Milagros en la clase de música

Milagros en la clase de música
Su propia profesora confiesa que estas adolescentes le flipan. Al que las escuche cantar le pasará lo mismo.

En 2010 algunas alumnas del colegio público Pío XII entendieron que el programa lectivo dedicaba muy pocas horas a la música, y empezaron a quedarse en clase a la hora del recreo para poder seguir tocando. Fue entonces, a través de una profesora del centro llamada Ana Molina Hita, cuando arrancó, como ella misma dice, “por accidente” un proyecto al que, sin embargo, su propio nombre califica de otra cosa bien distinta. Milagros es un coro infantil que canta a Brian Eno, Kraftwerk y Ennio Morricone, que ya ha dado lugar a un disco homónimo (Club Social, 2014).

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Que Milagros es algo fuera de lo común salta a la vista y, sobre todo, al oído. Que su profesora y directora tampoco es alguien convencional también queda patente cuando Nokton Magazine intercambia con ella varios correos electrónicos en los que nos explica, con una naturalidad admirable, cómo se metió a multiplicar panes y peces en las aulas de este colegio del barrio de Tetuán. Le llevó un curso académico y muchas tardes en casa construir esta preciosista e hipnótica amalgama, en la que las letras atemporales de algunos genios de la música toman una nueva forma en las voces de esas adolescentes de melena larga. Las mismas que jugaron con su profesora a imaginar los arreglos que finalmente adornarían el sonido de este vinilo rosa, y que dan al conjunto un aire de ensoñación, que recuerda al neohippismo electrónico de bandas como Hola a Todo el Mundo, formación a la que Molina, por cierto, pertenece.

– Dicen que la música amansa a las fieras. ¿Y a los adolescentes? ¿Y al resto de la comunidad educativa?

– A través de la música podemos hurgar en cuestiones que no saldrían de otra manera. Ayuda a crear ambientes tranquilizadores y, a la vez, puede dispararnos en todas las direcciones y acabar en pogo. Tan necesario lo uno como lo otro. Iniciativas como la nuestra son bien recibidas. No por una institución caduca y miserable que aspira a arrasar con la Educación Artística pero sí por cualquiera que sepa en qué consiste la práctica educativa.

Milagros en la clase de música

De las palabras de Molina se deduce que la discriminación lectiva de lo que el ministro José Ignacio Wert definió sin pudor como “las asignaturas que distraen” sigue vigente, y que, por supuesto, la situación no es exclusiva del centro donde ella imparte clase. Pero, incluso en los momentos malos, en el sistema educativo sobreviven resquicios para colar proyectos como éste, y en este caso el resquicio “se llama desobediencia”, nos dice la docente. “Más allá del horario lectivo, hacemos muchas cosas que no aparecen en ninguna ley”, afirma.

Por difícil que les resulte de entender a algunos burócratas, y al igual que en los intensivos de danza y emociones que los coreógrafos Wilfried Van Poppel y Amaya Lubeigt imparten en el documental 5 days to dance, el objetivo de este coro no es solo cantar. Tampoco parece limitarse a ampliar el catálogo de referencias musicales de las estudiantes, aunque Molina confiese que cree que “algo ha cambiado” cuando sus alumnas le cuentan que escuchan a Brian Eno camino del instituto, o cuando le mandan un mensaje preguntándole “que cómo se llamaba el grupo aquel de los robots (Kraftwerk)”. La verdad es que, como ella misma confiesa, la selección del repertorio de Milagros depende de factores que muchas veces se le escapan. “Puedo descubrir una canción un sábado y llevarla a clase el lunes o puedo acordarme de algo que escuchaba cuando era grunge”, comenta Molina, que celebra cuando nos confundimos en una de las preguntas y le citamos a Leonard Cohen como uno de los artistas versionados por sus alumnas: “Nunca lo hemos cantado, pero me lo apunto para el próximo curso”, dice.

Milagros en la clase de música

Pero, volviendo a lo de antes, el propósito de Milagros parece tener que ver, más bien, con un objetivo, que, aunque en apariencia resulte menos ambicioso que ponerse a aprender solfeo, solo lo resulta así, en apariencia. Se trata de aprender a vivir en comunidad. Un valor que se desprende de las palabras de su directora, que señala que “tocar en un grupo o cantar en un coro son actividades que logran instalarse en nuestro inconsciente y por eso somos capaces de recordarlo muchos años después”. Así, For ever (para siempre) es como se llama el EP de Milagros disponible en Bandcamp. Molina destaca que en el coro “nada depende sólo de ti, depende de que cada uno haga lo que sabe y, cuando ves que funciona, aprendes a delegar y a domar el eguito”.

El eguito, desde luego, parece bastante domesticado en Milagros, por la sincera admiración con la que Molina habla de sus alumnas, de las que quizá otros se limitarían a decir que están en la edad del pavo. “A mí estas adolescentes me flipan. Se enfrentan a situaciones monumentales y consiguen superarlas. A veces me pongo en su lugar y no sabría ni por dónde empezar”, reconoce. El posible eco mediático del proyecto tampoco las ciega: más allá de conciertos puntuales, sus planes más inmediatos consisten en ir hoy a comer a la piscina, y en volver a verse después del verano. Quién sabe si por milagro, por accidente, tal vez por ambas o quizá por ninguna de las dos, estas cosas siguen sucediendo, incluso cuando lo tienen todo en contra, y muchas veces lo hacen a la vuelta de la esquina. Milagros es la prueba sonora y viviente de ello.

Fotos: Milagros.

Milagros actuaron junto a Prin Lalá el domingo 28 de junio en la Fiesta Fin de Curso de La Casa Encendida de Madrid.

Enlaces de interés:

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