Nokton Magazine - Revista cultural
A conciencia

Ocho liberaciones femeninas en la música

No están, ni mucho menos, todas las que son, pero sí son todas las que están: mujeres que, desde su aportación a la música, nos han recordado lo difícil que es. Véase: cantar sobre los mismos temas que un hombre, desahogar tu enfado, esquivar juicios de valor solo por tu aspecto, obtener reconocimiento intelectual, romper el techo de cristal de la música sinfónica… Artistas y bandas femeninas que de una u otra forma y, casi siempre a su pesar, nos han recordado que no existen las mismas oportunidades para todas y todos. Lo bueno es que no siempre se necesitan megáfono y pancarta, y se puede hacer en cualquier idioma y desde cualquier género. La prueba fehaciente es esta playlist, disponible en Spotify.

Miriam Makeba

La llamaban Mamá África, pero se pasó media vida huyendo del continente que la vio nacer. Su activismo contra el apartheid la obligó a marcharse de su Sudáfrica natal para poder desarrollar su carrera musical, en la que siempre tuvo presentes los sonidos y las raíces de su tierra. El gobierno de Nelson Mandela le permitió volver a casa, y lo cierto es que Miriam murió, como quien dice, peleando, cuando un paro cardiaco se la llevó en 2008 después de actuar en un festival italiano contra el racismo y la mafia.

Cecilia

Evangelina Sobredo se fue tan pronto que solo nos dejó un aperitivo de todo lo que era capaz. Que abarcaba, recopilatorios nostálgicos aparte, mucho más que ‘Un ramito de violetas’. Aquella muchacha culta y políglota supo adaptar el folk americano al costumbrismo español, para denunciar todo lo que no le gustaba de ese país que tanto amaba pero en el que algunas veces se sentía tan extraña. Y el pack incluía, como no podía ser de otra manera, el papel de la mujer en la sociedad, que tantas mujeres de su generación tuvieron que sortear, al igual que ella, como equilibristas.

Paquita la del Barrio

Con solo 15 años Paquita dio a su bebé en adopción, tras quedar embarazada de un hombre tres décadas mayor, que le ocultó que ya tenía una familia. La mexicana, evidentemente, nunca lo olvidaría, pero se encargó de que nosotros tampoco lo hiciéramos con sus desgarradoras rancheras. Un género tradicionalmente ligado a los mariachis en el que ella, una mujer, logró hacerse un hueco que permanece imborrable incluso después de su muerte en 2008. Hay quien la acusa de misandria –“¿me estás oyendo, inútil?”, respondería ella desde la tumba-, pero lo cierto es que sus canciones no han perdido ninguna vigencia en la era del follamigo.

Marin Alsop

Si todavía hoy, como recientemente ha sucedido con Mirga Grazinyte-Tyla y la Sinfónica de Birmingham, es noticia que una mujer dirija una orquesta, cuesta imaginar lo que les costaría abrirse paso a músicas de generaciones anteriores, como Marin Alsop (1956). La estadounidense, cuyo mentor es Leonard Bernstein, y que actualmente dirige la Sinfónica del Estado de São Paulo, fue la primera mujer al frente de una orquesta de renombre en Estados Unidos cuando le encargaron capitanear la Sinfónica de Baltimore. Antes de ella hubo otras que lo intentaron, como Ethel Leginska y Antonia Brico, pero la mayoría fueron silenciadas rápidamente.

TLC

Son, superadas solo por las Dixie Chicks, el segundo grupo femenino que más discos ha vendido de la historia, de acuerdo con la revista Billboard.  Las estadounidenses Tionne «T-Boz» Watkins, la ya fallecida Lisa Lopes (que padeció malos tratos) y Rozonda «Chilli» Thomas se convirtieron en todo un fenómeno mediático en la era dorada del R&B y el hip hop en los noventa, durante la cual las suyas fueron de las voces femeninas más respetadas. Especialmente entre el público joven, al que enviaron poderosos mensajes a través de temas como ‘Unpretty’, que habla de la tiranía de la belleza, y ‘Waterfalls’, una apuesta por el sexo seguro.

Sia

No solo hay que mirar al pasado, la puesta en escena de Sia ha abierto hace muy poco varios interrogantes acerca del papel de las mujeres en la industria del espectáculo. Y lo ha conseguido con una decisión muy simple: ocultar, o más bien, disfrazar, el aspecto de la artista, quien en sus vídeos suele tirar de su alter ego, la jovencísima bailarina y actriz Maddie Ziegler, y en actuaciones y apariciones públicas hace lo posible por esconder su rostro. Que, por cierto, es de sobra conocido desde hace algunos años, solo que la australiana, tras una fulgurante carrera como compositora para gente como Rihanna y Britney Spears, parece querer seguir siendo juzgada exclusivamente por su trabajo.

Cyndi Lauper

La historia de ‘Girls just wanna have fun’, himno del girl power popularizado por la estadounidense Cyndi Lauper, no puede ser más paradójica. El autor de su primera versión, Robert Hazard, la grabó en 1979 como el retrato de un mujeriego que, para excusar su comportamiento, siempre decía que las chicas solo querían pasárselo bien. Con él, claro.

Después Lauper fue capaz de hacerla suya tan solo con una ligera modificación en la letra y el poder de su característica voz. Comprobar el efecto de poner actitudes convencionalmente masculinas en boca de mujeres sigue siendo una de las armas más potentes en favor de la igualdad.

Patti Smith

En los setenta, cuando los brillos y las plataformas discotequeras parecían la única posibilidad estética, una muchacha de Chicago decidió quedarse en vaqueros y camiseta para demostrar que sí, que las mujeres también podían ser profundas e intelectuales e incluso convertirse en influencia de bandas masculinas tan legendarias como R.E.M. y U2 a golpe de spoken word. A la madrina del punk, que fue educada como testigo de Jehová, nunca le han faltado causas por las que militar -el ecologismo, el pacifismo, Palestina, el cierre de Guantánamo-, pero, probablemente, sea el feminismo aquella con la que más se identifica su trayectoria, que, gesto a gesto y disco a disco, ha dejado en él una huella imborrable.

Foto: stratopaul (cc)

 

Manuela Astasio

El periodismo cultural es ese novio que, aunque no tiene un duro, es tremendamente divertido. Yo tampoco tengo un duro, pero espero contribuir a vuestra diversión.

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