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Cecilia Suárez: “El patriarcado ha condicionado todas y cada una de las áreas de nuestra vida”

El 2026 la recibirá con dos series “bien bonitas” en agenda, pero Cecilia Suárez (Tampico, Tamaulipas; 1971) enfrenta antes de despedir el año una cita dentro del Festival de Otoño en el Contemporánea Condeduque (Madrid). La intérprete mexicana -Embajadora Global de la Iniciativa Spotlight de la ONU para poner fin a la violencia contra mujeres y niñas- estrena a nivel internacional y bajo la dirección de Juan Carlos Fisher El invencible verano de Liliana, adaptación a las tablas del libro de Cristina Rivera Garza. Un testimonio de memoria, desgarro y de ternura con el que la autora reivindica la vida de su hermana Liliana, asesinada a manos de su expareja con tan solo 20 años. El monólogo de Suárez resuena como reclamo -no solo poético- contra la impunidad mientras, en el centro de la escena, reconocemos la radiante imagen de aquella joven y vitalista estudiante de arquitectura que obligaron a convertirse en víctima por haber aspirado a ser una mujer libre.  

Nokton Magazine: Cuando leíste la novela de Cristina, ¿cuál fue el aspecto que más te sobrecogió?

Cecilia Suárez: Creo que la forma en que Cristina se parte y se abre para contarnos y compartirnos este duro pasaje. Y la forma en que logras ver a Liliana a través de las páginas del libro. Fue una conmoción para mí cerrar el ejemplar cuando alcancé el final, después de no poder soltarlo desde que lo abrí. Puedo decir que sí, que yo conocí a Liliana.

NM: Aunque el público español te reconoce por tus trabajos audiovisuales, como siempre subrayas con orgullo, nunca te has desvinculado del escenario. ¿Este proyecto te ha exigido un esfuerzo faraónico?

CS: Sin duda, sin duda. No mencione… Un buen esfuerzo. Ahora entiendo por qué normalmente no vemos a gente joven haciendo monólogos así. Es muy duro, es un trabajo muy en solitario. Bueno, totalmente en solitario, aunque estés acompañada de un equipo fantástico como en este caso, pero hay una soledad muy presente en el proceso que normalmente compartes con tus compañeros. Simplemente verte acompañada por la mirada del otro en el escenario es un cobijo, un bálsamo.

NM: La multiplicidad de testigos de la vida de Liliana, sumada a las notas de diarios, documentación sobre el caso y la investigación de la propia Cristina, es amplísima. ¿Cómo abarcas tal polivalencia?

CS: Así es, en el libro hay muchos personajes. Como no se podía cubrir tantos, ya que se tornaba un poco confuso para el público, hemos condensado algunos de los amigos en un par de personajes, como es el caso de Laura. La hago ella, a su amiga Ana; a Manolo, el papá de Liliana; a Cristina, su hermana; a la propia Liliana, a burócratas… Un total de 9 voces. Es una buena historia, una gran historia, y eso ha sido un aliciente enorme para lanzarse.

NM: Actualmente, según los registros, 11 mujeres mueren al día en México…

CS: Por lo menos, porque además esa cifra oscila.

NM: El feminicidio de Liliana se produce en 1990, pero hasta el 2012 México no tipifica este delito en el código penal. No existe. ¿Cuán valioso es que en escena evoques el nombre de Liliana a cada respiro?

CS: Justo es eso, traerlo a lo concreto. Esto no son cifras, esto no son marchas en la calle. Esto es la vida de una familia, la vida de una joven. La vida de una joven con sueños, con propósitos, con preguntas, con ganas por la vida arrebatada por un sistema que lo permite.

NM: Policías corruptos y que juzgan a Liliana porque salía, bebía, fumaba o tenía tanto amigas como amigos…

CS: Es un entramado, un sistema elaborado a la perfección para culpar a las víctimas y a sus familias y avergonzarlas y para eximir a los asesinos. Eso es parte de lo que también se tiene que reflexionar.

NM: El ejecutor de Liliana tenía nombre y apellidos, pero nunca fue condenado. Las autoridades cerraron el caso ignorando la verdad. Escapó y vivió décadas antes de morir en EEUU. ¿Puede este duele colectivo hacer justicia moral al menos?

CS: Creo que sí. Cristina habla también de la justicia cósmica y aquí la hay mucho. Finalmente, nos guste o no, el teatro trae a la vida a la gente y a las historias. Estamos viendo a Liliana viva.

La actriz Cecilia Suárez protagoniza ‘El verano invencible de Liliana’, adaptación teatral del libro homónimo de Cristina Rivera Garza.

NM: Te mudaste a Madrid después de vivir en Chicago. ¿Te seduce la ciudad y su actividad cultural?

CS: ¡Me encanta! Y ya lo sabes tú seguro, por eso me andas preguntando (bromea). Tu casa es hermosa. ¿Qué te digo? Yo ya la veo también como mi casa después de 6 años. Claro, mi hogar es México y eso es inamovible y hasta el hueso, pero es verdad que en los años que he pasado aquí finalmente he podido reconectar con una parte de mi historia con la que nunca lo había hecho.

