Nokton Magazine - Revista cultural
Imaginemos la situación. Un grupo de reputados académicos, cómodamente apoltronados en sus sillones, con ese aura de solemnidad que les suele envolver y discutiendo sobre una parte fundamental de la cultura española. “Entonces, ¿estamos de acuerdo en que ‘tetamen’ es un sustantivo esencial para el bien común de esta nuestra lengua?”. No sabemos qué criterio (académico, solemne y formal) siguieron, pero el caso es que ‘tetamen’ está aceptado por la Real Academia Española y es totalmente lícito usarlo. Y como esa palabra muchas más.
En Nokton Magazine queremos hacer un pequeño homenaje/guiño cómico a esos más de trescientos años de historia de la Academia, en general, y a lo divertido que puede ser su diccionario, en particular, con motivo del Día Internacional de las Lenguas Maternas. Avisamos que muchos de los vocablos, por malsonantes que parezcan, están en el DRAE desde el siglo XVIII. Hete aquí los palabros de la RAE:
Comida popular. Porque todos hemos comido ‘almóndigas’ (“albóndiga”) y ‘besamela’ (“bechamel”). Lástima que otras formas como ‘cocretas’ (o su magnífica variación ‘cocletas’) todavía no estén aceptadas.
Por la libertad de pronunciación. Este apartado va para todos aquellos que comenzaron a decir ‘toballa’, ‘murciégalo’ y ‘vagamundo’ y que han logrado que la Academia los acepte formalmente. ¿Quién se ríe de quién ahora? Ahora o ‘agora’, que también existe junto con ‘asín’ o ‘mayormente’ (¿habrá tenido algo que ver Fiti de la serie ‘Los Serrano’?).
Territorio íntimo. Desde los ya clásicos ‘cuesco’ (“pedo ruidoso”), ‘jiñar’ (“evacuar el vientre”) o ‘chingar’ (“practicar el coito”) hasta las últimas incorporaciones de ‘gasístico’ (“perteneciente o relativo al gas”), ‘gayumbos’ (“calzoncillos”) o ‘clitoriano’ (“perteneciente o relativo al clítoris”), nuestra querida RAE nos regala todo un elenco lingüístico para describir a gusto nuestros momentos más privados.
Política y sociedad. La casa de la lengua también se quiere adaptar a los devenires socio-políticos y suponemos que por eso ha introducido palabras como ‘friki’ (“extravagante, raro o excéntrico”), ‘okupar’ (“tomar [una vivienda o un local deshabitados] e instalarse sin el consentimiento de su propietario”), ‘euroescepticismo’ (“desconfianza hacia los proyectos políticos de la Unión Europea”), ‘sociata’ (“socialista”) o ‘espanglish’ (“modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los Estados Unidos, en la que se mezclan, deformándolos, elementos léxicos y gramaticales del español y del inglés”).
Una miscelánea peligrosa. Si no sabíamos los criterios que pueden haber guiado la introducción de los anteriores palabros (también aceptado, por cierto) ni queremos pensar los razonamientos a los que habrán llegado los académicos para aceptar las voces de este párrafo de popurrí lingüístico. Entre ellos, ‘olorosar’ (“oler”), ‘cederrón’ (“CD-ROM”), ‘elepé’ (“LP”) o ‘jeringar’ (“molestar o enfadar”). Y uno de los más peculiares: ‘isidril’, es decir, “perteneciente o relativo a las fiestas patronales de San Isidro, en Madrid” (¿realmente hacía falta crear un adjetivo para ello?).
Fotos (cc): Crissorama/Solounmonumento/BY-YOUR-⌘
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