Han pasado ya 150 años desde que una pequeña y curiosa niña se adentrara por primera vez en un oscuro agujero en busca de un conejo blanco angustiado por el paso del tiempo. Y aunque son 150, nuestra Alicia se conserva muy bien, ha sabido evolucionar y adaptarse a los tiempos.
Mucho ha pasado desde la Alicia en blanco y negro que dibujara John Tenniel para una historia que Lewis Carroll creó en 1862. Era una tarde soleada de verano cerca de Oxford, Lewis (cuyo verdadero nombre era Charles Lutwidge Dogson) paseaba en barco junto a las hijas de unos amigos cuando la pequeña Alice Liddell le pidió que les contara una historia. Inspirándose en ella, inventó una serie de aventuras que, más adelante, decidió reunir en un libro para regalárselo a Alice, la primera y auténtica Alicia. MacMillan fue la primera editorial en publicarlo (era el año 1865) y pronto se convirtió en todo un bestseller.
Liddell tuvo que cargar toda su vida con el personaje de Alicia. En una ocasión, confesó a su hermana que estaba «cansada de ser Alicia en el país de las maravillas«. Aunque lo cierto es que los grabados del primer ilustrador no tenían mucho que ver con la Alice de carne y hueso.
Pronto el libro pasó al cine y, aunque para varias generaciones (incluida la nuestra) la auténtica cara de Alicia sea la que creó la factoria Disney en 1951 y una desafortunada versión de Tim Burton con una joven ya en edad de casarse, lo cierto es que ya hubo una Alicia muda en 1903.
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A esta le siguieron dos películas mudas más (1910 y 1915), seguidas de varias sonoras en blanco y negro para luego poder mostrarse al mundo a todo color, en forma de musical, animación o película surrealista (Alice de Jan Svenkmajer).
Pero Alicia también ha evolucionado en la literatura. Entre las nuevas versiones tenemos la de la editorial Nórdica con la ilustradora Marta Gómez-Pintado, la de Edelvives con la gran Rebecca Dautremer o, incluso, la Alicia-ratón de la serie de libros de Gerónimo Stilton.
Y es que a pesar de ser todo un clásico, Alicia se adapta a los tiempos. Está presente en varios videojuegos e, incluso, en el manga como en Alice 19th donde encontramos a una Alicia futurista que debe salvar el mundo real junto a una niña-conejo blanco. Y como va con los tiempos (nuestra Alicia siempre ha sido una fashion victim), también la moda se fijó en ella y experimentó todo un boom con la versión más oscura de Burton. Salieron al mercado todo tipo de prendas, joyas y complementos. Pero no se queda ahí, Alicia está por todas partes, en tatuajes, graffitis, estatuas (como la de Central Park)… Quizás porque la necesitamos más que nunca en este mundo estresado y que en muchas ocasiones se ha olvidado de la importancia de soñar.
Estas son algunas de las Alicias que podemos encontrar a lo largo de estos 150 años aunque seguro que muchas más se unirán. Con motivo del 150 aniversario saldrá una colección de sellos en Reino Unido y se pondrá en marcha el proyecto 150 Alice donde ilustradores de todo el mundo plasmarán su particular visión de Alicia en el país de las maravillas. Y es que no hay 150 Alicias, hay muchas, muchas más, miles, millones porque dentro de cada una de nosotras (y nosotros) hay una pequeña niña (o niño) que no deja de buscar ese conejito blanco que nos saca de la fastidiosa rutina y nos hace luchar contra reinas de corazones, sentirnos pequeñitos e insignificantes o grandes como gigantes, rodeados de locos que toman el té (o el primer café de la mañana) y seres extraños que intentan mostrarnos o desviarnos de nuestro camino.