Irene Moray: fotografías desde Berlín

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Fotografía de Irene Moray. Dentro del proyecto 'Close enough'.
La fotógrafa catalana Irene Moray se mudó de Barcelona a Berlín en el año 2012. Desde que trabaja allí su fotografía se ha vuelto más expuesta, más desnuda, llena de heridas y de fortaleza.

No sabemos por qué Irene Moray (fotógrafa, Barcelona, 1992) se fue a vivir a Berlín. Bueno, sí lo sabemos. Ella dice que fue una aventura: «Me apetecía ver qué significaba estar realmente sola en un sitio en el que todo era nuevo». Muchas veces hacemos las cosas sin un motivo concreto, solo por vivir la gran aventura de desaprender lo aprendido. Lo que no sabemos, ni sabremos, es cómo habrían sido sus fotografías si, en vez de hacer la maleta y marcharse, se hubiera quedado fotografiando las cosas que ya conocía.

La performance

A Irene Moray, definitivamente, la capital alemana la ha definido personal y profesionalmente: «De Berlín lo que más me ha marcado es mi colaboración en un colectivo de performance. Esto no sólo me ha cambiado como persona, sino que ha influenciado mucho mi trabajo fotográfico», nos cuenta la fotógrafa catalana desde su lugar actual de residencia. Comenzó documentando los ensayos del colectivo en Berlín, Londres y Barcelona y, «nadie se acuerda muy bien de por qué», un día empezó a actuar con ellos, «de una manera muy orgánica». Nos cuenta que, hasta la fecha, ha participado en cuatro performance en varias galerías en Berlín y Oslo.

Este son el tipo de cosas asombrosas que te pasan cuando sales de la famosa zona de confort. Y como lo profesional y lo personal se muerden continuamente la cola, al final también son el tipo de cosas que te permiten madurar: «Este proyecto te obliga a analizarte constantemente: tus defectos, tus intereses, tus metas. Te obliga a ser la mejor versión de ti mismo para ofrecérsela a los demás».

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‘Close enough’ es la serie fotográfica en la que trabaja actualmente Irene Moray.

De esta experiencia con la performance, con su cuerpo como herramienta de expresión en colectividad, Irene Moray ha aprendido a hacer la que es, probablemente, una de las cosas más complicadas del mundo: «Ser coherente con lo que siento y pienso». Por ejemplo, nos explica: «Si soy feminista, ¿qué sentido tiene tomar fotos de chicas frágiles tiradas por el suelo, como suelen hacer muchos fotógrafos de moda? Me di cuenta de que soy responsable de transmitir unos valores en los que creo. También me ha hecho perder el miedo a exponerme. Tengo fotos en mi web de momentos muy íntimos de mi vida privada. Pero mi trabajo es eso, si yo soy eso, ¿por qué lo tendría que esconder?».

La fotografía

De hecho, en las fotografías de Irene hay pocas cosas escondidas. Lo que no se muestra transparente, transpira en las miradas de sus modelos y en sus poses, en una atmósfera que, aunque nada tiene de ficcionada, ella misma define como de película: «Es cierto que me gusta que mis fotos tengan un aire cinematográfico, como si fueran un fotograma de una película, una ventana a una historia más larga que sólo se puede intuir.»

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La fuerza de las mujeres y la fragilidad de los hombres en las instantáneas de Moray.

No tiene unos referentes estéticos concretos pero, aunque su trabajo «tampoco va en su misma dirección», asegura disfrutar con la obra de los fotógrafos Reuben WuRyan McGinley. Como este último, las instantáneas de Irene Moray buscan el retrato: «Me interesa mucho el contraste entre la fuerza y fragilidad de cada persona (…). Ahora mismo me estoy centrando en potenciar más esa fragilidad en los hombres y esa fuerza en las mujeres, supongo que por llevar la contraria a cómo nos representan los medios». En su afán por no ocultarnos nada: «Intento mostrar a mis modelos vulnerables, más humanos, sin esconder ni sus heridas ni sus miedos», confiesa.

Actualmente Irene trabaja en un proyecto llamado Close enough: «Nace de la necesidad de interactuar con personas que me atraen. Voy a su espacio privado y los fotografío, aunque lo más importante son las cosas que comparto con ellos. El proyecto es un diario de cómo va avanzando nuestra relación, de cómo me voy acercando a ellos, y consta de estas fotografías y de una serie de textos que escribo en una libreta después de nuestros encuentros. Se podría decir que el proyecto en sí es una especie de diario».

Desde Berlín

Por el momento, y aunque vuelve a España de vez en cuando, «cuando me salen encargos allí», Irene permanecerá en Berlín desarrollando su obra fotográfica. «Ahora que ya llevo un tiempo aquí estoy más establecida, tengo más contactos y poco a poco van saliendo más proyectos», explica. Sobre cómo es trabajar en uno de los focos internacionales de la cultura, nos cuenta: «Tengo la sensación de que en general aquí la gente respeta más mi trabajo. Me pagan mi tarifa sin problemas mientras que en España a menudo me intentaban regatear. Aunque igual es simplemente que he aprendido a escoger mejor a mis clientes».

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Irene Moray: «Soy de las que prefiere dejar la cámara al lado para disfrutar de la puesta de sol».

En 2013 trabajó en el corto Sinécdoque (de Ignacio F. Rodó), una historia construida con polaroids sobre la fotografía, las obsesiones y la necesidad de llevarnos siempre un recuerdo de lo que amamos. Lejos de obsesionarse y de olvidar por qué le gusta la profesión que ha elegido, Irene no despega los pies del asfalto berlinés: «Lo que me gusta de hacer fotos en mi vida cotidiana es que incluso de las situaciones más difíciles o las relaciones más desastrosas suelo guardar una foto bonita, y me sirve como una buena metáfora» Para ella la fotografía «es sólo un medio para contar algo y muchas veces una excusa para interactuar con la gente. Soy de las que prefiere dejar la cámara al lado para disfrutar de la puesta de sol».

Fotografías: Irene Moray