Todos tenemos una pasión. Germina siempre como una enredadera, al principio pequeña, pero con el tiempo tapa por completo las fachadas y paredes. Incluso, a veces, envuelve el alma con tanto ímpetu que al final se confunden ambas, y la primera hace que la segunda olvide otros amores, otros mundos. Kafka tenía una pasión así. Se llamaba Literatura y le entregó su vida al completo. O eso es lo que se deduce de Kafka enamorado, la obra que se representa estos días en el Teatro María Guerrero de Madrid, para descubrirnos a un escritor que entendía el arte de las letras como “la conciencia de la humanidad”.
La pieza teatral, escrita por Luis Araújo y dirigida por José Pascual, navega por la tortuosa relación que el autor de La metamorfosis (interpretado por Jesús Noguero) mantuvo con Felice Bauer (Beatriz Argüello), una mujer moderna e independiente con la que Kafka estuvo a punto de casarse tres veces, pero a la que acabó rechazando por su verdadero amor: escribir. Una historia que pronto se convierte en un remolino de viajes de ida y vuelta entre realidad y ficción, entre los relatos que el escritor podría vivir con Felice y los que él quería crear.
El resultado es un cuento tan verosímil como los personajes que interpretan Jesús Noguero, Beatriz Argüello y Chema Ruiz, trío que convence y, lo que es mejor, seduce. Igual que el escenario en el que se mueven, sencillo e íntimo, para que sean la luz y el sonido los que expliquen dónde están los protagonistas y qué les pasa. Y ambos lo consiguen con la elegancia y sutileza que exige un espacio como la Sala Princesa.
Sin embargo, es la fuerza del texto lo que hipnotiza, el ingenio y universalidad, tanto la de las palabras como de sus personajes. Porque es difícil no reconocer en nuestro entorno un Kafka como el que retrata Araújo, o una Felice, o, un choque de caracteres como los suyos. Indecisión/seguridad, dependencia familiar/autosuficiencia, profundidad/banalidad y, el más importante: el deseo de desentrañar lo transcendente frente al de disfrutar de una vida normal.
Luis Araújo afirma que el praguense “llegó a la conclusión de que una vida matrimonial, burguesa, familiar y ordenada era incompatible con su anhelo artístico, y acabó sacrificándola –sacrificándose él mismo- para legarnos su obra”. Hete aquí la magia de la pieza, esa dicotomía palpable, multiforme, inherente a una existencia humana que, en el fondo, no es más que una guerra de pasiones que luchan por recubrir el alma y confundirse con ella.
Kafka enamorado puede ver en la Sala Princesa del Teatro María Guerrero hasta el 28 de abril a las 19 h. (de martes a sábado) y a las 18 h. (domingos). Los miércoles -día del espectador- la entrada cuesta 8 euros (el precio normal son 16 €).
Fotos: Marta Vidanes
httpv://www.youtube.com/watch?v=-kPfaYZq7gA