Nokton Magazine - Revista cultural
Sube el telón. Se atenúan las luces. Empieza el sueño. Da igual que lo veas o no, que lo oigas perfectamente o lo leas en el aire (y en los sobretítulos), cuando la verdadera magia escénica hace suyo el espacio físico, laboratorio de palabras, gestos y sensaciones, poco importa si tienes algún tipo de diversidad funcional o no. Melpómene y Talía te toman de la mano y te hacen disfrutar de una de las sensaciones más bellas que puede haber: una buena función de teatro.
En nuestro país hay cerca de dos millones de personas con discapacidad sensorial, visual y/o auditiva, además de aquellos con otro tipo de diversidad funcional, por eso, en el afán de Nokton Magazine de hacer la cultura más accesible, porque no sólo el dinero puede limitar nuestro acceso a la misma, queremos fijarnos en un par de iniciativas que permiten que cada día miles de personas puedan vivir en sus pieles lo que a los demás no se nos ha privado por la madre naturaleza o por avatares de nuestra existencia. Iniciativas como Cultura sin Barreras, del Teatro Zorrilla de por donde pasa el Pisuerga y la Diputación de Valladolid, o el proyecto Teatros Accesibles, patrocinado y apoyado por la Fundación Vodafone España, que colaboran con varios teatros públicos y privados de Madrid, Barcelona, Valencia, incluso el Festival de Teatro Clásico de Mérida, trabajan duro para brindar esta oportunidad a un colectivo que no quiere prescindir de la cultura que se desarrolla en un escenario.
La literatura y el cine supieron cómo remediar en cierto modo estas barreras y encontrar sus propios caminos para ponerse al alcance de la mayoría, con alfabetos braille, audiolibros o subtitulados, métodos más que asentados en el ideario colectivo y en el concepto de la cultura accesible.
De cara a la celebración el próximo 3 de diciembre del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, poner el acento en algo obvio, como derechos de todo ser humano que son, como es la igualdad de oportunidades y la participación en todas las áreas de la vida en comunidad y sociedad, es algo necesario. Gracias a esas pequeñas petacas que alimentan de energía los aparatos de audiodescripción o al sistema de bucle de inducción magnética, sistema compartido con el cine, que multiplica las ondas magnéticas como sonido por toda la sala que permite que sean captadas por los audífonos de los usuarios dejando en un segundo plano el a veces molesto ruido ambiente. Pero la integración no sólo se queda en el patio de butacas y algunas compañías con miembros con diversidad funcional demuestran de manera sobresaliente que son perfectamente capaces de hacer poner en pie a todo un auditorio ante una magnífica ejecución dramática. Porque la verdad de lo que provoca poseer esa sensibilidad artística, que entró a formar parte de los genes de cada uno en un estadio de gestación muy anterior a aquel que implantó los absurdos prejuicios, es que a todos se nos pone la piel de gallina cuando las musas han cubierto con su velo más inspirado la función.
Fotos: Bahman Farzad (cc)
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