Nokton Magazine - Revista cultural
Parece que la auténtica llave maestra para hacer series virales que consigan, en días, que miles de espectadores vean toda una temporada, la tiene Netflix. Y en esa apuesta por productos audiovisuales sencillos, pero con suficiente intriga, entra su último gran lanzamiento: la serie Locke & Key.
En ella el misterio, los dramas de la familia Locke, y las historias de instituto se acercan al terror partiendo de un ya alabado cómic de Joe Hill. Lo hacen en una mansión encantada repleta de llaves con poderes únicos, que se descubren desde el primer capítulo. Algunas de ellas nos sirven para ir más allá en su historia.
Con esta llave puedes entrar en la mente de quien quieras, y a todos nos gustaría entrar en la mente del creador de Locke & Key. Joe Hill comenzó a escribir estos cómics en 2008 contando con Gabriel Rodríguez como ilustrador. Y es que Hill ha bebido el misterio y el terror de uno de los más grandes, su padre, Stephen King (que también vive en una constante de adaptaciones televisivas de sus obras), aunque decidió no usar su apellido real para publicar sus novelas por sus propios méritos.
El poseedor de esta llave puede cambiar su cuerpo por el de otra persona, y aunque en ese caso todo queda intacto en el proceso de adaptación del cómic a serie parece que se han perdido algunos aspectos. Los seguidores de la novela gráfica consideran desdibujadas algunas de las tramas, y los propios creadores aceptan que hayan tenido que simplificarse. El motivo, transformarlo en un producto al estilo Netflix, con misterio pero sin requerir demasiada atención del espectador. No hay que olvidar que el algoritmo de esta plataforma trabaja de forma desconocida para crear productos que nunca fallen.
Convertirse durante un tiempo en fantasma para conseguir sobrevolar la ciudad sin ser visto, o entablar conversación con seres de la misma “especie” es el poder de esta llave. Y es que Locke & Key es una historia con los habituales elementos del género; casas encantadas, piezas mágicas, asesinatos, demonios, alcoholismo, fantasmas, sótanos y adolescentes.
De hecho el propio nombre del pueblo en el que acontece la trama es una declaración de intenciones; en el cómic se llama Lovecraft, en la serie Matherson.
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