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A Band of Bitches: bailando con el diablo

El minimalismo de buena parte de la música actual se le queda pequeño a los integrantes de A Band of Bitches, el grupo mexicano que en 2012 pegó el chingadazo en su país y en Estados Unidos con ‘Noreste caliente’. Es en los programas de variedades, en las orquestas de los 60, en las pelis setenteras de terror glamouroso, donde estos enmascarados encuentran la frescura y la diversión que necesitan para su sonido, «no necesariamente malo pero abundante», como lo define su líder, que se hace llamar Ushka Rappat.

Se sospecha que todos son músicos de bandas insignes del panorama musical mexicano -incluso se imagina quiénes y de cuáles- pero, aunque A Band of Bitches han compartido festivales con gente como The Smashing Pumpkins, Fall Out Boy, Panic at the Disco y Los Amigos Invisibles, lo han hecho siempre sin renunciar a sus disfraces, que tampoco les abandonan en sus videoclips. Hemos hablado con Rappat aprovechando la promoción de su segundo EP, Chingadazos Musicales Vol. 2, ya disponible en Spotify. Y no se ha quitado la máscara.

Nokton Magazine: Intentan desvelar vuestra otra identidad a menudo, pero os resistís. ¿Es que con máscara uno se atreve a hacer cosas que no haría sin ella?

Ushka Rappat: Realmente no, realmente nos daría miedo que cuando sepan quienes somos en realidad y las estupideces que hacemos sin máscara todo se vaya al carajo. Recuerda que este es un proyecto serio (risas).

NM: Pero, por ejemplo, ¿haríais las mismas canciones si no llevarais máscara?

UR: Definitivamente sí, al final de cuentas pensamos que la cuestión de los personajes es una vertiente creativa extra más que un salvoconducto para permitirnos hacer esto.

NM: ¿Necesitamos todos tener varias identidades distintas? 

UR: Aunque no queramos, todos tenemos identidades distintas; el simple hecho de en algún momento estar solo, te da una identidad o un mood diferente al hecho de estar acompañado, entonces es cuestión de aceptar el mood del momento.

NM: Tenéis cierta querencia por el diablo, que aparece constantemente en vuestras letras… ¿hay adoración por vuestra parte?

UR: Más que una adoración por el diablo como personaje es un tema recurrente o cotidiano, lo que el diablo se podría significar: errores, miedos, estupideces etc… es chistoso ver como a todo mundo se le mete el diablo de vez en cuando.

NM: Explicadle a una española que es un ‘chingadazo’

UR: Chingadazo es una palabra altisonante de referirse a un golpe fuerte, el contexto en que nosotros lo usamos es para hacer sátira de los compilados regionales mexicanos que regularmente se llaman cañonazos musicales.

NM: En vuestra música hay ritmo latino, sonidos norteños, ecos balcánicos, energía rockera… ¿cuáles son vuestras fuentes de inspiración (además de la chela y el asado)?

UR: Realmente la inspiración de la banda es el ejercicio libre de hacer música sin respetar estilos musicales ni idiomas, en pocas palabras, un laboratorio de canciones, por poner ejemplos musicales: Mano Negra, Ministry, Hadag Nahash, Shantel, Marcelo D2.

NM: También hay guiños retro, al México de orquestas y películas de terror de los 60 y los 70. ¿Os sentís nostálgicos?

UR: Más que sentirnos nostálgicos con la época en cuestión visual, la nostalgia es que creemos que la música actual es más simple en arreglo. «No necesariamente mala pero abundante», así que era necesario regresar a las grandes orquestaciones.

NM: Y también hay, ante todo, mucho humor. ¿Se ponen los músicos a veces demasiado ‘serios’?

UR: Regularmente no, ni para pelear somos serios (risas).

NM: Decís que sois una misión de astronautas extraviados. ¿Cuál es vuestra misión?

UR: Realmente éramos extraterrestres extraviados y la misión era destruir el mundo, pero nos gustó esto de ser rockstars y de la producción de cerveza, así que decidimos reestructurar prioridades.

NM: ¿Para cuándo una visita a España?

UR: No sabemos aún pero tarde o temprano estaremos abduciendo la Peninsula Ibérica con todas sus tapas y bocadillos, cervezas, vinos y, en especial, las croquetas de jamón.

 

Manuela Astasio

El periodismo cultural es ese novio que, aunque no tiene un duro, es tremendamente divertido. Yo tampoco tengo un duro, pero espero contribuir a vuestra diversión.

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