Si decidiesen adaptar todas las novelas de Margaret Atwood a la ficción televisiva no nos daría tiempo a ver todo. La autora de El cuento de la criada ha permitido también la adaptación de otra de sus obras, en este caso hablamos de Alias Grace, una historia que se remonta al siglo XIX donde la protagonista es una supuesta célebre asesina, Grace Marks.
Netflix ha sido esta vez quien ha llevado a la pantalla esta historia, la miniserie, que cuenta con seis episodios, trata las desdichas de una adolescente que tiene que huir de un padre maltratador y abusivo para buscarse la vida después de llegar desde Irlanda. Ahí empiezo su periplo como sirvienta en el norte de Canadá donde conoce a su amiga y parte importante de la narración, Mary Whitney.
Esta historia de Atwood no tiene nada de distopía, como en The handmaid’s tale, aquí conocemos el crimen que cometió o no – porque esto no lo podremos vislumbrar hasta el capítulo final – la desdichada Grace, una joven que ha pasado media vida en la cárcel. La premisa de la historia, que arranca enseguida en el primer episodio, parte de contarle a un psiquiatra todos los hechos que ocurrieron antes de los crímenes, así conocemos cómo era su vida y qué ocurrió para que se desencadenasen esos acontecimientos.
No tienen nada de distópicos los abusos por parte de los hombres, los embarazos no deseados, el no poder defenderse, el tener que abortar de manera peligrosa, el plegarse porque si no va a ser peor… Todo ello sigue ocurriendo en este 2017.
Las mujeres siguen muriendo y siguen siendo violadas. Es tremendamente real lo que le ocurren a todas las mujeres que vemos en la pantalla
La narración de Atwood queda impregnada en cada fotograma de la serie, donde la interpretación de Sarah Gadon hace valer a su personaje de un aura especial, manteniendo al espectador en vilo en todo momento. Grace dice que no recuerda el asesinato, pero los hechos son irrefutables. Su compañero de hazañas, otro de los empleados en la casa, es mandado a la horca, pero lo que ocurrió allí ella parece haberlo olvidado por completo.
La amnesia es una constante siempre que cuenta su historia. Sufre vejaciones en la cárcel y en el manicomnio donde fue ingresada y todo lo que supone hablar de su pasado le produce un daño terrible hasta que conoce al doctor, con quien surge una conexión que Grace sabe conducir a su antojo.
Es hacia el final de los seis episodios donde se condensan los hechos más importantes, pero el magnetismo hacia lo ocurrido nos atrae desde el minuto uno de la ficción. Donde vemos, además, cómo Grace se reencuentra con un viejo amigo, Jeremiah quien dice ser ahora doctor experto en hipnosis. Esta práctica, ahora denostada para los late shows de la televisión, fue de las más usadas siglos atrás y suponía un avance para ciertos sectores médicos.
Uno de los episodios más conseguidos llega también hacia el final de la historia. Desde la cómoda posición del doctor, que parece haberse quedado prendado de Grace y con la moral de la época como telón de fondo, hace un alegato hacia la mujer en sí misma. Un alegato que parte de la base de que las mujeres están oprimidas en la sociedad (hablamos del sigo XIX pero seguiría teniendo vigencia hoy) y que habría que dejar que se exprasasen más, para terminar subrayando que muchos de los problemas que se podrían clasificar como «mentales» parten de ahí. Un colofón final que es como un caramelo dentro de toda la magnífica historia de Atwood.