Nokton Magazine - Revista cultural

‘Animales nocturnos’ sobre el polvo de la gran ciudad

Darwin y la “supervivencia del más apto” nos persiguen. Incluso cuando nos plantean a modo cuestionario “qué animal nos gustaría ser” y en realidad se nos disputa qué animal nos gustaría llegar a ser. Un sarcasmo que asoma entre enigmático y apabullante en la moraleja de la gris (ni blanca ni negra) fábula de Juan Mayorga: “El zorro sabe muchas cosas; el erizo sólo una pero importante”.

El espectador que determine a vista de pájaro quién disuade con la astucia de un zorro y el destino del erizo al que encierran en un cerco inexpugnable se verá sorprendido cuando, con el giro de las cajas escenográficas, se abra la trampilla al entorno íntimo, donde también se insinúan los signos de la intimidad agazapada. Animales nocturnos plantea el trazo rojo en su primera escena, pero no los límites que cada personaje amaga y será capaz de infringir al de al lado.

Pablo Gómez-Pando y Jesús Torres, los ‘Animales nocturnos’ de Juan Mayorga.

El Hombre Bajo (Jesús Torres) entra en el bar e invita a brindar al Hombre Alto (Pablo Gómez-Pando), su vecino. ¿Qué celebrarán?, se pregunta el último. Para su sorpresa, acaba de ganar un nuevo amigo gracias a su situación de indocumentado. Negarse a esta agradable relación le concedería un chivatazo y la expulsión inmediata del país. Tras la sorpresa, el Hombre Alto no siente el chantaje como una losa irreversible y se dispone a manejar el paso, aunque el Hombre Bajo sostenga la manija de la situación, pero la arbitrariedad no sustenta las vías únicas. Tampoco en las relaciones de pareja. La Mujer Baja (Irene Serrano) y la Mujer Alta (Viveka Rytzner) se desplazan por sus pequeños hogares de madera y las insignificantes conversiones de dominio se instalan en anómala armonía con las noctámbulas criaturas del zoológico municipal. La invisible languidez de los peces de ciudad.

El montaje escudriña los espacios de dominio en los vínculos de pareja.

Juan Mayorga revisita el texto que escribió y subió a escena hace más de una década, cuando se inauguraba la sala Guindalera y una pieza de diez minutos presentada en el Teatro Royal Court de Londres crecía a la sombra de su génesis, la Ley de Extranjería, que categorizaba en España con “legales” e “ilegales” a ciudadanos de pleno derecho y a individuos de tercera en tierra extraña. Mayorga hubiera deseado que su texto, valga la redundancia, quedase fuera de contexto. Pero la perplejidad del espectador ante la obra es hoy más escarpada, como la frontera  y la conciencia de la vieja Europa, la del Nobel de la Paz, frente al éxodo de los migrantes sirios. Sombra entre sombras que la joven compañía El Aedo Teatro, con Carlos Tuñón a la dirección, escenifica con la sugerente serpentina del animalario crepuscular.

Animales nocturnos se representa hasta el 5 de junio en la sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez de Madrid de martes a sábado a las 20:30h. y los domingos a las 19:30h. El precio oscila entre los 13 y 16€. Día del espectador los martes y miércoles y descuentos para grupos, mayores de 65, desempleados, personas con discapacidad y presentando el carné joven o de bibliotecas municipales de Madrid.
Mariasun Miquel

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