Cuando dentro de veinte o doscientos años el ser humano desaparezca de la Tierra lo único que permanecerá serán las ruinas que haya dejado atrás. La cadencia del sol sobre el edificio Chrysler de Nueva York. La sombra cromada del Guggenheim sobre Bilbao. La arquitectura entonces hablará del ser humano mejor que los libros (olvidados) y las pantallas (apagadas). Sus geometrías representarán las épocas en la que fueron forjadas, las cimas que pretendieron alcanzar y sobre todo, hablarán de habitantes que se atrevieron a inventarlas en su imaginación.
En el Museo Reina Sofía la exposición La invención concreta (¿la invención de Morel?), que cerrará sus puertas el próximo 16 de septiembre y que han visitado durante estos meses y hasta la fecha un total de 314.202 personas, viene a destacar el papel de la abstracción geométrica en el arte latino americano. Por supuesto, su catálogo va mucho más allá, pretendiendo lanzar una mirada al arte de crear espacios, de simular sombras en aristas imposibles, y, en definitiva, crear, a toda costa, libres de cualquier imposición.
Ya lo decía Walter Gropius, creador de la fundacional Bahaus: “la arquitectura es el arte de construir”. En otras palabras somos lo que habitamos. Ignorar la cualidad artística de esos espacios es dejar que dominen y controlen nuestro entorno sin nuestra voluntad. Conocer los límites y extensiones está en nuestra responsabilidad.
Los artistas recogidos en la colección, entre ellos nombres como Hélio Oiticica, Alfredo Hlito, Willys de Castro, Héctor Fuenmayor o Lygia Clark, pretenden retratar la urgencia de un continente (mágico) y elaborar y construir su propia mitología partiendo de corrientes europeas. Las obras de esta exposición provienen de la Colección Patricia Phelps de Cisneros, una de las más importantes colecciones del arte latinoamericano y proveedora habitual del Museo Reina Sofía. La evolución de este juego de espejos se orienta desde la intención artística: crear arte a toda costa en busca de la propia identidad, libre de ataduras y cualquier control.
Las preguntas de esta colección son las mismas que han rodeado al Museo Reina Sofía (museo considerado menor por sus intenciones contemporáneas en comparación con el colosal y clásico Prado y la exquisitez del Thyssen): qué es el arte, qué debería serlo y sobre todo, en estos tiempos de largos e interminables inviernos, qué podría llegar a ser. Un manifiesto mucho más interesante, multicultural y positivo que el que en estos últimos días rodea la ciudad de Madrid.
Fotos: Museo Reina Sofía (foto cabecera: Alfredo Hlito. Ritos Cromáticos II, 1947).
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