NM: Porque tienes raíces españolas, ¿no?

CS: Por parte de la familia de mi padre. De Asturias. Reconocer esta parte de mi historia ha sido un encuentro muy bonito y profundo. Es decir, el identificarme con que parte de mí es española y es muy cercana. No es como cinco generaciones atrás. Estamos hablando de mi abuelo. Al principio da pudor porque dices tú “como que yo soy mexicana”, pero también provienes de aquí. Hay una parte de ti que siempre comió con aceite de oliva (sonríe).

NM: Hubiera dicho que venías del Sur.

CS: El Sur ya lo traigo yo por mí, por la aceituna, pero no, no. ¿Viste? El Sur me encanta, pero eso ya es por mi gusto propio y por haber nacido cerca del mar.

NM: ¿Todas las mujeres llevamos ese verano invencible y victorioso a pesar del frío invierno?

CS: Muchas de nosotras, sin siquiera darnos cuenta ni ser conscientes, tenemos ese verano que nos hace tirar para adelante, reponernos. Nos encontramos con temas confusos en los sitios menos esperados, como el amor y a lo que el amor nos confronta por cómo lo hemos aprendido. Por ejemplo, ¿qué hemos aprendido qué es el de pareja y dónde nos posiciona? Esta historia en particular apela a que reflexionemos sobre cómo el patriarcado ha condicionado todas y cada una de las áreas de nuestra vida para darnos en la madre. No sólo a las mujeres, eso es lo interesante. Los hombres deberían mirarlo con valentía.  Este no es el problema de las mujeres. Los que tienen el problema, como dice el papá de Liliana, son los hombres.

NM: Qué decir de nosotras…

CS: Claro, nosotras ya hemos salido a las calles, lo hemos pedido en nuestros lugares de trabajo, lo hemos hablado con quienes han sido nuestras parejas y ya hemos perdido parejas porque no lo han entendido. Lo hemos padecido en las plazas, en las fiestas y dónde no. Para mí esa es la gran pregunta: ¿Qué pasa con los hombres? ¿O creen que ellos, por vivir en el aparente privilegio que les venden como parte del sistema, no están sujetos a un dictado cruel? Ellos no tienen derecho a la duda, a decidir si quieren o no ser los proveedores económicos. No tienen derecho a la emoción, a llorar, a mostrar fragilidad o falta de certezas. Es demoníaco para cualquier persona. Cancela la otredad en su totalidad porque tú, si realmente te quieres reconocer en el dictado patriarcal como hombre, tienes prohibido parecer mujer, niño o gay. Esos son los tres pilares. ¿Y eso qué es? El aislamiento. Hoy leía un artículo sobre sobre el hecho de que nosotras nos hemos removido muchísimo de los roles impuestos y en colectivo, mientras ellos lo empezaron a hacer ahora en absoluta soledad. ¿Por qué la cultura Incel ha prosperado? Porque están reclamando, no al ser hombre, sino a que están solos.

NM: Entonces, ¿se acabaron las excusas?

CS: Con todo el respeto y amor a ellos, el argumento ya no es “tengo hermanas y tengo hijas”. El argumento es “¿Quién soy yo frente a este problema como hombre? ¿Dónde estoy parado yo?” Y a los hombres les cuesta un montón de trabajo. ¿Los vio usted hablar de esto? ¿Hay vergüenza? ¿Falta de conocimiento? Porque no es que no lo sepan o que tengan que avergonzarse, son gente impecable y padrísima, pero hay una distancia todavía abismal por parte del mundo masculino: De poder hablar de lo que nosotras hablamos ya con tantísima estructura, con tantísima información, con tantísimo aprendizaje, con la experiencia en carne propia. Pero más allá de eso, pido que nos acerquemos, que los hombres empiecen a hablar sin vergüenza, desde dónde lo viven, sin sentirse inmediatamente culpables. Y si se sienten culpables, que se pregunten por qué. La conexión con la palabra, hermana, es un tema que da mucho que decir.

NM: Cuando hay quien apela a intercambiar o borrar los términos, ¿cuánto debemos defender la cultura y la palabra hablada?  

CS: Su poder, si lo entendemos bien, es inmenso. Porque la gran herramienta que usa la cultura es la emoción. No solo es la información que provee, apela a la emoción. Cuando nosotros logramos sentir, entonces logramos recordar. Es importantísimo plantearnos cuestiones. ¿A quién beneficia que desaparezca la terminología de violencia de género? Hagámonos la pregunta. Esa es la gran labor de la cultura: Ponernos a pensar y a sentir.

El invencible verano de Liliana se representa hasta el domingo 30 de noviembre en Contemporánea CondeDuque (Madrid). Todos los días a las 19:30h, excepto el domingo (18:30h).

Mariasun Miquel

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