Desde que grabase su primer disco a los 18 con Mutis, Litus se ha pasado la vida de escenario en escenario y de pueblo en pueblo. Hoy reconoce que es un camino “lento”, pero que funciona; él ha llegado a girar con Paul Carrack y a actuar en el Teatro Nacional de Caracas, y ahora aprende a vivir tranquilo en mitad del caos que inspira El miércoles 14, un trabajo que hoy ve la luz y en el que el catalán luce vozarrón e ironía –a ratos- autobiográfica con pop-soul luminoso de fondo y aires de cabaret. El próximo 6 de mayo lo presentará en directo en el Teatro Bodevil.
Nokton Magazine: El miércoles 14 es el día que viene después del martes y 13 ¿Eres supersticioso?
Litus: La verdad es que lo he sido durante muchos años y en los discos no cuentas tanto tu vida, sino que más bien proyectas lo que te gustaría ser y lo que te gustaría que te pasara. Así que yo he intentado quitarme de encima de esas manías.
NM: Y en el karma ¿crees?
L: (Se ríe) Bueno, hay una duda en el disco, en el que hay varias maneras de ver el karma. Mi ex era budista y he convivido muchos años con el budismo. No soy budista pero sí simpatizante. Pero todavía estoy pensando si creo o no en el karma.
NM: Cantas en primera persona. ¿Eso significa que tus letras son autobiográficas o también les echas algo de sal y pimienta?
L: Me ha gustado eso de la sal y la pimienta, creo que la cosa iría por ahí (risas). Supongo que la primera persona le da un plus a las canciones que me gusta mucho, pero eso no significa que todo me ocurra a mí. Hay de todo, hay cosas que me han ocurrido, pero también hay muchas historias de amigos, de gente cercana, incluso historias que me invento. Utilizo cosas que sí me han pasado para mezclarlas con sal y pimienta.
NM: La RAE incorporará esa palabra que tanto te gusta, resiliencia (la capacidad de un cuerpo de recuperar su forma original tras un esfuerzo, también usado en psicología), en su próxima edición. ¿Te consideras un material resiliente?
L: Es un poco lo que te contaba, que los discos sirven para proyectar lo que me gustaría hacer. Yo voy incorporando poco a poco la resiliencia en mi vida, pero es complicado, y antes hay que entender profundamente lo que significa, que es sobrellevar situaciones límite de una manera lo más inteligente y elegante posible y saber sacar lo positivo de momentos jodidos.
NM: También empleas un concepto enunciado por el pensador Zygmunt Bauman, el de la modernidad líquida, que hace referencia a la volatilidad de los vínculos y las relaciones en una sociedad individualista y precaria. Si tuvieras que señalar algo sólido en tu vida, ¿qué sería?
L: Mi vida es totalmente líquida. Este trabajo hace que nos transformemos en líquido, porque tenemos que estar en movimiento constante y encontrar nuestra casa ahí dónde vamos. Es complicado tener una estabilidad larga, quizá la mejor opción sea encontrar otra manera de conseguir la estabilidad, que es estar relajado en medio del caos. Cuanto topé con el concepto me gustó, porque estaba totalmente metido en esa modernidad líquida, y el lugar que describe la canción es donde pude quedarme quieto durante unos meses, en Cadaqués, en Cap de Creus (en la Costa Brava de Girona). Estuve viviendo en la barraquita que se ve en el videoclip de ‘Pedalear’ al fondo del bosque. Ese lugar es el que describe otro tema, ‘El elefante dormido’, en el que puedes conseguir que se evapore esa modernidad líquida antes de llover, y volver a esa sensación de echar raíces, muy agradables, sobre todo si el 80% de tu vida consiste en ir de aquí para allá.
NM: Dices que donde más discos vendes es en los directos. Si antes había que vender muchos discos para irse de gira, ¿cómo engrasas tú esa maquinaria que hoy ha cambiado tanto?
L: A mí me costó hace años. Empecé con un sistema muy diferente al actual, y de pronto se produjo este cambio de eje, que ya no solo son cambios de matices, sino de raíz. Pero ya llevo unos añitos en esta adaptación, y la verdad es que estoy a gusto. Antes de sacar discos yo ya tenía ese punto de apuntarme a todos los bombardeos e ir de aquí para allá, así que la situación actual en la música se parece a lo que he hecho toda mi vida: a guerrear por mi cuenta, a conquistar a la gente de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo. Funciona, es un camino más lento, pero he podido comprobar en mis carnes que funciona y se venden discos. El negocio está ahí, pero tienes que estar todo el día dando vueltas. Otra cosa positiva es que todos los intermediarios que se han quedado en el camino en este proceso de cambio han permitido que el artista sea más libre, y que el concepto que quiere expresar no pase por ningún filtro y vaya directo al espectador. Creo que eso es sumamente positivo. Ahora eres más dueño de tu carrera, no como antes, cuando había cosas que las discográficas no te contaban, o que te contaban y tú no te creías. Ahora lo sabes todo. La putada es que no sea una opción, sino el único camino.
NM: Para la presentación en directo de Miércoles 14 anuncias varias sorpresas, algunas de ellas al más puro estilo cabaret… ¿Cómo descubriste ese lado cabaretero tuyo?
L: Es curioso, porque toda esta movida circense y cabaretera aparece en el disco musicalmente, pero cuando compuse esas canciones no estaba haciendo lo que hago ahora (Litus trabaja en un musical, “La cena de los malditos”, en el Teatro Bodevil, donde presentará su disco en directo el 6 de mayo). Es como lo que decía antes: en los discos proyectas tus deseos, y en este caso me ha salido bien; en agosto me llamaron para este proyecto y de pronto me vi envuelto en un proyecto cabaretero, cantando y actuando por primera vez. Extrañamente, el disco conecta con eso que me ha ocurrido y quiero que el día de la presentación eso también brille, así que utilizaré elementos y personas de este elenco para que haya sorpresas en el concierto.
NM: Y viajarás a Argentina para girarlo. En tu anterior disco fuiste a Venezuela. ¿Cómo es y cómo surgió tu relación con el otro lado del Atlántico?
L: Empezó hace unos diez años, cuando estuve de gira acompañando a otro artista que es Joan Tena. Siempre fue muy generoso conmigo y, además de hacer de guitarrista y corista, él me dejaba cantar canciones mías. Hubo una conexión brutal con el público, fue como un sueño, noté muy buena onda con la gente de ahí, porque de alguna manera tengo influencias musicales de allí; por ejemplo, soy un gran admirador de Fito Páez y creo que se refleja en lo que hago. Siempre tuve en la cabeza que tenía que ir, y eso que es complicado porque está en la otra punta del mundo. Pero tuvimos suerte, porque en Venezuela gustó mucho el anterior disco, entró en la radiofórmula y llegamos a actuar en el Teatro Nacional de Caracas, con todo el mundo cantando.