No hay que peinar canas para acordarse de la serie con la que Claire Danes (Nueva York, 1979) se hizo famosa en la pequeña pantalla. En el año 1994, la considerada serie de culto Es mi vida (My so called life en Estados Unidos) le recordaba al mundo lo complicado que es para los adolescentes formarse una personalidad propia mientras se llevan por delante amistades infantiles y se deshacen a mordiscos de lo poquito que les queda del cordón umbilical.
En la ficción de la ABC una Claire Danes de 15 años teñía de rojo su media melena y se enfundaba aquellas inolvidables camisas de leñador de los noventa para dar vida a Angela Chase, una niña tímida e inteligente que bebe los vientos por el buenorro de Jordan Catalano (Jared Leto): «No parece viernes», le espeta Catalano a Angela en su primer encuentro en la serie. «Es jueves – le responde ella sin creerse que hayan coincidido en una habitación a oscuras -ayer fue miércoles, por eso lo sé».
Fue aquí, mientras capítulo a capítulo veíamos cómo su corazón de adolescente (y con él el nuestro) se partía en mil cachitos, cuando empezamos a dejarnos engatusar por el gesto dulce de Danes; justo aquí, cuando comenzamos a forrar las carpetas del instituto con las fotos de la pareja y a practicar frente al espejo ese mordisco del labio inferior que enamoraría a nuestro Catalano particular. Había nacido una estrella teenager.
Poco después, en 1996, el mundo entero volvió a ser testigo de otra de las transiciones de la actriz. En Romeo + Julieta, del australiano Baz Luhrmann, y con Leonardo DiCaprio como partenaire, Danes abandonó definitivamente a la niña enamoradiza de Es mi vida para convertirse en el personaje femenino shakesperiano más famoso en una versión algo ‘popera’ de la obra universal, y supo aprovechar el drama para dejar claro que ella sufría como nadie, lloraba como nadie y amaba como nadie.
Tras su éxito como Capuleto, Claire Danes mantuvo un perfil más discreto (al menos fuera de Estados Unidos), estudió dos años de psicología en Yale y se dedicó a títulos más independientes sin dejar de cosechar éxitos y de ganar premios, como su Globo de Oro por interpretar a una joven con autismo en Temple Grandin (2010). Luego, en 2011, llegó el papel que parecía haber estado esperándola toda la vida: Danes se convirtió en Carrie Mathison, una oficial de operaciones de la CIA que es capaz de olvidarse de cuántas estrellas hay en su bandera si le pasa por delante un pelirrojo, aunque este (spoiler!) acabe siendo el enemigo público número uno. Una mujer con la que es imposible no sufrir empatizando, y de la que está muy bien acordarse cuando crees que has tenido un día de mierda.
El pasado domingo Homeland estrenó su quinta temporada – se comenta además que hay muchas posibilidades de que luego llegue a la sexta – con salto temporal de dos años hacia delante y una Carrie alejada de la CIA y viviendo en Berlín. Si quedará algo o no de los dramones, ataques de bipolaridad y escenas de sexo compulsivo y lloroso a los que nos tiene acostumbrados Danes en la serie y por los que se llevó otro Globo de Oro a Mejor Actriz, está aún por verse. Pero cruzamos los dedos.
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