -como cuando el músico conquistó, con su banda, al público del último Sonoramacomo desnudas.

De aquella forma, desnudas, es decir, en acústico, es como se dieron a conocer a través de las demos que el cantautor colgó hace ya tiempo en Bandcamp, y así es como sonarán también en las próximas fechas de su gira “Demos del Ácido”. En 2014, dejarán huella en Miranda de Ebro, Salamanca, Torrelavega, Toledo, Daimiel, Burgos, Palencia, Cieza, Mérida y Cáceres, y se espera que, una vez lanzado, el músico presente Camino Ácido con banda y todo el ruido que se merece. Antes de que nos demos cuenta, el virus Stanich se habrá propagado por todo el país.

Fotos: Imanol Villota y Processed Beats