Nokton Magazine - Revista cultural
María Criado es una autora novel cuya primera novela, Postales de aquellos días, inspirada en el viaje que su tía abuela realizó cruzando el Atlántico para buscar una situación mejor, está gustando muchísimo. Con un estilo de escritura y unos temas muy claros, María sabe que sus novelas acabarán en manos de todas aquellas mujeres que busquen sentirse reflejadas en este tipo de argumentos: historias que les den voz, que las empoderan y que reflejan emociones en escenarios reales y contextos históricos que han ocurrido de verdad.
Nokton Magazine: Cecilia parte a Buenos Aires dejando atrás su familia y su país. ¿Cómo crees que ese desarraigo cambia a una persona?
María Criado: El desarraigo migratorio puede fracturar emocionalmente la identidad de una persona. En el caso de la protagonista, la llevará crear su propia familia argentina con Norah, Amelia y los señores López de la Torre. Necesita esa red de apoyo, esos abrazos, pero sin olvidar de dónde viene. No por estar a miles de kilómetros uno olvida el dolor que deja atrás. Volver con los suyos, y evitar que pasen penurias es su objetivo y por él veremos una transformación en el personaje: un proceso de madurez y crecimiento personal hasta que, al final, reflexione con serenidad sobre todo lo que vivió.
NM: Te voy a proponer algo de índole creativo. ¿Podrías contarnos algo de lo que vivió Cecilia que no salga en la novela, pero que tú sepas que le pasó o que podría haberle pasado? Como si fuera la escena eliminada de una película, pero no por nada necesariamente controvertido.
MC: Confieso que me vi tentada a plasmar el beso que Norah siempre deseó recibir de Jack. Norah, su hermana argentina, su amiga fiel, enamorada y no correspondida. También hubiera cabido una carta —no enviada— a Norah, agradeciendo lo que supuso para ella ser su hermana elegida, a pesar de lo que pasó al final.
NM: ¿Opinas que en la novela se refleja la fragilidad de las relaciones a distancia? ¿Qué opinas del papel de la comunicación en tiempos de crisis? ¿Hubiera sido diferente ahora para Cecilia con las nuevas tecnologías?
MC: Para Cecilia y su familia, recibir noticias era lo que les mantenía conectados en la distancia. Esas cartas que cruzaban el Atlántico acompañadas de retales de organza y fotografías de desfiles de moda eran un soplo de aire fresco para su madre y sus hermanas en medio de la contienda, fragmentos de vida. Las cartas de su hermana Isabel, relatando el día a día en un pueblo cercano a Madrid, provocaban desasosiego en Cecilia, pero también el alivio de saber que estaban bien. Hoy en día la comunicación sería más inmediata, pero entonces, la espera era emocionante: ¿os suena lo de preguntar aquello de «ha llegado alguna carta para mí»?
NM: ¿Cuál es el punto de giro más importante en la historia para ti?
MC: Una muerte inesperada supondrá un punto de no retorno, por todo lo que se desencadena tras la lectura del testamento en la notaría. A partir de ahí Cecilia se siente traicionada y entiende muchas verdades antes invisibles. Es un punto de inflexión, una lección aprendida que supondrá replantear su regreso.
NM: ¿Cómo fue para ti escribir escenas de dolor, de despedida o de culpa? ¿Cómo vives, en general, cuando escribes emociones en tus novelas?
MC: En mis novelas abordo temas que pueden afectar a cualquiera en el día a día. No concibo la escritura sin ir de la mano de las emociones. Yo estudié Derecho, pero siempre me han atraído la historia y la psicología. Escucho podcasts y leo libros sobre sentimientos para sumergirme en ellos y que, sean de la índole que sean, se normalicen y afloren sin oponer ninguna resistencia. No hay que avergonzarse nunca de mostrar lo que llevamos dentro.
NM: El exilio y la emigración son constantes en la novela. ¿Por qué este tema?
MC: En mi familia hubo una tía abuela que marchó a Argentina, pero Postales de aquellos días no es su biografía: ella no trabajó en alta costura ni todo fue tan bonito. Con su recuerdo surgió la necesidad de hacer un homenaje a tantas mujeres que, como ella, dejaron atrás su familia buscando un futuro mejor. La distancia tiene un coste emocional elevado.
NM: ¿Cómo trabajaste la voz de Cecilia para acercarla más a los lectores?
MC: Creo que lo que da cercanía a un personaje es que el lector pueda identificarse con él, por lo que vive y con los lugares por los que transcurre la trama. Con Cecilia, una fiel ambientación histórica y un lenguaje sencillo hacen que nos imaginemos que respira a nuestro lado. Salvo los personajes y el argumento, todo existió de verdad: los nombres de las calles, las cafeterías de la época en Buenos Aires y en Madrid —la Richmond, el café Tortoni, el café Gijón entre otros— y lugares que se pueden recorrer: la Gran Vía, el parque del Retiro, el hotel Palace o la chocolatería de San Ginés…
NM: ¿Cambiarías algo de la novela si la volvieras a escribir ahora, tras su publicación?
MC: He de confesar que en dos ocasiones hice ajustes de la novela. Supongo que cuando uno relee un manuscrito tiende a llevarlo a su estado de ánimo actual. Siempre tienes la tentación de cambiar algo, así que, no más relecturas, cada historia tiene su momento.
NM: ¿Qué esperas que los lectores se lleven de Postales de aquellos días?
MC: Me gustaría que recordasen la novela como un refugio en el que soñar, emocionarse y sonreír cuando se sientan solos. Siempre digo que, si alguna de las páginas les ha tocado el corazón, escribir, habrá merecido la pena.
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