Un libro de tuits para el hombre de tweed

Los límites de la narración se amplían y surge la 'novela de folletuit'.

Creó un personaje y le hizo un traje de tuits. Le llevó estación tras estación por diferentes pasajes y en su camino puso a una mujer. El escritor y traductor mexicano Mauricio Montiel escribe su novela en Twitter, de 140 carácteres en 140 carácteres la historia de @elhombredetweed es seguida por más de 11.000 personas. Hablamos con su creador sobre las posibilidades de la literatura en Twitter o la ‘novela de folletuit’, el origen de sus personajes o la influencia del arte y la música.

Nokton Magazine: Para empezar, ¿quién es El Hombre de Tweed?

Mauricio Montiel: Es un individuo que no está donde debería estar y que necesita uno o más bien varios mapas para reubicarse, para reencontrar el sitio que se le asignó en el orden de las cosas. Es una nueva encarnación del extraño en el pueblo, un forastero que se ve inmerso de pronto en una realidad que no le corresponde y que debe atravesar y descifrar para volver al plano de donde es originario. Es un curioso heredero del hombre de la multitud de Edgar Allan Poe y del Bartleby de Herman Melville, de las criaturas desfasadas de Franz Kafka y Samuel Beckett. Es el relevo de un detective un tanto metafísico que se quedó atrapado en una novela inconclusa de la que he extraído algunos capítulos para transformarlos en relatos. Es también, según me han dicho algunos amigos, una especie de recipiente para que lectoras y lectores viertan sus nociones sobre la masculinidad: el hombre de tweed carece de nombre, lo que le concede un carácter mestizo de emblema y fantasía .

NM: En una ocasión habló de las posibilidades de recuperar la novela de folletín del siglo XIX en Twitter. ¿Cuáles son los paralelismos?

MM: Con el proyecto novelístico que protagoniza el hombre de tweed he intentado retomar el planteamiento decimonónico del folletín: generar una narración por entregas que mantenga en vilo al lector. Aunque la novela de folletín se inclinó primordialmente hacia la temática amorosa, poco a poco fue dando cabida a otros ámbitos de la ficción: el retrato social, la indagación de bordes psicológicos, el misterio y la aventura. El proyecto del hombre de tweed, que me gusta rubricar como ‘novela de folletuit’, toma como punto de partida la estrategia episódica del folletín para desarrollar un relato que logre continuidad y suspenso mediante párrafos concentrados en ciento cuarenta caracteres.

NM: Es la concepción de la narratividad la que queda transformada al escribir en tuits. ¿Es una oportunidad o una complicación para la escritura?

MM: Ambas a la vez. Oportunidad para ceñir la escritura y dotarla de una densidad narrativa aunque también poética que se aleje por completo de lo que el lector está habituado a encontrar en una plataforma como Twitter, más proclive al registro de la cotidianidad —y por ende de la banalidad pura y dura— que a la experimentación literaria. Complicación porque sintetizar un párrafo novelístico en un tweet implica una depuración que generalmente no atiendo en mi escritura digámosle normal: hay que eliminar carne y grasa sobrantes para llegar al hueso, a la médula de lo que se quiere decir. Escribir en Twitter me ha enseñado a formular ideas con los elementos indispensables. Ya lo señaló Baltasar Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno.”

NM: Sus dos personajes en Twitter, El Hombre de Tweed y La Mujer de M., se muestran solitarios, observantes. ¿De dónde surgieron?

MM: De la observación de esos seres solitarios que suelen pasar inadvertidos en medio del bullicio cotidiano. El hombre de tweed nació a partir de un hombre con saco de tweed, corbata y gafas desproporcionadas con quien me topé a punto de cruzar una transitada avenida de la Ciudad de México; me llamó la atención porque no sudaba pese a su indumentaria, más propia del invierno que de la primavera inminente —estábamos a mediados de marzo y el calor preprimaveral calaba con fuerza—, y porque daba la impresión de no estar donde debía estar: se hallaba completamente inmóvil, la vista perdida en un punto impreciso del horizonte urbano. Por su parte, la mujer de M. se desprende de una nota peculiar que leí por azar en internet: la historia de una mujer que es la única habitante de un pueblo de Nebraska, en el Medio Oeste de Estados Unidos, llamado Monowi (la M. alude tanto al nombre del pueblo como a mi nombre de pila para crear un juego de espejos); luego de enviudar esta mujer decidió ocuparse por sí sola de todas las labores pueblerinas, y esa idea de soledad extrema, de desapego del vertiginoso mundo contemporáneo, me atrajo poderosamente. Con la mujer de M. he querido adentrarme no sólo en la exploración del aislamiento humano sino en la construcción de una voz femenina que resulte cercana y verosímil para el lector. El hombre de tweed y la mujer de M. son los hemisferios masculino y femenino de un mismo mundo narrativo.

