Nokton Magazine - Revista cultural
Poseen una excelente coordinación motora, tienen pinta de oler muy bien, venden muchos discos y se preocupan por ti: son las boy bands. Miramos, una vez más, hacia este fenómeno, que vuelve cada cierto tiempo para enloquecer a una generación. Por fortuna, momentáneamente.
Van limpios, bien afeitados y tienen la mirada noble. Las boy bands suelen estar integradas por buenas personas, por chicos a los que se puede llevar a casa sin miedo, a excepción, quizá, de Robbie Williams en una época determinada de su vida. Gente como los Backstreet Boys, que cantaban I’ll never break your heart (Nunca romperé tu corazón), o como los Jackson 5, que aseguraban, en canciones como I’ll be there, que estarían allí cuando los necesitaras. Por fortuna o por desgracia, la industria discográfica no siempre les permite cumplir con esta promesa; pero, mientras pueden, ellos aprovechan para unir sus voces en angelicales coros a capella de bondad infinita cada vez que alguien hace una pausa en la entrevista.
httpv://www.youtube.com/watch?v=uFyXN-fRrdI
Detrás de una boy band siempre hay un grupo de fans (entre las que, por fortuna, cada vez hay más chicos) que se desviven por ellos con la pasión del más hincha de los hinchas. Sin ellas, sin su entrega, sin sus alegrías y sus fatigas, y las de sus madres, que les suelen sujetar el abrigo y la mochila mientras persiguen a sus ídolos, esta industria no tendría sentido. Denostados durante muchos años por la alta cultura por su comportamiento supuestamente irracional, los fans han sabido ver ahora en las redes sociales un arma de organización y comunicación que los hace aún más poderosos, con la que pueden desde pedirle a Justin Bieber que se centre un poquito hasta evitar contratiempos como los que estuvieron a punto de causar una desgracia cuando Take That aterrizó, hace años en Barajas.
httpv://www.youtube.com/watch?v=RSo6aMsgkJ0
Para las seguidoras de pro –bueno, y para Mark Owen, que, según se dijo en su momento, rompió a llorar cuando supo que Take That se separaban– no hay nada más angustioso que la noticia de que su grupo favorito se disuelve. Se trata de un brusco tránsito a la madurez, ya que cualquier seguidora sabe que no le dará tiempo a encontrar otra boy band favorita antes de que su adolescencia termine.
Otra característica habitual de las boy bands es que pocas sobrevivirían a una auditoría externa: hay demasiada gente dentro de ellas, y la mayoría es prescindible. Aunque la boy band ya esté formada, el casting continúa a lo largo de toda su trayectoria con una misión: decidir quién será el líder de la misma y, por tanto, a quién le espera, después, una carrera en solitario. Por un lado, están casos clásicos, como el de Michael Jackson o el de Justin Timberlake, quien destacó desde el primer momento como macho alfa de ‘Nsync y, como apuntaban las predicciones, se erigió después como un reputado artista en solitario. Pero hay otras veces en las que la historia no sucede así, como en Take That, donde el cabeza pensante Gary Barlow fue eclipsado en solitario por un Robbie Williams capaz de reinventarse las veces que hiciera falta.
httpv://www.youtube.com/watch?v=BnO3nijfYmU
Hasta bien entrados los años noventa, los integrantes de una boy band compartían hasta el peinado –veánse los casos de los Jackson 5, The Osmonds o los Hanson-, pero, desde hace un par de décadas, los productores y agentes pensaron que lo mejor era, dentro de una estética común, dar a las fans un abanico algo más amplio de opciones entre las que elegir. En realidad, las boy bands suelen tener el tamaño perfecto para que las amigas se repartan a sus integrantes y queden medianamente satisfechas sin necesidad de disputas feas. De ahí que haya Howies, A.J.’s, Marks, Joes, Ronans, Garys y Justins; rubios, morenos, altos, bajitos, con barba, sin ella, a mirada descubierta o con gafas de sol. Las de ver, la verdad, siguen estando relegadas al indie o al grunge, así que, desde aquí, emitimos un llamamiento: ¿para cuándo un Nick Carter con presbicia?
Además, las boy bands han sido precursoras de algunas tendencias muy interesantes, como la perilla dibujada con tiralíneas, una aventura emprendida en los noventa por miles de hombres en todo el planeta pero acometida con éxito únicamente por Ken (el novio de Barbie), por Craig David y por el periodista Fernandisco, o los abrigos sin nada debajo, únicamente válidos para el clima de entretiempo.
Se suele decir, injustamente, que los componentes de las boy bands no tocan ningún instrumento, cosa que, como demuestran los Hanson y los Osmonds, por poner solo dos ejemplos, es falsa. Sí es cierto, en cambio, que, por mucho solfeo que sepan sus miembros, para una boy band siempre hay algo más importante que cualquier otra cosa: bailar.
httpv://www.youtube.com/watch?v=OWbeczuhRcs
La coreografía es el momento de comunión de las almas y de trabajo en equipo, ése en el que todos los miembros de una boy band se convierten en una Corea del Norte en pleno Día Nacional. El baile es exhibido, en general, como la mayor habilidad de sus miembros, a veces por encima de otras aptitudes. El baile, por supuesto, tiene, además, un componente altamente sexual para deleite y lipotimia de las fans (y de las no tan fans), que suele incluir golpes de cadera, ausencia de camiseta o altos niveles de humidificación de la misma. O, cómo no, el infalible movimiento del robot.
httpv://www.youtube.com/watch?v=o8HkEprSaAs
Fotos: edwardk662 (cc) / starbright31 (cc) / Eva Rinaldi Celebrity and Live Music Photographer (cc) / mhonpoo (cc)
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