De crímenes perfectos se han vertido cargamentos de tinta. Su antagonista, con menor popularidad en el presente, tuvo sus días de gloria, un musical en Broadway e inspiró un capítulo de los Cuentos Asombrosos de Steven Spielberg. El “asesinato más desastroso de la historia” existió. Tuvo como escenario la América de la Ley Seca, donde intentaron asesinar a un hombre hasta la saciedad. Sobrevivió lo suficiente para contar las ocasiones. No le bastaron dos manos. ¡Una treintena en total! con éxito nulo.
El productor y distribuidor Gonzalo Bendala, cofundador de Aralán Films, leyó un relato sobre el “oscuro” y “simpático” suceso a los 12 años y durante su etapa universitaria rodó Orgullo, un corto amateur inspirado en la historia que le había impactado en la infancia. Motivo suficiente para tomarse la revancha con unos personajes que “merecían su hueco en el cine” y lanzarse a la dirección de su primer largometraje, Asesinos inocentes, un ¿thriller? de frenética intriga y toques de humor negro. “El término ‘thriller’ se ha degenerado demasiado. Hoy en día lo suelen caracterizar tiros y explosiones. Prefiero decir que mi película es una historia de suspense clásico” señala el director.
Un suspenso definitivo es lo que trata de evitar Francisco Garralda, estudiante de Psicología interpretado por Maxi Iglesias al que se le multiplican las deudas. El profesor de su última asignatura (Miguel Ángel Solá) le ofrece una truculenta salvación: aprobar a cambio de acabar con su vida.
“En la primera versión del guión mi personaje accedía sin dudar y no le importaba involucrar a sus amigos. Yo pensaba que el espectador no empatizaría con él, así que le pedí a Gonzalo que lo revisáramos. Me quité texto, ensayamos ciertos gestos y le dimos un poco más de humanidad a Garralda” nos cuenta Maxi Iglesias, volcado en este último año en sus estudios de interpretación al otro lado del charco, en Los Ángeles. Su personaje lucha durante todo el metraje contra decenas de obstáculos, el mayor, contra sí mismo. “Por un lado piensa en salir del paso porque está muy agobiado, pero no quiere tener que matar a su profesor. Con él va estableciendo una relación de cariño y respeto según avanzan los acontecimientos mientras la presión respecto a sus amigos aumenta”.
El reparto de la película se nutre de rostros jóvenes. A Iglesias le acompañan Aura Garrido (El ministerio del tiempo), Luis Fernández (Fenómenos) o Javier Hernández (Amar es para siempre). “Necesitaba chicos jóvenes, pero con las tablas y la experiencia que da la televisión” indica Bendala. Cara a cara con el nuevo relevo generacional, destaca la presencia y veteranía de Carlos Álvarez-Novoa y el argentino Miguel Ángel Solá. “Le pedí consejo a Patricia Ferreira y me recomendó entre una lista de diez actores a Solá, ‘el mejor’, y no se equivocaba, está soberbio. José Sancho, Juan Luis Galiardo o Sancho Gracia podrían haber sido perfectos candidatos, pero lamentablemente ya no están entre nosotros” dirime el realizador sevillano, distribuidor junto a su socia Marta Velasco, de la premiada Los niños salvajes de Ferreira.
El realizador, que tiene en proyecto una segunda cinta de suspense, recurrió al maestro del género, su admirado Hitchcock, para marcar a los más jóvenes el tono que buscaba en el guión. “’Extraños en un tren’ me dio muchas claves de por donde me tenía que encaminar – afirma Javier Hernández, para quien Asesinos inocentes representa su debut en la gran pantalla -. Me gusta considerarme un mentiroso cuando actúo y aquí me meto en la piel de un chico tímido, que tartamudea cuando se pone nervioso y que necesita a su lado un líder al que seguir”.
Luis Fernández, al que veremos la próxima temporada introduciéndose en la piel de un policía judicial de la Guardia Civil en la nueva serie de Atresmedia Mar de Plástico, valora a su personaje desde la ruptura con sus anteriores trabajos. “Casi nunca hago de tío normal. Siempre me ponen con aristas de malo, chulo o raro. Aquí soy un chaval coherente y sensato –que nunca lo he sido (ríe)-, y si al principio parezco el típico graciosete, luego voy cogiendo drama y oscuridad”. Siente que esa sensación de cambio se puede ampliar a todos los compañeros de quinta con los que comparte cartel. “En la peli estamos un punto más maduro de lo que el público está acostumbrado a vernos”.
Relata como en su anterior película, Afterparty, adelgazó mucho debido a la tensión. “El cine de terror desgasta más. Aquí ni me atan, ni me pegan, ni me cortan y eso se agradece” rotula entre risas, las que asegura que provocará Mi gran noche, el nuevo título de Álex de la Iglesia con Mario Casas desmelenado. La coralidad del filme se desgrana en 30 actores y 300 figurantes. Antonio Velázquez, Blanca Suárez, Ana Polvorosa, Pepón Nieto y Terele Pávez son sus compañeros de mesa.
¿Hubiera matado Fernández a algún profesor si hubiera podido? “Eso no, pero apretaría un botón alguna vez para que desapareciera más de uno. Y ya no me refiero a maestros” responde entre líneas el actor. Javier Hernández confiesa que de primeras nunca apuesta por “jugarse el tipo” y prefiere “seguir las leyes” mientras Maxi Iglesias defiende la ambigüedad de la película y su cuestionamiento. “Ay amigo, eso te plantea la película”.
En la ficción, la carrera contra el tiempo de los personajes y la relación profesor-alumno mantiene de fondo el debate sobre la moralidad del asesinato. “Yo no soy partidario de matar a nadie, pero me cuestiono la barrera entre el bien y el mal. ¿Quién establece los límites? ¿La cultura, la religión, la legalidad?” se pregunta el realizador Gonzalo Bendala. Entre las calles de Sevilla, no huele esta vez a incienso, romero o salmorejo. Sin anacronismos ni folclores, la magnitud del Puente de Triana se disfraza en la noche. En cualquier ciudad la guadaña se la juega con conciencias que supuran su suerte. Pero no nos pongamos serios. Hasta que se demuestre lo contrario… nadie es asesino ni inocente.