Eva Baeza, autora de «La colina de los gatos», un recorrido desde la Andalucía rural de los años 30 a la Barcelona de 2001

La colina de los gatos, de Eva Baeza.
La colina de los gatos, de Eva Baeza.

La autora barcelonesa inició su carrera como escritora con una premisa más que interesante, que aúna las relaciones familiares, el amor como hilo conductor, las adicciones, la religión, la homosexualidad o la represión. Y lo adereza con pinceladas históricas y un notable trabajo de documentación. Una novela hecha para remover el interior de los lectores.

Hay historias que están hechas para tocarnos la fibra sensible, aunque no lo sepamos ni las conozcamos todavía, y lo mejor es que, cuando eso sucede, no suele ser algo intencionado, simplemente ocurre. Que se lo digan a Eva Baeza, cuyo debut literario, La colina de los gatos, es una historia capaz de remover por dentro al lector, de hacerlo reflexionar sobre su propia familia, sobre los padecimientos de aquellos que vivieron el horror de una guerra o, al menos, de cuestionarse lo fuertes que pueden ser los lazos que nos unen a nuestros seres queridos.

Para comenzar, hay que decir que la intención de esta autora barcelonesa no era, ni mucho menos, escribir una novela. Ella tenía una idea, estaba en un momento delicado, se enteró de los orígenes de su familia paterna y lo demás llegó solo: «La colina de los gatos nunca fue preconcebida como una novela. En mi obstinación por fundar el mundo a mi manera, un día me asombré escribiendo: “Quiero contarte algo…”, y de ahí fui tirando y expulsando todos los demonios que llevaba dentro. En plena catarsis, me tropecé con un episodio desconocido de nuestra historia que pedía a gritos ser escuchado. Ese fue el momento en el que tomé conciencia de que son las historias las que, por alguna razón, nos escogen a nosotros, y no al revés», rememora Baeza.

Cierto es que las relaciones familiares son ya una materia que da para escribir libros. Son fuente de conflictos, de amores eternos, de fuertes lazos y de secretos que marcan por siempre a quienes los llevan consigo, pero, sobre todo, son el mejor indicador de la madurez emocional, como afirma la propia autora: «Las relaciones más amorosas y conflictivas son las que se crean en el seno familiar, porque son las personas con las que más nos perturbamos. Son con quienes más mostramos nuestra vulnerabilidad y a quienes más apegados estamos emocionalmente. De ahí que esperemos inconscientemente que resuelvan los conflictos internos que no sabemos resolver por nosotros mismos. El indicador más fiable de que hemos conquistado la madurez emocional es agradecer todo lo que hemos recibido y nos han transmitido nuestros padres. No nos liberaremos definitivamente de ellos hasta que no comprendamos y perdonemos sus errores».

Por tanto, una historia de este tipo ya tiene ingredientes para llegar al interior de los lectores, aunque eso no basta; Baeza le pone algo más: tres personajes femeninos que encarnan las tres partes en que está dividida la obra. La abuela (magistral personaje, por cierto), la madre y la hija. Tres mujeres que comparten la marca del dolor y tres generaciones que unen la Andalucía rural de 1930 y los años de la posguerra con la Barcelona de 2001. Un poco como la misma historia que descubrió la autora sobre su propia familia, pero aderezada con esa temática universal del conflicto con la madre y con un hecho histórico sobrecogedor y relativamente poco conocido de nuestra historia: el asesinato a sangre fría de miles de civiles que huían, en febrero de 1937, de la Málaga recién tomada por las tropas franquistas. La conocida como La Desbandá: en apenas 200 kilómetros, en la carretera entre Málaga y Almería, los refugiados que intentaban escapar de la barbarie fueron acribillados por mar y aire por el ejército sublevado. Se calcula que entre tres y cinco millares de seres humanos perdieron la vida. Un hecho atroz e inhumano que requería cobrar voz y que a Eva Baeza le exigió un profundo ejercicio documental patente en el libro.

Y sin embargo, aunque pueda resultar sorprendente, hay que repetir que el hilo conductor de La colina de los gatos es el amor, porque, en palabras de la propia Baeza: «En La colina de los gatos, todos, absolutamente todos los personajes se mueven por amor, y ese es un motivo más que suficiente para que los adore. A todos, sin exclusión».

En el mes de noviembre del año pasado, además, los textos y poemas de Eva Baeza llegaron hasta el Ateneo de Madrid para acompañar la obra de Joan Alsina, ampliando los horizontes literarios de la autora.