Nokton Magazine - Revista cultural

El placer de ser un zombi

El zombi es el monstruo de nuestro tiempo. No solo lo certifican ficciones como The Walking Dead, Bienvenidos a Zombieland, Zombies Party y Juan de los Muertos, o  las carreras y marchas de muertos vivientes, como Corriendo entre Zombies; sino que son muchos quienes, sin tapujos, se identifican con este ¿mito? que regresa cada vez que sentimos cerca el apocalipsis.

Apocalipsis precario, en este caso. Y becario. La cultura zombi tiene su origen, precisamente, en una sociedad explotada: el Haití de los esclavos, en el que, entre los siglos XVII y XVIII, confluyeron la religión católica y las creencias animistas africanas para dar a luz al vudú, que se ha mantenido vivo hasta nuestros días, y de cuyos rituales de magia negra procede el imaginario zombi.

Un castigo (o un antídoto) contra la disidencia

Desde que los zombis asaltaran la cultura de masas en 1929 a través del libro La isla mágica de William Seabrook (publicado en España por Valdemar), la imagen no ha abandonado nuestra mente: los obreros semi-autómatas de las cadenas de montaje, los ejecutivos que arrastran los pies de vuelta a casa, los que se abalanzan sobre los montones de ropa en oferta, aquellos que abandonan el after con los ojos inyectados en sangre o quienes, en 45 minutos de trayecto en metro, son incapaces de levantar la vista de su smartphone.

“El zombi es la encarnación de la pesadilla consumista de un mundo que se consume a sí mismo sin saber cómo evitarlo”, cuenta a Nokton Magazine por e-mail el escritor y crítico de cine Jesús Palacios.

El autor de La plaga de los zombis (Valdemar, 2010) explica que, según la tradición haitiana, “a uno lo hacen zombi como castigo o venganza, a veces por motivos personales, pero sobre todo por motivos políticos y/o económicos”, y recuerda que “el acto de convertir a alguien en zombi está recogido y condenado por el Código Penal haitiano vigente”.

Zombis… sí, pero a mucha honra

Todos hemos sido zombis de manera involuntaria, pero lo verdaderamente divertido es ejercer como tales a conciencia.

Es un desahogo ser zombi por un día”, reconoce Ana Álvarez, la creadora de ‘Corriendo entre zombies’, el primer evento de nuestro país que combina running, obstáculos y muertos vivientes.

‘Corriendo entre zombies’

Álvarez fue deportista de élite de wakeboard, una modalidad de esquí naútico, hasta que una lesión le obligó a retirarse. Pero nunca lo dejó del todo, y, tras participar en varias carreras extremas en Estados Unidos, conoció ‘Runners vs. Zombies’ y decidió importar la idea.

En ‘Corriendo entre zombies’ existen dos modalidades de participación: la de los corredores, a 18 euros la manga, y la de los zombis que, por  10 euros y organizados por equipos, deben acechar a los atletas a lo largo del recorrido de la carrera y, como en un videojuego viviente, intentar arrancar las cintas que portan en su cinturón, que representan vidas. Aunque la mayoría vengan disfrazados de casa, antes del pistoletazo de salida una persona de la organización se encarga de revisar que estén correctamente caracterizados.

A Ana Álvarez le sedujo desde el principio la forma en la que el evento integraba a aficionados al deporte, “aunque no estén acostumbrados a practicarlo todos los días”, y a apasionados del cine de terror.

“Mucha gente me dice que este es el evento de su vida. Hay quien está esperando que llegue el fin de semana para rasgarse la ropa y pintarse la cara con sangre junto a sus amigos. Son muchos los que lo utilizan como una vía de escape”, relata.

Masa que se pudre unida…

– ¿Sabe usted a qué hora pasa el autobús?

Jesús Palacios atribuye esta fascinación a las dos caras de la moneda zombi. “Por un lado, representa el horror a la masa uniformada e inconsciente […] zombis son los que linchan a un sospechoso, los que apedrean anónimamente a un condenado, los que pisotean a sus amigos en una situación de pánico descontrolado…”.

Pero zombi es también “el poder secreto de la masa, del pueblo”, recuerda, “de las minorías oprimidas que suman una mayoría abrumadora, capaz de rebelarse y destruir todo a su paso, para bien y para mal, desafiando el orden establecido y las normas represivas de la sociedad”.

Lo zombi es el mejor símbolo “de la masa explotada y esclavizada, que termina por alzarse y acabar con sus opresores, aunque sea de forma casi inconsciente, por la propia fuerza de su número”.

Por todo eso, reflexiona el escritor, el zombi ha devenido en tópico del género apocalíptico, ya que “revela”, literalmente, la verdad de la naturaleza humana. “Ya lo decía una vieja canción de los Hooters: All You Zombies, todos zombis, que también es un relato de Robert A. Heinlein”.

httpv://www.youtube.com/watch?v=2LE0KpcP05I

 

‘Corriendo entre zombies’ cuenta con ediciones en los alrededores de Madrid y Barcelona y su creadora, Ana Álvarez, planea inaugurar otras en Sevilla y en el Norte.
Jesús Palacios es un escritor y crítico de cine español especializado en fanzines, gore y terror, autor, entre otros títulos, de Planeta Zombi (Midons, 1996), Goremanía 1 y 2 (Alberto Santos Editor, 1995 y 1999), La fábrica de sueños (Espasa, 2003) y Qué debes saber para parecer un crítico de cine (Espasa-Calpe, 2008).

 

Fotos: rodolpho.reis (cc)/  Eric.Parker (cc)/  Corriendo entre zombiesbratha (cc)

Manuela Astasio

El periodismo cultural es ese novio que, aunque no tiene un duro, es tremendamente divertido. Yo tampoco tengo un duro, pero espero contribuir a vuestra diversión.

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