Cómo conseguir que una mirada sonría

Obra Manuel Benedito
Uno de los discípulos de Sorolla recibe un merecido homenaje en Madrid. Te contamos por qué.

Por fin ha vuelto. La estábamos esperando y ni siquiera lo sabíamos. Regresa  una belleza que pocos conocían pero que muchos ya no van a olvidar: la de las obras de Manuel Benedito (1875-1963), el discípulo de Joaquín Sorolla que estos días recibe un merecido homenaje en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid gracias a una exposición que repasa su trayectoria.

Homenaje porque se cumplen cincuenta años de su fallecimiento. Y merecido porque sus pinturas son, preferencias personales aparte, capaces de hacer sonreír a cualquier mirada que las contemple. Y también de divertirla a través de las historias que se insinúan en los protagonistas de sus cuadros. Porque Benedito, ahora injustamente desconocido, fue un artista de éxito en su tiempo, que retrató a grandes aristócratas, actrices y bailarinas, además de personajes anónimos llenos de una encantadora fuerza enigmática…

Desnudo Manuel Benedito
Estudio de desnudo, 1898. Colección particular. Madrid

Quien pasee por la muestra descubrirá, por ejemplo, la pose estoica de Alfonso XIII y el Duque de Alba, la boca entreabierta de la Marquesa de Urquijo o un retrato a carbón y tiza de su maestro, Joaquín Sorolla. Aunque quizás son más apetecibles, por el halo de folclore que les rodea, los óleos de artistas como Pastora Imperio, la actriz Mercedes Pérez de Vargas o  Cléo de Mérode, bailarina que se convirtió en uno de los mayores mitos de la ‘belle époque’, de la que Rubén Darío decía que era “el más lindo poema plástico que anima la vida en este reino de encantos”. El mismo entusiasmo merecen los colores y vivacidad de la serie de cuadros inspirados en Florencia (Erna) Becker (uno de ellos el que os mostramos de portada), envueltos con ese toque naif que tanto recuerda a su predecesor.

Pastora Imperio Manuel Benedito
Pastora Imperio, 1914. Fundación Manuel Benedito. Madrid

De las 55 piezas que componen la exposición, son los retratos los que llenan casi todas las paredes de las salas (seguramente por ser uno de los géneros favoritos del artista) con una representación menor de su obra paisajística o de bodegones. Eso sí, los que se muestran son de los más evocadores: es imposible no perderse (con gusto) entre las suaves líneas de Paisaje de Sierra Morena o en el agradable tono verdoso de Venecia nocturno.

Venecia nocturno Manuel Benedito
Venecia Nocturno, 1904. Fundación Manuel Benedito. Madrid

Dicen que Manuel Benedito fue ‘el último maestro de la figuración’. Y puede que ese haya sido su único desatino artístico. Porque, como explica el comisario de la muestra Pascual Masiá: “el éxito temprano de los discípulos de Sorolla y la carrera de reconocimientos, les dejaron al margen de la modernidad, en un país al que las corrientes de vanguardia del arte europeo tardaron en llegar y, cuando lo hicieron, en los años cincuenta y sesenta, sus representantes y portavoces invalidaron otras opciones por tradicionales”. Un obstáculo en aquella época que hoy, cuando la modernidad ya casi se ha transformado en lo tradicional, quizás se haya convertido en la mejor ventaja del ‘último gran figurinista’. Menos mal.

La exposición ‘Manuel Benedito en la Academia’, organizada en colaboración con la Fundación Manuel Benedito, puede verse hasta el 27 de octubre en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de martes a sábado de 10 a 14 h y de 17 a 20 h (domingos y festivos de 10 a 14 h). Entrada libre y gratuita.

Foto de portada: En el jardín, 1930. Fundación Manuel Benedito. Madrid/ Todas las imágenes han sido cedidas por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.