¿Cuántas veces respondemos a alguien, «Ugh, es que no tengo tiempo»? Aquí va otra pregunta: ¿En cuántas ocasiones usamos la frase «Estoy demasiado ocupado» cuando se suponía que habíamos quedado con compañeros de trabajo para tomar una copa, visitar a un amigo durante el fin de semana o ir a esa clase de yoga?
La sociedad se ha convertido en un un grupo de adictos al trabajo semi-felices que parecen prosperar en horarios repletos, alarmas de Google y problemas, y creemos que «relajarse» significa tener el fin de semana más intenso de la historia, pero, ¿cómo hemos llegado aquí?
Hay un par de razones principales de por qué sucede esto. Uno, el capitalismo, donde «el tiempo es dinero». Y dos, las redes sociales, donde si no estás haciendo algo, y preferiblemente en voz alta y orgullosa, ¿quién eres, de todos modos? Y, quizás lo más indicativo de nuestra era digital, ¿por qué deberíamos seguirte?
En una cultura donde «estar ocupado» se usa como una insignia de honor, decir esto es algo controvertido: hagamos menos con nuestro tiempo. Así es. Vamos a descansar. Cortemos nuestra lista de tareas por la mitad. Intentemos no hacer nada para variar. ¡Perdámonos las cosas con alegría! La salud mental también va de esto y muchas veces lo pasamos por alto hasta que nuestro propio cuerpo es el que dice: ¡BASTA!
Una de las lecturas que nos han recordado lo importante del descanso es Cómo no hacer nada (How to do nothing) de la autora Jenny Odell: «En un mundo donde nuestro valor está determinado por nuestra productividad, muchos de nosotros encontramos nuestro último minuto capturado, optimizado o apropiado como recurso financiero por las tecnologías que usamos a diario.» Para Odell, nuestra atención es la moneda que impulsa la economía de la información. Sus ideas ofrecen la oportunidad de redirigir nuestra atención hacia una vida más intencional y gratificante.
Lo que podemos sacar en claro tras escucharla lo resumimos aquí:
Comprende que tu cerebro necesita descansar
El descanso no solo significa dormir. Significa hacer algo completamente desconectado del trabajo, dice Odell, que incluye desde tareas domésticas a redes sociales. Debido a esto, también sugiere asegurarse de que durante nuestro día tengamos bloques de tiempo reservados a «no hacer nada». Tal vez eso signifique dar un paseo, leer por placer o mirar a tu gato. Solo asegúrate de que sea totalmente improductivo.
Desecha tu lista de tareas y crea una lista de prioridades en su lugar
Debido a que las prioridades difieren para todos, es clave trazar dónde residen nuestros valores y determinar qué es realmente importante. «Una vez que trazas lo que es más importante para ti, renuncia a ese sentimiento de culpa que viene al decir ‘no’ a las cosas que no importan».
Se agradecido por lo que tienes ahora
Nuestro ajetreo equivale a ese pensamiento constante de que no tenemos suficiente o que no somos suficientes, por eso tener más se convierte en un tipo de estrés. Antes de asumir un nuevo reto, debemos preguntarnos si realmente lo necesitamos. ¿Nos hará felices? ¿O solo estamos buscando llenar un vacío?
Aprende a decir «no»
Para muchas personas es ineludible enviar mensajes de texto o escribir en un correo electrónico sin una cara sonriente para suavizar el golpe de lo que se quiere decir. Sin embargo, es imprescindible cuando se trata de vivir.
«La estrategia Sándwich es fácil, imagina un sándwich estándar para todos los días: dos pedazos de pan con algún tipo de relleno ubicado en el medio. Cuando necesitamos decir no a una oportunidad, el no es el meollo de nuestro mensaje, así que simplemente lo intercalamos entre dos rebanadas de amabilidad”.
Apunta todo lo que haces durante un par de semanas
Una buena manera de determinar hacia dónde debe ir nuestra energía y nuestro tiempo es mirando dónde lo gastamos regularmente. Mantener un registro de lo que hacemos a diario durante una semana o dos puede ser una buena estrategia. «Creo que tenemos más tiempo libre disponible de lo que pensamos, cuando rastreé mis horas durante un par de semanas, me di cuenta de que estaba perdiendo el tiempo navegando por Internet y revisando mi correo. Cuando comencé a limitar mi tiempo en Twitter y a revisar mi correo electrónico no más de una vez por hora, descubrí que tenía varias horas libres todos los días «.
En otras palabras, hagamos menos de las cosas que creemos que deberíamos hacer y más de lo que nos gusta.