Dentro de la gastronomía hay alimentos que, por ser prescindibles en el menú diario o por ser de consumo demasiado habitual, no suelen ser objeto de críticas ni ocupar espacio en las publicaciones gastronómicas. Pero son el pan (o la patata) de cada día.
El momento del aperitivo se mueve entre dos polos; la suculenta tapa elaborada perfectamente maridada con vermú o vino, y la rápida bolsa de snacks acompañada de una lata (léase refresco o cerveza). No vienen en platos decorados ni aparecen en las cartas pero sin embargo se esconden en el fondo de los armarios de cocina y muy a la vista en las tiendas de barrio. Tienen perfil de frutos secos, galletas, chocolatinas, palomitas o patatas, estas en todas sus formas, colores y sabores. Son estos últimos la gran apuesta por lo internacional; aromas a barbacoa, boloñesa, curry o mojito ganan espacio en las estanterías y en los estómagos; pero también de lo nacional. Jamón serrano, vinagreta, ajo y perejil, o Aceite de Oliva y Sal Marina hacen lo propio.
Dos sabores tan puros, reconocidos y reconocibles como el aceite y la sal se unen en el último lanzamiento de Grefusa para sus NatuChips, unas crujientes patatas en forma de pequeña tortita con aroma y sabor fuerte y tacto limpio que mantiene la esencia de la dieta mediterránea. Con un 70% menos de grasa que las clásicas patatas fritas, porque no son patatas fritas al uso. Su base es de patata, cereal y soja pero no están fritas. Su proceso de elaboración es más natural a través de un horneado a alta temperatura que además facilita usarlas como base para otras recetas de aperitivos cubriéndolas al gusto.
La rapidez con la que se come un snack suele relegar el gusto de paladearlo, de rescatar los sabores que se acumulan en la bolsa, ¿es posible acostumbrarse a oler la bolsa tras abrirla como haríamos con otros alimentos?.
Fotos: Grefusa