Los diez pequeños trastornos sin importancia de Julio de la Rosa

En el amor, nadie está libre de sospecha, piensa el músico jerezano.

Terapéutico, demoledor  y revelador. Así podría describirse Pequeños trastornos sin importancia (Ernie, 2013), la última entrega discográfica de Julio de la Rosa. Terapéutico, para todos aquellos que estén pasando por alguna de las complicadas relaciones que narran las canciones: saber que no se es el único idiota preocupado por cosas así, nunca está de más. Demoledor, para aquellos que ya hayan creído superar esos pequeños-grandes trastornos que mueven el mundo. Y revelador, o de aviso, para aquellos que están atravesando un buen momento en sus relaciones de pareja. Que sepan lo que tarde o temprano se les acabará viniendo encima.

Julio de la Rosa Diez pequeños trastornos sin importanciaBrillante a ratos, de difícil y dolorosa digestión en otros momentos, Julio de la Rosa presenta un trabajo  que se aleja en forma, pero no en fondo, de su anterior propuesta La herida universal (Ernie, 2010). Las excesivas 16 canciones que conformaban esa herida han sido  combatidas en esta ocasión por 10 composiciones menos crudas en la producción, que, sin embargo, siguen manteniendo el mismo hilo argumental: el amor y sus consecuencias, pero llevado al extremo.

Todo esto es analizado y presentado desde el punto de vista del sociópata, del que posee un trastorno pasivo-agresivo, también desde la visión de la histriónica o de la narcisista. De este modo la rabia, el dolor, el rencor o el deseo se conjugan obscenamente dando lugar a un trabajo en el que sus colaboradores requieren mención aparte.  Por un lado están los músicos que han tocado en el disco, entre los que se encuentran nombres como Abraham Boba, Pau Roca (La Habitación Roja, Litoral…) o Manuel Cabezalí (Havalina). Pero, por otro lado,  hay que destacar las incursiones en forma de coros que acaban siendo los auténticos protagonistas de muchas canciones.

Julio de la Rosa Diez Pequeños trastornos sin importanciaEs curiosa, por ejemplo, la aparición de Anni B.Sweet cantando en castellano en Gigante. No es la primera colaboración en español que realiza la malagueña, incluso, recientemente ha publicado un Ep con una versión de Lori Meyers,  pero aún así, sigue llamando la atención la bonita modificación de registro que experimenta cuando cambia de lengua. Destaca también la inconfundible voz de Enrique Bunbury y que aparece, casi escondida, al final de uno de los temas más impresionantes del disco, La fiera dentro. Se trata de una canción que cuenta con cuarenta y cinco pistas de voz y hasta cinco melodías distintas. Tiene una duración de casi nueve minutos y en ella se pueden escuchar desde guitarras eléctricas hasta kalimbas, dubras veenas, tampuras eléctrónicas o pianets. Xoél López, Ainara LeGardon o Miren Iza (Tulsa) son otras de las voces que se pueden escuchar en estas canciones.

En un halo casi de ingenuidad, el disco concluye con El amor saludable: “El amor saludable hay que practicar…amor chiflado no vengas más” cantan las últimas estrofas. Sin embargo Pequeños trastornos sin importancia minimiza su efecto depresivo gracias a los sarcásticos créditos introductorios de cada canción: “Un tipo que ¿supera? Su trastorno obsesivo compulsivo gracias a un enamoramiento” sirve para presentar la canción “Tarde a todas partes”; “Una chica  histriónica ‘resolviendo’ sus problemas de pareja”, da la bienvenida al tema Kiss kiss kiss me“Si te enamoras de alguien con un trastorno pasivo-agresivo, ten cuidado”, da la bienvenida a Colecciono sabotajes. Y así, hasta diez…

Es sólo amor, pero nos gusta.

Fotos: Nerea López