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Lolita Garrido: ironía castiza y ‘swing’

Es necesario rescatar a Lolita Garrido de ese cajón desastre en el que muchas veces guardamos, en clave de revisión irónica o de montaje televisivo de imágenes de archivo, las postales musicales de nuestro pasado. Es necesario sacarla de ahí, porque Garrido merece una revisión totalmente en serio: por su valiente exploración de distintos géneros musicales, desde el swing hasta el mambo, por la calidad de sus arreglos orquestales, por el terciopelo de su voz y por su castiza y elegante sarcasmo.

Hoy la colocamos entre nuestros Discos de la Roca Madre, pero, si hubiese que escoger alguno de todos los de Lolita Garrido, sería muy difícil hacerlo, porque, a lo largo de su carrera, la artista de Manises grabó alrededor de 200.

Además, Garrido desarrolló su carrera entre los años 40 y los 60; todavía no eran años de álbumes conceptuales, sino de EP que recopilaban las canciones que más sonaban en la radio, un medio, por cierto, en el que la artista se curtió, cuando la música en directo constituía todavía uno de los principales nutrientes de este canal. Gracias a las votaciones de los oyentes, Garrido obtuvo en 1955 el Gran Premio de la Cadena Ser, y, desde entonces, su creciente popularidad la llevó a formar parte de un amplio abanico de festivales de la canción, dentro y fuera de las fronteras españolas.

Presidiendo una sala de fiestas o en la intimidad sensual de un estudio radiofónico, enfundada en algún vestido de ensueño, Garrido tenía clase hasta para señalar a un idiota. “Eres tonto, muchacho, tú eres tonto, y en tu casa lo tienen que saber, porque aquí estamos hartos de saberlo, que eres tonto, y qué le vas a hacer”. Así de castiza, más chula que un ocho, se manifestaba la cantante valenciana en aquellos tiempos en los que se decía que las mujeres que hablaban así a los hombres “no tenían correa”

La frase “no comprendes ni quieres comprender a las chicas que tanto te enamoran” constituye, todavía hoy, un acertadísimo retrato de eso que algunos conocen como machismo romántico. Una forma de pensar que parte de la base de que a las mujeres no hay que entenderlas, sino amarlas, porque eso de entenderlas parece imposible para algunos, de los que se reía Lolita Garrido: “A ver si te haces un hombre cabal”. Garrido fue, también, una de las primeras en actuar en la televisión nacional, cuya llegada, en 1956, adelantó cantando la rumba ‘La televisión’, un tema que ya sonaba nueve años antes de que la caja tonta aterrizara en España y que, pese a pasar sin pena ni gloria por aquellos años, se ha convertido en un tópico imprescindible en los reportajes nostálgicos. «Vísteme bien, mamá, que voy a transmitir; que no hace falta tener buena voz, hay que lucir bastante el figurín», anticipaba, algo profética.

Su mirada a las tecnologías de la época no se quedó ahí, sino que también le cantó al teléfono, en ‘Dile que se ponga’ y en la desesperación swing de ‘Comunicando’, que, probablemente, resultará familiar a quienes escuchaban a Gomaespuma en sus primeros tiempos en M80.

Las canciones de Lolita Garrido –uno de sus primeros letristas fue el maestro García Morcillo, autor de hits como ‘La vaca lechera’- también destilaban picardía irónica, desde ‘Duérmete, nene’, en la que desmonta el tópico más cursi de la maternidad y la paternidad implorando sutilmente eso de “descansa, que tus papás quisieran descansar también”, hasta el quiebro casi gamberro que le da a ‘Pitágoras’, muy influida por el rock italiano de la época, al igual que ‘Tu beso es como un rock‘ y ‘Ciao te diré‘.

Tras debutar en una compañía infantil, con quince años, Lolita Garrido se desplazó a Madrid para debutar en el Bellas Artes, acompañada, como tantas otras artistas de la época, por su madre. Su padre falleció antes de que ella naciera y era la menor de cinco hermanos. A los 16 debutó como tiple en el espectáculo de revista Historia de dos mujeres y, aunque como más se prodigó fue como fábrica de éxitos radiofónicos, volvió a los escenarios en busca de su broche final, dirigiendo su propia orquesta, Los Barones, en los años 70, y despidiéndose definitivamente con una comedia musical presentada en el Teatro Alfil en la década de los 80.

Puede que España no tuviera ninguna Ella Fitzgerald, pero Lolita Garrido desempeñó el papel de dama nacional del swing con mucho más que dignidad.

Fotos: Agradecimientos a Guateque.net.

Manuela Astasio

El periodismo cultural es ese novio que, aunque no tiene un duro, es tremendamente divertido. Yo tampoco tengo un duro, pero espero contribuir a vuestra diversión.

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