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‘The King’, un shakespeare descafeinado

Algo sucede con las películas históricas en Hollywood. Desde el intento de adaptación del Macbeth que hizo Kurzel en 2015, al Enrique V de David Michôd en The King, han paseado por cartelera diferentes dramas históricos que han caído en saco roto. Todos cortados por el mismo patrón, el exceso de teatralidad, la espectacularidad de su dirección de fotografía y sus guiones vacíos e insípidos.

Timothée Chalamet como Enrique V. Fuente: IMDb

Michôd lo ha intentado, ha querido adaptar una obra shakesperiana, intentando traer un aire moderno, jugando con la apariencia torturada y andrógina de Chalamet, e incluso permitiéndose el plagio de la famosa escena de “La batalla de los bastardos” de Juego de tronos. Ninguno de sus esfuerzos ha conseguido camuflar la falta de sustancia que entraña su película.

La historia nos sumerge en el proceso y transformación del joven Hal, un chico irreverente, cuya relación con su padre le ha alejado de la corte. En la vida hedonista e irresponsable del futuro rey de Inglaterra influye enormemente una persona, su única y verdadero amigo, Falstarff.

La evolución del protagonista es notoria, pero mal representada. Chalamet se mueve por los castillos y el campo de batalla como si pasease por una película de Woody Allen. Ningún tipo de porte marcial, ni de actitud desafiante y entregada como las interpretaciones de actores acostumbrados a encarnar las obras de Shakespeare como Kenneth Branagh.

Timothée Chalamet es un actor visceral y emocional pero no encaja en el papel de Enrique V. No conectas con su personaje, no empatizas con su causa y mucho menos te sientes intimidado ante su madurez.

Un protagonista desdibujado e inaccesible imposibilita comprender la complejidad de la historia que intenta mostrar la película de Michôd.

Las escenas épicas carecen de intensidad. Fuente: IMDb

Lo único que salva la película es el diálogo entre Enrique V y su futura prometida, la hija del rey de Francia, interpretada por Lily-Rose Depp. La joven salva los últimos minutos de la película y también evita que el espectador caiga en el sopor. Su fugaz aparición parece avivar un ritmo demasiado lento y carente de fundamento.

La dirección de fotografía de Adam Arkapaw juega con las luces y las sombras creando un cariz pictórico a la película. No obstante, se repite el mismo problema del Macbeth de Kurzel. De nada sirve una perfecta estética, si la película no contiene alma. Tristemente, la apuesta de Netflix por introducir a Shakespeare en su catálogo ha fracasado. The King ofrece una visión descafeinada de Enrique V, fácilmente olvidable.

La película de The King está disponible en Netflix.
Claudia Banqueri

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