‘La viuda alegre’ que no es como las demás

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La famosa opereta se viste de glamouroso musical en su 115º aniversario con Natalia Millán como protagonista del festivo espectáculo en los Teatros del Canal.

Hanna Glawari ha cumplido 115 años. La protagonista de la opereta más célebre del repertorio lírico conserva la tez lozana y la actitud resuelta que en la Viena de 1905 la catapultaron a la escena internacional. Sin embargo, en este aniversario no se ha contentado a secas con las escalas de una soprano y el lustre activo que le procesan en Centroeuropa. Ella, a la imagen de La bohéme aplaudida en Broadway, imaginaba en secreto vestirse de gala para ser la estrella de un musical. Voilà.

"La viuda alegre" deslumbra con su feliz y lujosa frivalidad
La viuda alegre deslumbra con su feliz y lujosa frivolidad-

El anhelo de la bella viuda se estrenaba en el Teatro Arriaga de Bilbao la pasada temporada dentro de la celebración de los cinco cuartos de siglo del templo escénico, y destaca estas Navidades en la cartelera de los madrileños Teatros del Canal. El director Emilio Sagi -un lustro más tarde de anunciar la producción junto a Paloma San Basilio– consuma el lance de mudarle la piel y, junto a Enrique Viana al texto y Jordi López a las partituras, estiliza el montaje a su corpus central, dotándole de las vistosas coreografías de un espectáculo del West End y con Natalia Millán de maestra de ceremonia.

A una viuda millonaria se la disputan varios pretendientes para que su dinero no abandone el imaginario territorio de Marsovia, pero el espectador observa cómo, consciente de todo, la elegante Hanna trama una serie de argucias para cazar al Conde Danilo, antiguo romance y el Don Juan al que han obligado a rondarla para salvar la patria. El corte frívolo de la trama y la confitura de sus diálogos favorece el coqueteo lírico-musical del espectáculo, una opereta gestada en la simple complacencia del divertimento y en la que Sagi acentúa el sustrato cómico.

El proceso de liposucción y barniz de la obra original, creada por los alemanes Victor Léon y Leo Stein, ha traspasado el contorno para salvar el lenguaje y el imperativo social de finales del XIX y principios del XX. Se han talado alusiones de semántica misógina y clasista, discursos sin ton ni son. El rejuvenecimiento de la inocencia festiva del montaje se aúpa en el enérgico arrojo de la actriz Natalia Millán. La antaño protagonista de Cabaret arriesga con la tesitura que le exige el libreto y supera el aprobado con lúcida disposición.

En equilibrio, la exaltación conmovedora del barítono -y magnífico intérprete de zarzuela- Antonio Torres bajo el uniforme del Conde Danilo. Las voces grávidas de Silvia Luchetti (Sonrisas y lágrimas) y Guido Balzaretti (Los miserables) añaden el contrafuerte a un elenco de voces líricas y del espectáculo musical engarzadas con buen encaje. Los dieciséis artistas se mueven en el escenario como guirnaldas de un retablo de escenografía y vestuario deslumbrante. La orquesta toca el vals y la frugalidad cobra vida. En este París, de anacrónica irrealidad, la felicidad está al alcance de su melodía y de una copa rebosante de champagne.

La viuda alegre puede verse hasta el 17 de enero en la Sala Roja de los Teatros del Canal. De martes a sábado a las 20:30h y los domingos a las 18h. Descuentos para carné joven, desempleados, mayores de 65 años y por la compra de más de seis entradas. 30% de descuento especial el 29 y 30 de diciembre y el 1, 2, 3, 5  y 6 de enero.