Corriente low cost a orillas del Sena

Cuando París es una fiesta y además no te tienes que dejar el bolsillo para descubrirla.

París en verano nada entre dos aguas. La famosa ‘playa’ del Sena atrae cada año a unos cuatro millones de visitantes, pero mientras que gran parte de ellos son turistas, los «verdaderos parisinos» ignoran el río y se quedan en el canal de Sait Martin.

Miles de personas se acerca a orillas del Sena a broncearse cuando el esquivo sol parisino lo permite, con la Torre Eiffel, la Catedral de Notre-Dame o el Pont des Arts como idílico paisaje de fondo. Adultos y niños de todas las edades corren entre los transeúntes, se mojan en los aspersores, y practican alguna de las muchas actividades deportivas y de entretenimiento organizadas para ellos.  París es una ciudad de vanguardia, es la bohème… y es tomar el sol en la ‘Paris plage’. París es el único sitio donde decir Au Revoir al bateau mouche (barquito lleno de guiris) desde tu hamaca a orillas del Sena.

pont alex iiiLos habitantes de París evitan de esta forma las aglomeraciones que se forman en el centro de una de las metrópolis más visitadas del mundo, con casi 10 millones de turistas a lo largo del año. A lo largo de los 4,5 kilómetros que mide el canal, los parisinos despliegan sus manteles y se encomiendan a una modalidad culinaria de la que algunos hacen casi religión: el picnic. Vino, algún tipo de queso, tomates cherry, ensaladas y tarrinas para untar paté, humus y salsas diversas son los ingredientes mínimos que componen un típico picnic parisino, aunque también hay quienes se contentan con unas cervezas y unas bolsas de patatas fritas pero la triada ganadora siempre es Baguette + queso + vino. Los puntos clave son el Pont Alexandre III y el Pont des Arts (donde encontrarás menos turistas) y con el buen tiempo, el puente suele llenarse de gente al anochecer y no es raro que alguno se anime a tocar algún instrumento, creando una especie de fiesta improvisada mientras el sol se pone.

pontalex

El ambiente es distendido y animado: una tarde en el canal permite presenciar cuatro cumpleaños, un concierto espontáneo y hasta el salto al agua de dos valientes (o temerarios) desde uno de los puentes que lo cruzan. Quienes quieren practicar deporte de menos riesgo o tomar el sol lo hacen a lo largo de su recorrido, en el Jardín de Villemin, a pocos metros del agua o ya en el Parque de la Villette, donde se encuentra el estanque del mismo nombre que pone fin al canal.

Tampoco faltan los djs, el karaoke espontáneo, los asientos hechos con ruedas de camión para escuchar música y ver la puesta de sol de lo más cómodo y el puesto de crepes a 10 euros (no todo iba a ser económico).

Fotos: Mar López Hdez.