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‘El viaje romántico’ de Ricardo López Si

“La literatura puede ser combate, redención, expiación o calvario según a quién le preguntes”. El escritor y periodista mexicano Ricardo López Si irrumpe en el mercado editorial español con su primer libro, El viaje romántico, de la mano de Editorial UOC. En esta conversación nos revela sus obsesiones literarias y su forma de asumirlas como oficio.

Nokton Magazine: Han sido muchos los escritores que comparten la literatura con otras grandes pasiones. ¿En tu caso, el viaje y el fútbol?

Ricardo López Si: Me gusta idealizarme como un esbozo de escritor pop. Se asoma el fútbol como se asoma la música y el cine. Por eso más que un libro de crónica viajera, El viaje romántico es un manifiesto sobre mis obsesiones y las cosas que condicionaron mi formación intelectual y sentimental. Aprendí de geografía y comencé a aproximarse a la geopolítica internacional a partir del fútbol y las competiciones internacionales, así que desde luego que me interesaba formar parte de esa gran correa de transmisión.

NM: A nivel de reglas, Roberto Bolaño relacionaba al escritor con un samurái y a la literatura con un combate. ¿Lo ves así?

RLS: Estoy de acuerdo, aunque me temo que soy menos combativo que Bolaño. Como no tengo sus recursos, me aferro a lo que me puede sacar a flote, que diría que es la curiosidad. Cada escritor, bueno o malo, se adhiere a la tradición narrativa que más le interesa, a partir de sus circunstancias particulares. Escribir un libro polifónico de carretera como Los detectives salvajes no está al alcance de cualquiera. Veo cierta nobleza en renunciar a emular a algunos de tus héroes literarios, asumiendo que es un lugar que, por contexto, no te pertenece. La literatura puede ser combate, redención, expiación o calvario según a quién le preguntes.

NM: México es tierra de grandes escritores y diversos movimientos. ¿Cómo te ubicas dentro de esa riqueza literaria?

RLS:  Nunca me he visualizado como parte de un mapa literario nacional. No por falta de convicción, sino porque me parece intrascendente. México tiene una tradición insular, así que tampoco tenía demasiado de donde agarrarme como escritor de viajes. Evidentemente hay influencias decisivas para mí, de gente que buscó interpretar el mundo y, sobre todo, que buscó trasladarlo a un papel. El arte de la fuga, de Sergio Pitol, es uno de los libros que más me han inspirado. Es curiosa la figura del diplomático mexicano durante el siglo XX en términos de narrativa viajera.  Ahí es donde se podría cavar: desde Pitol hasta alguien como Diego Gómez Pickering.

NM: ¿El viaje romántico nace como una necesidad?

RLS: No era un libro necesario en lo absoluto. Yo, quizá pecando de soberbio, lo imaginé como un testamento viajero y literario. Es un manifiesto sobre el viaje desde un prisma muy particular, que bajo ninguna circunstancia pretende ser dogmático e inflexible. A mí lo que me interesa era sensibilizar miradas. El viajero y el cronista es su mirada. Y esa mirada, pienso, debe ser culta y primitiva a partes iguales. A mí me conmovió la confluencia del Sava y el Danubio en Belgrado por mi contexto particular. La idea es que cada uno encuentre y perpetúe sus propias postales mitológicas.

NM: ¿Eres más de crónicas o de ficción?

RLS: Antes que escritor soy periodista, así que tendría que decirte que la crónica. De hecho, me parece muy intimidante el solo hecho de pensar en escribir una novela. Lo que sí me genera interés es el coqueteo con la ficción histórica que promueve gente como Emmanuel Carrère o Frederic Beigbeder. Si tengo que dar un salto al vacío, optaría por novelar alguna biografía de cultura popular.

NM: Como viajero que eres debes tener una visión bastante amplia de la actualidad. ¿Te gusta la realidad mundial?

RLS: Cuesta ser indiferente ante tanta hipocresía. Lo interesante es ir desmitificando esas narrativas y realidades heredades por los países hegemónicos, imperialistas, que al final fueron los grandes precursores de la literatura y la crónica viajera. Cuestionar lo absurdo y abrazar lo épico, desde luego. Porque la narrativa viajera sin épica tampoco me interesa. Con épica no hablo de veteranos de guerra blancos que son mordidos por serpientes y cruzan nadando mares y ríos, sino de la intención de recuperar el espíritu viajero de antaño. Esa curiosidad inagotable era un motor maravilloso.

 

 

 

Texto de: Arturo Aguirre

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