Nokton Magazine - Revista cultural
El teléfono escacharrado es uno de esos juegos infantiles con moraleja. Habitual en los cumpleaños, consiste en que los críos se sienten en un corro por el que tiene que circular una frase, dicha a toda prisa y al oído, con el objeto de demostrar cómo se transforma la información cuando pasa por muchas orejas y bocas distintas. En la red pasa igual, más aún desde que cada vez hay menos redactores y más bots: Internet vive de copiarse a sí mismo, lo cual es fantástico para propagar información… y también para difundir errores.
Las citas célebres, que siempre fueron un campo minado para los periodistas, han pasado a ser terreno pantanoso tras la explosión de las redes sociales, donde luce mucho valerse de una sentencia dicha por algún señor muy importante para demostrar que estamos cargados de razón, que no estamos solos en el universo o que simplemente molamos mucho. No podemos sino empezar por la que, probablemente, sea una de las frases en español más repetidas en Twitter en el último año.
Su repetido uso deriva de esa afición de los fascistas de calificarse a sí mismos de antifascistas mientras llaman fascistas a los de enfrente, que a su vez también se consideran antifascistas y ven a los demás como fasc… bueno, el caso es que se atribuye al que fuera primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill (1864-1965). Pero en la web oficial de su fundación no aparece entre las muchas frases célebres que se recogen del político, y existen teorías que se la adjudican –y ni siquiera textualmente- a Huey Long, gobernador de Louisiana alrededor de 1930, quien dijo: “When Fascism comes to America, it will (be in the name of/come under the guise of/be called) anti-Fascism!”
Al dramaturgo alemán Bertolt Brecht (1898-1956), creador del llamado teatro épico, fugitivo del nacionalsocialismo y autor de algunos de los libros que Hitler quemó con fruición, le sienta muy bien ese poema conocido como Ellos vinieron, que describe con hastío la insolidaridad humana en tiempos de persecución. Pese a que ha sido mal traducido y deformado hasta la saciedad, su versión más reconocible es esta:
«Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada».
Pero Brecht no es su autor. Sí lo fue, en cambio, Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller (1892-1984) -y su viuda, Sibylle Sarah Niemoeller-von Sell, la encargada de pulirlo cuando éste ya había fallecido-, un pastor protestante que, a lo largo de su vida, transitó ideológicamente desde las simpatías por el primer nacionalsocialismo al pacifismo. Y de ese tránsito precisamente es de lo que habla este poema, que fue construyendo a base de introducirlo paulatinamente durante años en sus sermones.
Como la de Churchill, ésta es otra de las favoritas de los que se proclaman como defensores de la libertad (dime de qué presumes…). En este caso, se dice que es de François Marie Arouet, más conocido como Voltaire, a quien se le atribuye sin demasiada discusión porque fue uno de los principales representantes de la Ilustración francesa. En cambio, parece que no fue él quien la pronunció, sino la escritora británica Evelyn Beatrice Hall (1868-1939), que publicó bajo el pseudónimo de Stephen G. Tallentyre y se hizo conocida precisamente por su biografía de Voltaire, donde escribió esta reflexión.
Fotos: MarkGregory007 (cc)/ massimo ankor (cc)/ Jörg Kolbe
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