La historia del arte que nos han enseñado se gestó a finales del siglo XIX: una época donde la moral burguesa relegó a la mujer al hogar y vetó su independencia creadora, por contra, se escribían y recopilaban completísimas y magníficas publicaciones e historias universales del arte androcéntricas, respaldadas por la creación de los grandes museos europeos y que han conseguido llegar hasta nuestros días sin el más mínimo cambio. Pero estos historiadores del arte obviaron una parte importante de la humanidad, para ser exactas, a la mitad de la humanidad, pues, en sus escritos, tratados y ensayos se olvidaron de todas y cada una de las mujeres artistas que existieron.
Fue en 1971, con la publicación del famoso artículo de Linda Nochlin ¿Dónde están las grandes mujeres artistas?, cuando la ausencia de estas creadoras comenzó a reivindicarse. En la misma década se creó la primera exposición exclusiva de mujeres artistas titulada Women Artists (1976) y aparecieron las primeras obas de arte feminista como The dinner party de Judy Chicago. La reivindicación siguió entre otras con las Guerrilla Girls, que se preguntaron si las mujeres debían estar desnudas para poder entrar en los museos, como alusión a la gran cantidad de obras que contienen desnudos femeninos expuestas por los museos y a la presencia anecdótica de obras de artistas femeninas en los mismos. Pero toda esta lucha queda sin ver reflejados sus objetivos en el discurso histórico. Las mujeres continúan siendo un punto aparte en el mismo.
De esta manera, se llega a la conclusión de que aún nos están contando una historia a medias, que nos han ocultado la historia entera, la historia real, dentro de un discurso patriarcal donde nos explican que la genialidad solo puede venir de los hombres.
Con esta iniciativa se quiere visibilizar a las mujeres artistas que sí hubo (y muchas) en todas las épocas y de todos los movimientos artísticos. Para lograrlo quieren que se incluya en el currículo educativo de los temarios de Historia del Arte y Fundamentos Artísticos 1 y 2 —incluso, por qué no, que se incluyan en las pequeñas píldoras de historia del arte que se les da a los alumnos y alumnas de la ESO— porque, a pesar de haber sido apartadas del discurso historiográfico, muchas de ellas en su momento llegaron a ser grandes artistas muy valoradas por el público y la crítica y cotizadas en su época. Este es el caso de Luisa Roldán y Artemisia Gentileschi , que fueron reclamadas por reyes y altos dignatarios; también conocemos artistas que fueron la figura principal y sustento económico de sus familias como Lavinia Fontana en el siglo XVI; otras pertenecieron a movimientos artísticos que pensamos solo masculinos como las impresionistas Berthe Morisot y Mary Cassatt. Estos son solo algunos ejemplos de los muchos que no aparecen en el currículo educativo.
Si no tenemos en cuenta las influencias de las mujeres también nos perdemos matices de las obras de los hombres y todo queda incompleto y de ahí el deseo de incluir a las artistas en los temarios educativos para la construcción de una historia del arte igualitaria.
Cuando hablamos de autoras femeninas se tiende a destacar su vida personal, en cambio, esto no pasa tanto cuando hablamos de autores masculinos. Desde La Roldana se quiere reivindicar un equilibrio entre vida-obra y que en todos los artistas (indistintamente del género) se dé la misma importancia a estos dos aspectos. No podemos basar todo el comentario artístico de una obra en la violación que ha sufrido su autora, obviando, así, la calidad técnica de la misma; a la vez que ensalzamos una obra de técnica impecable y obviamos la misoginia de su autor. Por ello, se reivindica una valoración de forma igualitaria de las obras de arte encontrando un equilibrio entre la vida y la obra de los y las artistas, independientemente del género de sus autores.
El hecho de que haya ausencia de mujeres en la historia hace que la juventud no tenga una realidad completa donde reflejarse, tanto para niños como para niñas es necesario saber que hay mujeres que han llegado a las mismas posiciones que los hombres.
«Necesitamos referentes, necesitamos justicia y necesitamos que se cuente la verdad de la historia, sin sesgos, que cuando se pregunte por las mujeres artistas en clase no se cree un silencio incómodo, que los niños y niñas tengan una pintora favorita, que estudien a arquitectas y que descubran escultoras increíbles hojeando sus libros de texto», relatan desde La Roldana para reivindicar la necesidad creciente de cambiar los temarios.