Nokton Magazine - Revista cultural
Los lápices labiales comenzaron a disfrutar de la popularidad de la que hoy gozan a finales del siglo XIX; dicen que el primero, Milady, llegó a España, comercializado por Puig, en 1922. Imaginen, pues, todo lo que los pobres publicistas habrán tenido que inventar a lo largo de estos años para seguir vendiendo pintalabios. De todas sus artimañas, en Nokton Magazine nos quedamos con los nombres con los que las marcas comercializan sus distintos tonos, que muchas veces son poesía, y de la buena.
El nombre del color de un pintalabios, una sombra de ojos o una laca de uñas podría parecer el último y más insignificante detalle de una campaña promocional que abarca desde el millonario fichaje de una supermodelo o estrella del cine, hasta la compra de caros espacios publicitarios en televisiones y revistas, pasando, cómo no, por el uso “ocasional” del Photoshop.
Sin embargo, nombres tan evocadores y sugerentes de labiales como Supremely confident (“Sumamente confiado”, de MAC), Be my date (“Sé mi cita”, de Lâncome) o Ce soir (“Esta noche”, de Chanel) recuerdan la importancia de los detalles y, sobre todo, el poder de la evocación en el arte de vender, especialmente, en el de vender productos que no son de primera necesidad. Ninguna marca –desde la más exclusiva hasta la más asequible- pasa por alto el potencial de un nombre inspirador, pero ellas no son las únicas que le dan importancia, también lo hacen las consumidoras; la cantante madrileña Russian Red, por ejemplo, tomó su nombre artístico del rojo de su pintalabios fetiche.
Donde los psicólogos del color ven agresividad, luto o pasión, los creativos de las marcas de maquillaje encuentran escenas de películas, citas a ciegas, traiciones, sinestesias y viajes de ensueño. Todo sea por tentar a las compradoras.
El cine ha sido uno de los mejores publicistas de maquillaje habidos y por haber. De ahí que firmas como Chanel tengan siempre un detalle con el star system que las convirtió en objetos de deseo. Dos de los tonos de uñas de la línea de maquillaje de la casa de modas francesa responden a nombres como Cinema y Papparazzi, pero el homenaje no queda ahí; la marca se atreve con Alfred Hitchcock y ha bautizado a dos de sus lacas de uñas con el título de dos películas del director británico: Vertigo y Frenzy (Frenesí). Hitchcock, con su elegante perversión y su obsesión por las mujeres rubias con recogido, consiguió convertir a casi todas las protagonistas de sus filmes en iconos atemporales de la moda.
El del gusto y la vista son sentidos relacionados, y los fabricantes de cosméticos lo saben. El caso más flagrante es, claro está, el de las barras y lápices de labios. Después de las modas de pintalabios con sabores, la tentación está ahora también en nombres como el sugerente Creme in your coffee (Crema en tu café), un tono de MAC; Spiced cream (Crema picante) y Sweet pea (Guisante dulce), ambos de Shisheido y Luxury Plum (Ciruela de lujo), de Astor. Aunque también existen ejemplos en el colorete, como la paleta Sugarbomb (Bomba de azúcar), de Benefit.
Además de la patriótica sombra de ojos Bleu de France (Azul de Francia) de Lâncome, el maquillaje también aprovecha el lado romántico de la geografía y el viaje para hacer volar la imaginación de sus compradoras. Astor cuenta, dentro de su colección, por ejemplo, con los tonos África, México y Rojo Siena. Chanel cuenta con un misterioso color de labial al que ha llamado Teherán.
El maquillaje, parece ya bastante claro, no es una mera cuestión estética, sino una invitación a otro mundo, más glamouroso y exquisito que éste; un viaje de todos los sentidos a través de uno solo, el de la vista. Así que en los nombres de las gamas de tonos se da mucho la sinestesia. En MAC existen varios ejemplos exquisitos, en concreto, en sus esmaltes de uñas: Mountain Air (Aire de montaña), Snow Shadow (Sombra de nieve) y Black Ice (Hielo negro).
Fotos: marsmet523 (cc) / kurafire (cc) / niseag03 (cc) / David Durán Trejo (cc) / Viriditas (cc) / Musée Antoine Lecuyer (cc) / juanalbertogarciarivera (cc)
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