NM: Edward Hopper pone imagen al Twitter de La Mujer de M., quien confiesa la importancia de las imágenes. En general música y arte están muy presentes en sus personajes. ¿Cómo les influyen a ellos? ¿Y a usted?

MM: Artes plásticas, cine y música son tres vectores creativos que tienen una gran influencia en mi escritura. En el caso de la mujer de M. hay un interés por revisar viejos álbumes fotográficos —una de las pocas herencias familiares del personaje— en los que van apareciendo imágenes que ella no recuerda haber visto antes: un misterio que se vincula con la memoria pero también con la posibilidad de presencias espectrales y mundos alternos, temas que son esenciales asimismo en la novela protagonizada por el hombre de tweed. En la tercera parte de esta novela —el proyecto contempla un total de cuatro partes, cada una correspondiente a una estación del año y una geografía específicas— la pintura juega un papel fundamental, ya que el detonador de la trama es el síndrome de Stendhal transformado en causa de una epidemia de belleza: los infectados mueren al mutar en personajes de distintos cuadros expuestos en ese gran museo urbano que es Venecia. En cuanto a la música, debo confesar que desde hace tiempo es una compañera imprescindible e inseparable: mi escritura no sería la misma sin las grandes dosis musicales que debo recetarme a diario.

NM: La cuenta de su personaje masculino es también compartida por usted. ¿Cómo organizan las ideas y los comentarios?

Mauricio-Montiel-Figueiras-Bellagio
Mauricio Montiel.

MM: Con el tiempo he podido acostumbrarme, y acostumbrar a mis lectores, a la esquizofrenia que caracteriza la cuenta @Elhombredetweed. Cuando me estrené en ese aviario ensordecedor que es Twitter abrí una cuenta con mi nombre, Mauricio Montiel, en la que comencé a escribir la novela encabezada por el hombre de tweed. Una colega que se entusiasmó con el proyecto me dijo que sería interesante dar al personaje un espacio propio para que llevara una bitácora de observaciones cotidianas que complementara la narración; la idea me atrajo y fue así que abrí la cuenta con el nombre de mi personaje, donde en principio sólo se registraban las entradas de su bitácora precedidas por un día de la semana entre corchetes: [Lunes], [Martes], etcétera. Poco a poco, sin embargo, sentí que la cuenta de Mauricio Montiel salía sobrando, de modo que la eliminé y me quedé únicamente con @Elhombredetweed. Y entonces, asumiéndome como usurpador, diseñé una estrategia para seguir escribiendo desde el espacio asignado originalmente a mi personaje: hablar entre corchetes, que para mí equivale a hablar en murmullos. Así pues, los tweets entre corchetes me corresponden a mí, Mauricio Montiel, mientras que los que carecen de corchetes son parte de la narración del hombre de tweed. ¿Complicado? Más bien divertido: las nuevas plataformas de escritura como Twitter también se prestan para poner en práctica el espíritu lúdico.

NM: ¿Cuál es la siguiente página/tuit del futuro de estos personajes? ¿Se encontrarán?

MM: A la fecha tengo concluidas tres de las cuatro partes de la novela: El hombre de tweed: la ciudad (que se enmarca en primavera), El hombre de tweed: la isla (verano) y El hombre de tweed: la epidemia (otoño). Falta la cuarta y última parte, que se desarrollará en invierno y se ubicará en buena medida en el pueblo fantasmal donde vive la mujer de M.: aquí ocurrirá el encuentro de los dos personajes. Aún no sé si esta parte la escribiré en Twitter o la guardaré directamente para el libro: desde el principio de esta aventura sabía que su final tendría que ser el papel. Todo lo digital, según creo, se desvanece en el aire. Al menos hasta nuevo aviso.

 

Foto: Wikipedia (cc) / Mauricio Montiel