Las iniciativas de ‘Mañana’ para salvar al planeta de nosotros mismos

Fotograma de 'Mañana'.
Fotograma de 'Mañana'.
El mundo del mañana está cerca, solo queda darnos cuenta de que las soluciones son mucho más sencillas de lo que pensamos.

Si nos dijeran exactamente cuánto tiempo nos queda en el planeta como civilización, quizás nos pondríamos las pilas. O no. Tras diversos estudios científicos a lo largo de los años, así como teorías negacionistas que evidenciaban lo absurdo que puede llegar a ser el humano como especie, nos embarcamos junto a Mélanie Laurent y Ciryl Dion en ‘Demain’, un documental que, a la vez que nos muestra las diferentes formas de llevar una vida sostenible, hacer ciudades en paz con el entorno o la educación cómo base, nos enseña que es posible reducir el consumo, reciclar y adoptar medidas que hagan posible la vida en el planeta más allá de este siglo.

 El mundo del mañana está cerca, solo queda darnos cuenta de que las soluciones son mucho más sencillas de lo que pensamos.

“El documental es una mirada sobre la sociedad tal y como podría ser mañana… Cuenta Mélanie Laurent en una entrevista. “Estamos exactamente en la era en la que las personas ya no se hablan, ya no se ven, todo el mundo se juzga, casi ya no hay empatía. Y, de repente, la película muestra a personas que actúan juntas, hablan alrededor de un frambueso o de un improbable billete de 21 libras. Estas iniciativas crean pequeñas comunidades a años luz del ecologista alternativo en su cueva. Es importante tener personajes que se parezcan a nosotros, con los que cada uno pueda identificarse”.

Cinco propuestas

Consumo: apostar por los comercios locales. Hacer la compra en el mercado del barrio, intentar que nuestra ropa no sea de Inditex o mirar la política socioambiental de una compañía nos acerca a consumir de manera diferente. Concienciarse de que siempre podemos cambiar la forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno.

Alimentación: en el documental nos hablan de la importancia de comer más comida orgánica y menos carne. Los gastos que se generan con el ganado, son muy superiores a los de frutas y hortalizas. Pequeños productores y comercios independientes darán, muchas veces, más calidad que Mercadona.

Energía: opta por las renovables. Es muy fácil decirlo, sabemos que depende más de las labores de los gobiernos que de los propios ciudades pero los combustibles fósiles suponen un incremento continuo del cambio climático. Optar por otra forma de movernos por la ciudad como puede ser el transporte público o la bici también ayuda. Las ciudades deben adaptarse a las personas y no a los coches.

Economía: cámbiate de banco. Apostar por entidades con políticas sociales éticas y que apuesten por economías locales puede ser la clave. No siempre es fácil pero tras la crisis, somos más conscientes que nunca que especular con el dinero y las hipotecas de los ciudadanos para luego ser rescatado por el estado no es muy ético.

Ecología: reducir, reutilizar, reciclar, reparar, compartir. 10 millones de toneladas de basura se tiran cada día a nivel mundial y tiramos un tercio de la comida que producimos. Comparte, regale, usa los contenedores apropiados, no tires lo que puede valer, ponlo a la venta en una App… Hay millones de fórmulas para que los pequeños movimientos cotidianos terminen por valer más de lo que imaginamos.

“Dinero del Monopoly”

Libras de Bristol.
Libras de Bristol.

Además, vemos cómo en el filme nos cuentan, de manera local, cómo se puede llevar a cabo un sistema propio de moneda que funciona en lugares de Inglaterra o entre las start-up suizas. Y que sólo tiene validez y puede ser usado en un determinado lugar, para que la economía de un pueblo funcione mejor. Lo vemos por ejemplo en Bristol (Inglaterra), donde el alcalde ha pedido cobrar su sueldo en libras de Bristol. En España, Ada Colau propuso algo similar para sus funcionarios pero, en este país de pandereta, no tardaron en salir los que decían que iba a pagar con «dinero del Monopoly».

Educación como base

Llegado casi al final del documental, nos muestran una escuela en Finlandia. No tendría nada de raro, pero ahí implementan otra forma de educación, basada en diferentes métodos, desde una formación del profesorado mucho más estricta y práctica hasta unos niños aprendiendo cómo se llevan a cabo las tareas del hogar. Viéndolos, dan ganas de llorar porque aquí en España estamos a años luz de todo esto.