Nokton Magazine - Revista cultural
Bailar es actitud. Dejar que las pulsaciones del corazón contagien a los músculos para que se contraigan y relajen dando como resultado que se pongan en movimiento al compás de la música. Algunos y algunas se limitan al meneíto del pie, quizás acompañado levemente por el bamboleo de cabeza. Hay quien dice que no pueden bailar en absoluto y prefieren la técnica de la barra fija cuando entran en un bar. Pero coincidiendo con el Día Internacional de la Danza (29 de abril), no vamos a permitir que no se tengan recursos necesarios para comulgar de este maravilloso ejercicio que sirve también como lenguaje. Y uno, dos, tres, cuatro, ¡a bailar!
Un acento guiri cantándonos un conjuro para que nos movamos. Básico, un pie, a continuación el siguiente y vuelta a empezar. El complemento perfecto es un flequillo yeyé y poner a los invitados al baile en fila. Vamos a ir entrando en calor.
Dominar esta fase es éxito asegurado. Los cuatro o cinco pasos combinados se pueden aplicar al 90% de las canciones de verano que sonarán en verbenas, bodas y comuniones. Conocer bien la coreografía permite salir del paso más que dignamente.
Sí, son cuatro pasos que se pueden repetir sin límite y hay una parte de baile libre, pero, para lograr un desempeño óptimo de esa coreografía, lo primero que se debe hacer es dejar a un lado la vergüenza, propia y ajena.
A veces vemos en las películas largas líneas de gente perfectamente coordinada bailando al ritmo de la misma canción. Y lo más sorprendente es que parecen yanquis y no de Corea del Norte. La insistencia en este caso es la clave del éxito, se pilla justo en los últimos 20 segundos de canción.
Quien dice mucho tiempo libre, dice tener también un gimnasio a tu disposición, unos cuantos pares de rodilleras, linimento y mucho hielo, porque seguro que la coreografía acarrea varias caídas hasta que quedó perfecta.
Y un día nos dijeron que una de las tres personas que aparecían en este vídeo era el coreógrafo de Beyoncé y entonces descubrimos que hay seres superiores entre nosotros. Podremos intentarlo tantas veces como queramos, pero no es apto para un/a novato/a de los tacones. Si dominas el movimiento de los brazo un mínimo puedes considerarte una Plisétskaya o un Nuréyev.
Y no hay nada más que decir. Todos y todas fijarán los ojos como platos en aquel o aquella que se adentre en la noche al ritmo del Dj y poniendo en práctica esta difícil combinación de movimientos armónicos.
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