Nokton Magazine - Revista cultural
Mucho antes de que el brunch (breakfast + lunch) cruzase, importado desde el buen vivir anglosajón, nuestras fronteras, aquí teníamos algo mucho mejor, no porque sea mejor en sí, sino porque es compatible con desayunar, con comer, con desayunar y comer e, incluso, con desayunar, hacer el brunch y comer –hay gente que por las mañanas tiene mucha hambre-: el aperitivo. El aperitivo es algo que se toma para hacer hambre, para aumentar el placer de la espera y de lo que vendrá después y, por tanto, es algo que se hace cuando uno tiene tiempo, está a gusto, y en buena compañía.
Desde hace unas semanas, el madrileño mercado de San Antón acoge cada domingo a las 13 aperitivos con un ingrediente extra, el musical, dentro del Aperol Spritz Sound, por el que ya han pasado Iván Ferreiro, Christina Rosenvinge y Najwa Nimri.
Su programa, que espera aún las actuaciones de Julio de la Rosa, Second, Sidonie, Jero Romero, La Bien Querida, Anni B Sweet y The New Raemon, se extenderá a partir de junio al mercado de La Barceloneta, donde tendrá lugar los sábados y se prolongará hasta finales de mes.
La propia Nimri es la madrina de este ciclo de conciertos acústicos, que tienen también vocación de íntimos, a pesar de que la entrada a ellos es libre; eso sí, hasta que se complete el aforo.
Esta iniciativa constituye, según sus responsables, “una manera de descontextualizar la música de sus lugares y horarios habituales y trasladarla a un nuevo marco”, el de los mercados, que en los últimos años, aseguran, “han vuelto a cobrar el merecido lugar que siempre han tenido como centro social de la vida de una ciudad”.
Los elegidos, en este caso, son dos ejemplos de la reciente renovación de los antiguos mercados de abastos, que, tras la irrupción de los hiper en nuestras vidas, resurgieron de sus propias cenizas para acoger un tipo de compra mucho más unida al ocio y al deleite y convertirse, además, en centros gastronómicos.
El mercado de San Antón ha caminado del brazo del devenir de su propio barrio, el de Chueca, que, tras años de abandono, se ha convertido en una de las zonas guapas de la capital. Fruterías con piezas que casi han de ser envueltas para regalo conviven con gastrobares y con una terraza pequeña pero muy solicitada.
El de La Barceloneta fue siempre un mercado de pescadores que, como el de Chueca, combina ahora establecimientos de alimentación con restaurantes de alto nivel, basados en la tradición marinera del edificio, que también ha sido reformado.
Fotos: Emilio Canosa (cc)/ Sinsistema (cc)/ Revista Wego (cc)/ scannerfm_ flickr (cc)
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