Interiores barrocos, vestidos de Belle Époque, parajes históricos y un vocabulario formal es la imagen que acompaña a los televidentes noche tras noche. Las series de época protagonizan la parrilla televisiva y sus evocaciones traspasan la pequeña pantalla hasta el hogar del espectador. Lo hacen transformándolo, desde la distancia, en su propio escenario.
Es habitual que una serie o una película incremente las ventas del libro o el cómic en el que se basan, pero no es tan común que dispare la de uno de los productos que aparecen en ella. Lo es cuando se trata de product placement, cuando una marca paga por que alguno de sus productos aparezca disimuladamente en fotogramas o escenas, pero no cuando se trata directamente del producto.
Viajemos al Tetuán de mediados del siglo pasado, los espectadores lo hacen cada semana durante la emisión de El tiempo entre costuras y se dejan llevar por su ambiente para inspirarse en el atrezzo del taller de la protagonista. Las máquinas de coser son su día a día y a los espectadores parece atraerles, las ventas de este producto se han incrementado un 135% desde que comenzó la emisión de la serie según amazon.es, que además ubica el 124% de esas ventas en el horario televisivo de prime-time (entre las 22 y las 24h.). Siempre existirá quien sueñe con visitar la ciudad en que se localiza su serie favorita y recorrer cada uno de sus escenarios, otros optan por acercar ese escenario a su propia casa. El traqueteo de estas máquinas volverá a escucharse en rincones que hace mucho tiempo lo olvidaron porque Los hogares tienden a recuperar sonidos de antaño. Lo confirma también el aumento, este año, de un 33,5% en las ventas de vinilos.
Los sabores también regresan a barricas olvidadas, a bebidas relegadas a grandes celebraciones y lo hacen también a través de la pequeña pantalla, a través incluso del tiempo. La constante presencia del vino de Jerez en el Downton Abbey de principios del s. XX hizo resurgir las ventas de este espirituoso un 15%, según informó la cadena Mark & Spencer.
Pero son los propios escenarios el gran objeto de deseo del espectador, debido a las series de época algunos puntos de España han recuperado su esplendor turístico. Lo hacen los múltiples escenarios de Isabel o el sin fin de habitaciones de Gran Hotel. Esta serie rodada en el Palacio de la Magdalena de Santander supuso que se triplicasen sus visitas turísticas, de 18.317 personas anuales a 15.317 trimestrales.
Es propio del s.XXI que las series influyan en los destinos turísticos o en las compras de su espectador, pero también es propio de principios del s.XX que cada objeto, cada estancia, cada sonido, tenga un valor especial.
Fotos: javierdiazbarrera (cc) / xavier68 (cc)