Los versos siguen llegando a Nokton Magazine y regresamos a España de la mano de Andrés Avendaño, que nace en la ciudad de Albacete en 1996. Comienza a escribir en torno a la edad de once años y en 2013 publica su primer poemario, Desencuentro contigo, mediante la editora bajo demanda de Amazón. En 2014 gana el VII Concurso internacional de poesía Fundación Jesús Serra con su poema, «Siniestro total», incluido en Motel de carretera, poemario a cuatro voces publicado en 2016. Así habló sobre su creación literaria.
Nokton Magazine: ¿Cuál es tu relación con las redes sociales como medio de publicación y difusión?
Andrés Avendaño: Sin duda, es el mejor canal de difusión de la poesía, ofreciéndonos un alcance mucho mayor del que sería posible sin ella; como lector, he experimentado cómo las redes sociales acercan al autor a sus lectores y permiten un acceso facilísimo a su poesía.
Sin embargo, tengo mis reservas: no creo que deban ser, como parece que sucede, el único medio. Como lector y como autor, concibo la poesía como un arte ligado al tacto, al papel, y necesariamente apartado del ritmo frenético de las redes. La poesía en Internet ha de estar presente, sí, pero para salir de él; concibo la poesía en gran medida como pausa, un momento para la soledad, para la introspección…
NM: ¿Crees que la literatura puede ayudar a crear una sociedad mejor?
AA: Absolutamente. Suelo decir, a sabiendas de que la poesía tiene muchas caras, que puede actuar como agente revulsivo para conformar una sociedad más íntegra; la poesía cultiva y educa la sensibilidad, de esta deviene la empatía, que no es sino una sensibilidad compleja para con el otro, y de esta, una conciencia social madura. No se puede caer, no obstante, en utilitarismo o el instrumentalismo poético como si la poesía fuese solo un medio, antes bien, es un fin en sí mismo, que, a fin de cuentas, es lo que creo que perciben tanto el autor como el lector; sencillamente la crean.
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NM: ¿Cómo fueron tus inicios en la escritura?
AA: A los once años recuerdo haber encontrado un libro antiguo en la estantería de mi hermana, era el Romancero gitano de Lorca, a partir de ahí la poesía entró en mi vida para quedarse. Se convirtió en mi única lectura durante meses.
Recuerdo cómo me surgió la necesidad de saber qué era aquello exactamente, cómo podía hacer algo parecido, y le pregunté a mi profesor cómo podía yo hacer poesía. A los pocos días llegó con unas “fórmulas” que dieron lugar a mis primeros escritos. Desde ese momento, tanto la lectura de poesía como la escritura, se convirtieron en parte indispensable de mi vida, en una necesidad.
NM: Recientemente hemos conocido Motel de carretera, compilación en la que aparece tu poemario Resuelto de sequía, ¿qué puedes decirnos de este proyecto?
AA: Este proyecto se fragua con una serie de recitales conjuntos de Llanos, María, Juan y yo. Cada uno leía poemas de su poemario y sus papeles improvisados y de los demás. Esa experiencia nos llevó a darnos cuenta de que, efectivamente, cada uno tenía un camino distinto, un origen y una dirección propios, pero, con todo, confluíamos. Nos encontrábamos en la poesía en un sentido común de entenderla, de disfrutarla, de vivirla; es por eso que nació Motel de carretera, un espacio donde hacer una parada de nuestros viajes y encontrarnos. Este poemario son luces que se encienden a destiempo, música que suena al final del pasillo, lecturas de madrugada en habitaciones contiguas…
NM: El erotismo es una pieza clave de tus textos, ¿tiene una simbología especial?
AA: La sensualidad, el amor, desde mi punto de vista, son el mejor prisma desde el que leer la vida. En ellos confluyen la razón y la emoción. Quizá ese erotismo casi omnipresente sea la consecuencia de una poesía de la intensidad, de una poesía joven. La edad y el grado de experiencia que conlleva, establece unos modos de sentir diferentes, por eso creo que esta preponderancia se explica como una fase más de mi poesía ligada íntimamente a mi modo de sentir.
NM: Las antítesis y los juegos de palabras estructuran en gran medida tu poesía, ¿se esconden muchas horas de trabajo antes de la creación de un poema?
AA: Mis poemas son el resultado de una aventura. Nunca planifico un poema, nunca lo reflexiono. Escribo viajando en mí y ese viaje implica no saber nunca hacia dónde se va ni qué se va a encontrar. Creo que el único trabajo que podría verse en mi poesía es un trabajo previo, un trabajo lector, un trabajo de análisis de lo que llega a mis manos, pero no un trabajo estético sobre lo que de mis manos sale.
NM: Podemos apreciar un destinatario muy claro, ¿tú has creado a tu destinatario poético o tu destinatario ha configurado tu poesía?
AA: Creo que el diálogo es la mejor forma de crecer, hablar con el otro es enriquecerse. En mi poesía se hace muy patente esta idea: conversar. De algún modo son confidencias, respuestas, confesiones, a uno mismo. Lo cual no quiere decir que no haya mucho de los otros, en ellos, conocidos y desconocidos, reside la motivación, la inspiración que me provoca para escribir.
NM: ¿Sueles cultivar otros géneros literarios o artísticos en general?
AA: Mi participación en el arte más allá de la poesía, adquiere un papel consumidor, a excepción del teatro, donde siempre me he sentido muy cómodo participando, jugando y creando; acercándome desde el clown hasta el teatro más puramente clásico.
NM: Con todo, ¿consideras que tus estudios filológicos afectan a tu escritura?
AA: Aunque creo que no directamente, afectan. Mis estudios, de un modo u otro configuran, predeterminan y perfilan mis lecturas y, a fin de cuentas, es de la lectura de donde nace la escritura. Más allá de eso, al menos conscientemente, no creo que hayan influido visiblemente en lo que escribo, hay poca reflexión racional en mis poemas, lo cual hace difícil que los conocimientos teóricos se inmiscuyan en ellos.