Ya sabemos que las redes sociales son fuente de opinión y medio para compartir ideas y críticas, y que los comentarios pueden marcar el éxito de un producto. Pero son las imágenes las que ahora imponen la moda, especialmente si hablamos de gastronomía.
Las tradicionales imágenes de platos combinados que inundan los restaurantes cotidianos se han transformado, como todo, con el 2.0. No sólo porque la moda gastronómica impone platos fuertemente visuales sino porque son los clientes los encargados de capturar la imagen. Las cartas ya no se acompañan de fotografías de cada plato, se buscan en Internet; que también es el lugar idóneo para buscar restaurante ya que según un estudio recientemente publicado por NH Hoteles y Territorio Creativo el 48% de los viajeros busca información de restaurantes en su móvil e Instagram es una de las apps más usadas por los viajeros.
Los restaurantes lo saben como demuestran algunos locales neoyorquinos, es el caso de Comodo o Empellón Cocina, que en su propia carta incluyen el hashtag con el que los clientes han de subir las fotos de sus platos a esta aplicación transformándose así en prescriptores sin olvidar la importancia del comentario que la acompañe. La tendencia ha cambiado, ya que a principios de año había saltado la alarma tras las quejas de varios restauradores de Nueva York que prohibían a sus clientes utilizar sus cámaras.
El mejor restaurante del mundo, El Celler de Can Roca, también se ha dejado llevar por Instagram. Lo hizo mediante un concurso en esta app donde se subieron más de 1.000 fotografías, el ganador recibió un servicio en el restaurante del que realizó fotografías. Pero también hay hueco para los profesionales. El fotógrafo Brock Davis acaba de publicar en su propio Instagram una serie de fotografías de alimentos cargadas de creatividad.
A la vez que se populariza la subida de fotografías desde el propio restaurante crecen en internet los consejos para que estas fotografías luzcan perfectas en un terreno en el que cada día aumenta la competencia. En un local hay que atender a varios aspectos, el primero no molestar al resto de la sala; por ello no deben usarse flashes. Además la luz natural es la más recomendable para los alimentos. Tampoco el fondo ha de robar protagonismo al plato y debe ser el color el que le de toda su potencia. Además suelen aconsejar los planos cenitales o naturales, nuestro propio punto de vista desde la mesa, antes que perspectivas más creativas.
En los inicios de la fotografía su principal inspiración fue la pintura y especialmente los bodegones, ahora estos se traducen en imágenes de platos de comida. Hace tiempo que la fotografía va más allá del recuerdo y las aplicaciones luchan por ello, la máxima es compartir el momento.
Fotos: Javier Prieto (cc) / El Celler de Can Roca