Hace ya casi tres años que el señor Pacheco, con sus gafas de montura cuadrada y su inconfundible batín burdeos, entró como un huracán en nuestras vidas a través del webcómic Let’s Pacheco. Cuando, en 2011 su hija, la dibujante Laura Pacheco, se quedó sin trabajo y tuvo que volver a casa de sus padres, empezó a recoger, ayudada por su hermana, Carmen, las anécdotas de su día a día familiar en varias series de tiras, que ya cuentan con dos entregas en papel –Let’s Pacheco y Señor Pacheco: agente secreto, editadas por Caramba– y con miles de seguidores.
Ahora Laura Pacheco acaba de publicar un recopilatorio de otra de sus series de viñetas, Problemas del primer mundo. “Un problema del primer mundo”, nos cuenta la dibujante, “no es un problema de verdad”. Son esas cosas “que le ocurren a menudo a todo el mundo y que, a veces, pueden arruinarnos el día, a pesar de que son tonterías”. Sobre problemas de ésa y otra índole ha hablado Nokton Magazine con la almeriense.
Por ejemplo, sobre trabajar desde casa, una realidad cada vez más habitual en el inestable panorama laboral que nos rodea. Cuando Laura Pacheco se quedó en paro, no solo tuvo que volver a vivir a casa de sus padres, sino que, además, ése se convirtió en su lugar de trabajo. Tiras cómicas aparte, compartir tu oficina y tu tiempo de trabajo con tu familia, mientras dibujas y escribes, valga la redundancia, sobre tu familia, “es complicado”, comenta Pacheco. Ella confiesa que tuvo suerte, porque pronto le concedieron una oficina en el vivero de empresas del CADE (Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial) de Almería que “salvó” su salud mental y, dos años después, puedo mudarse, así que ahora vuelve a “vivir y a trabajar en el mismo espacio”, pero sin su familia alrededor.
En contraste con la animación del hogar de los Pacheco, vivir y trabajar sola también tiene “sus pros y sus contras”, nos explica la dibujante. “Todo es cuestión de organización, fuerza de voluntad y constancia, virtudes de las que lamentablemente carezco”, dice.
Los autónomos son, también, una presencia recurrente en las viñetas de Problemas del primer mundo. Mientras sus padres les preguntan que por qué trabajan tanto, sus amigos les dicen que cómo mola eso de “no tener horarios”. Pacheco piensa que, a veces, el de los freelance es un colectivo incomprendido, más aún en el caso de “los que se han visto obligados a serlo a la fuerza”.
“Que la cuota de autónomos no sea proporcional a lo que se factura cada mes puede ser lo mejor y lo peor del mundo, al igual que la libertad de horarios. A ojos de los demás puede resultar vivir en el paraíso, y a veces lo es, pero otras es una auténtica pesadilla vivir en una semana infinita que no acaba ni empieza nunca”, detalla la dibujante.
Quejarse es un vicio
Problemas del primer mundo son situaciones como ésa -tener que trabajar desde el escritorio de tu habitación mientras tus padres te gritan desde el salón, aprender a decir que no, escabullirte de una vecina insistentemente amable-, en las que la gente puede verse reflejada. Pacheco asegura que la mayoría de las tiras no son autobiográficas, sino que están basadas en experiencias propias o de gente de su entorno, como los madrugones, la invasión de los pantalones de pitillo, la adicción a los smartphones o los compromisos sociales. “Ahora mismo no recuerdo un caso concreto en el que inventé excusas para quedarme en casa bajo la manta, pero me temo que ya es tarde para intentarlo y no va a colar”, confiesa.
Ella misma confiesa que el viento suele arruinarle “cualquier intento de llevar el pelo, la bufanda y la chaqueta de una u otra forma, e incluso el buen humor”, y que, al igual que en esa viñeta suya en la que dos personas se parten de risa por WhatsApp mientras sus caras permanecen impasibles, pocas veces se ríe en voz alta cuando está leyendo o viendo una película. “Pero eso no significa”, aclara, “que no me haya hecho gracia”. “Mucha gente ha tomado esta historieta como una crítica a este tipo de comunicación, pero no pretendía serlo. Es posible que nuestras reacciones sean ahora menos viscerales o expresivas, pero no tienen que ser menos sinceras por ello”, apunta.
El caso es que Laura Pacheco ya ha publicado más de cien tiras de su serie Problemas del primer mundo, pero se ha se reservado material inédito para el libro que acaba de salir. Quejarse, cree ella, es un vicio, “sin lugar a dudas”. Pero también “es sano, siempre que se acompañe de un intento por buscar soluciones y acabar el problema”.
Fotos: Let’s Pacheco