Aina Clotet: “Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad”

Hablamos con Aina Clotet, actriz catalana, sobre la producción cinematográfica llevada a cabo entre Barcelona y Bombay.

He llegado a esa edad en que no busco inventariar las pocas cosas que sé, las pocas cosas que he aprendido. Y regreso a la casa del padre porque en el origen está la respuesta. Aina Clotet (Barcelona, 1982) explora el poema, en un tono lo suficientemente bajo para recibir el secreto y lo suficientemente alto para el micro de la grabadora, pero el aparato está apagado. Tres minutos antes concluyó la entrevista y las palabras de Juan Massana, paisano de la actriz barcelonesa, nos devuelven al principio de nuestro encuentro, al espíritu y a la simiente literaria de la película que Aina protagoniza junto a la intérprete y directora india Nandita DasRastros de Sándalo.

El filme nace de uno de los relatos de la novela homónima escrita por Asha Miró y Anna Soler-Pont, guionista y productora a su vez de esta historia a caballo entre Bombay y Barcelona sobre el reencuentro de dos hermanas separadas en la infancia y criadas en dos culturas diferentes. “Es un viaje emocional precioso sobre la búsqueda de identidad, un sentimiento que todos tenemos”.

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Clotet interpreta a Paula, una bióloga catalana de vida uniforme, establecida en torno a su labor investigadora. El pasado del que nunca le hablaron sus padres y del que nada recuerda la visita una mañana en forma de “hermana”, desvelándole unas raíces indias y, en consecuencia, la historia de su adopción. “Yo lo quise jugar a fondo. El trayecto de mi personaje es muy potente, pasa por muchas fases. Uno no cambia de golpe aunque le diga todo el mundo que es otro. Paula siempre ha evitado lo emocional, así que al recibir la noticia, el miedo le suscita huída, rabia y negación, pero tarde o temprano tendrá que enfrentarlo. Hacer las paces consigo misma le va a dar mucha luz” explica la actriz visualizando un par de secuencias en su retina.

Foto 1Un proceso de transformación que necesitará aderezos, cocción y tempo, pero en el que contará con el vitalista y atractivo Prakash (Naby Dakhli), un vendedor de películas de Bollywood del barrio barcelonés del Raval. “Las primeras sonrisas las suelta cuando le conoce. Él le ayuda a descubrir esa memoria sensitiva que permanece dormida en su interior”. Sobre la vieja norma no escrita de que los personajes deben entrarle a los espectadores, pie derecho avanti y no al contrario, la protagonista se siente segura. Aunque la científica se presente “estructurada y fría”, el público empatiza con sus circunstancias. “Acabamos queriendo a los personajes que entendemos”.

Encontrar el rostro de Paula resultó una pequeña odisea para las artífices de la cinta. Cuando María Ripoll escribió un mail a Aina Clotet para que aspirase al papel, a dos semanas del rodaje de la cinta, la actriz se encontraba en Los Ángeles interpretando una obra de teatro. Apenas tuvo seis horas para “transformarse” y mandarle una foto. Más que un primer requisito se trataba de un reto en toda regla. “Imagínate -explica entre risas-, yo estaba rubia californiana y con la tez más blanca que ahora, pero busqué mis rasgos orientales y logré convencerla”. Se leyó la novela en tres días, se preparó, acudió a la prueba de casting y demostró reunir las características (y el alma) imprescindibles de Sita, nombre originario de Paula. Teñido moreno incluido. “Recibir el ‘sí’ fue un regalo. Como actriz pocas veces puedes aspirar a personajes con un recorrido tan amplio y trabajar su evolución sin brusquedad, progresivamente”.

rastrossandalo

Su implicación la condujo a investigar desde el lado más humano las adopciones internacionales. Acudió al Instituto de la Familia de Barcelona y charló con personas de su entorno que se habían visto en situaciones similares. “Como dice Anna Soler-Pont, ¡ojala nunca ningún niño tuviera que ser adoptado! Sería el milagro de la vida, pero una vez que pasa, todos tenemos derecho a una segunda oportunidad”.

La emoción le asalta la mirada según lo cuenta. Confiesa no poder evitarlo. Se acuerda continuamente de Lenguitu, la hija de una amiga suya. “¡Cómo me abrazó la otra noche en el preestreno en Barcelona! Ella también es adoptada y reencontró a su hermana por azar. Esta historia podía haber sido la suya”. La actriz fue testigo directo en Montreal de la reacción colectiva. La película recibió agradecimiento y aplausos, traduciéndose en el Premio del Público. Su paso por la Seminci, el Indian Film Festival The Hague o el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva les ha cargado de un “feedback” emotivo que esperan congregue a los espectadores en las salas.

La película está rodada en hindi, inglés y catalán. Le preguntamos si cree que algún aspecto del idioma o de que se hable en los medios de película, producción y equipo “catalán” podría levantar alguna ampolla, tras la lluvia de críticas cruzadas del anuncio del centenario Freixenet. “Es una película pluricultural. Tendemos puentes de Mumbai a Barcelona, dos ciudades mestizas y multiculturales”. La cuestión no le molesta, explica que si su personaje hablase castellano en Barcelona no se hubiese correspondiendo con la realidad del contexto. “Las películas deben hablar el idioma de la historia. El cine rompe prejuicios y las lenguas se tienen que tratar desde la normalidad”.

Fa vint anys que tinc vint anys. (Hace veinte años que tengo veinte años)

Aina Clotet suma ya dos décadas en la profesión, desde su primera serie en la televisión autonómica catalana (TV3), donde se dio a conocer. Su “grata” experiencia teatral suma y sigue con los nombres de quienes la han dirigido hasta ahora. De Ventura Pons a Michel Hazanavicius con una composición apabullante de la autodestructiva Elisa K en el film de Jordi Cadena y Judith Colell y su intervención como orientadora educativa en Los niños salvajes, de Patricia Ferreira.

Foto 4“He tenido la suerte de rodar películas que me han dejado huella porque he entrado en problemáticas de gente real”. Nos cuenta que con Elisa K recibió más de un centenar de cartas de espectadores que habían sufrido abusos físicos o intimidaciones de igual crudeza. “Esta profesión te da la posibilidad de entender el mundo desde otras perspectivas, pero para mí lo más importante es comunicar y ayudar a las personas aportándoles algo”.

Hermana de Marc (La voz dormida), tuvo una vocación artística tardía. Recuerda aún la conversación que mantuvo con sus progenitores el día de la decisión definitiva sobre su futuro profesional: “Yo les hablaba de medicina, quería ayudar a los demás. Ellos me contestaron: ‘Es tan útil ser actor…  La sociedad necesita espacios de reflexión, de crítica, de cuestionamiento’. Me quedé sin palabras”.

Esta mediterránea entusiasta y de carácter cálido, confiesa ser en lo cotidiano “toda una payasa” y estaría encantada de embarcarse en “una comedia loca” por la capacidad del humor de traspasar barreras. “Con María Ripoll intentamos buscar los espacios de comicidad dentro del drama –señala respecto a Rastros de Sándalo-. Me gusta definir la peli como una feel-good movie por el buen sabor de boca que te deja cuando sales del cine”.

¿De dónde somos: De donde nacemos, a donde nos trasplantan o del lugar al que pertenece nuestra familia? “La respuesta está abierta. La película busca plantear dilemas sobre quiénes somos y si son nuestras raíces o el entorno los que nos hacen ser como somos –y cierra el círculo-. Lo mejor es ser honestos para tener la libertad de saber, escoger y crecer”. Afuera llueve. Indicio de un buen augurio, dirían en la India.

Fotos: Golem