‘Cuando deje de llover’: el peso del pasado en las Naves del Español

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Foto: Javier Naval ©.
Juan Fuentes Reta dirige con gran solvencia una compleja obra que nos habla de la falta de comunicación y el miedo al pasado a través de los miembros de una saga familiar.

La familia es ese núcleo humano de protección y de amor, pero, también, un nido en el que se incuban el dolor y los secretos. Un lugar del que se huye para poder regresar siempre. Pura inspiración para una pieza de teatro ¿no? Así lo debió pensar el autor australiano Andrew Bovell, que plasmó con gran acierto, como ya había hecho tan prodigiosamente el gran Gabo en Cien años de Soledad, los devenires de cuatro generaciones – en la obra de García Márquez eran seis- de una saga familiar desde 1959 a 2039 en Cuando deje de llover.

La obra que, anteriormente, ya se había representado en Australia, Londres y Nueva York, llegó a los escenarios madrileños el año pasado de la mano del director Julián Fuentes Reta, que ha sabido plasmar de forma plausible este drama familiar, humano. Un buen hacer por parte del director y de los intérpretes -a destacar la capacidad de matices de Susi Sánchez- que supuso tres Premios Max -entre ellos el de Mejor espectáculo de teatro- y dos galardones de la Unión de Actores.

Una lluvia constante, las vacuas conversaciones sobre las inundaciones en Bangladesh y una sopa de pescado como plato principal son las tres constantes que se repiten en gran parte de las escenas y que no hacen otra cosa que disfrazar o potenciar -depende de cómo se mire- temas de gran calado como la incomunicación, el vínculo entre padres e hijos, el abandono y la pérdida.  Los personajes de la obra, marcados por el desencuentro, parecen estar huyendo siempre, incapaces de estar en paz consigo mismos. Algunos huyen en busca de un encuentro con su pasado, mientras que otros escapan de los recuerdos.

Julián Fuentes Reta se inclina por una puesta en escena minimalista, sobria, con un par de elementos muy bien empleados. Dos mesas, una pequeña cocina y una estructura de madera le basta para llevar al público desde Europa hasta Australia y viceversa. A tener en cuenta la envolvente música de Iñaki Rubio, que ayuda a potenciar la atmósfera desasosegante de algunas escenas, y, también, el manejo de los continuos saltos temporales, resueltos con destreza, asemejándose la historia a un rompecabezas que el espectador acaba recomponiendo al final de este intenso viaje generacional.

Y de fondo la lluvia, siempre la lluvia.

¿Escampará algún día? Si queréis descubrirlo no dejéis de pasaros por Matadero. Cuando deje de llover estará en cartel hasta el 8 de noviembre en la sala Fernando Arrabal de las Naves del Español.