Vale, tiene un perro precioso, es guapo hasta decir basta, podríamos mirar cientos de gifs de él que no nos cansaríamos y verlo con un bate de béisbol y ensangrentado de pies a cabeza no nos asusta. ¿Es Ryan Gosling el malote de turno por el que perderíamos el culo? Francamente no (Y SÍ).
Si analizamos un poco la trayectoria del actor sabemos desde ya que nos quedaríamos con Noa (qué cantidad de clinex se necesitan para ver esta película, Dios mío) y con el chico dulce que interpreta en Blue Valentine (otro paquete y medio de pañuelos, mínimo), además ESA escena de sexo oral merece ser recordada. Y bueno, qué decir de ser el antagonista de George Clooney, tampoco le quedaba mal.
Ahora bien, y de esto han corrido ríos de tinta, el matón en el que lo convierte Nicolas Winding Refn en Drive y en Sólo Dios perdona (habrá que esperar hasta noviembre para poder verla en pantalla grande) no es tan de perder las bragas por él, salvando la escena del ascensor con Carey Mulligan. ¿De verdad querríamos tener de novio a Don Mudito? Ni de coña. Quizá, por donde vemos más viable volver a enamorarnos de Gosling es en Cruce de caminos (inserte aquí su cara de odio a Eva Mendes).
Olvidando el (¡Oh, ¿por qué?!) pelo rubio, el papel que encarna el actor es de la figura idealizada que nunca se daría en la vida real. Y sí, nos gusta.